No más chocolate

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Su piel se erizaba a cada paso que daba y por mas veces que volteara hacia atrás, no había absolutamente nada siguiendola.

Ese día había salido mas tarde porque el club de danza estuvo practicando muy arduamente esos días (próximos a una importante competencia).
Mina era parte importante del club, para ser específicos, era la parte central de la coreografía: una combinación de ballet con danza moderna.

Si bien, aun no oscurecía del todo, pero las calles por las que debía pasar eran bastante poco transitadas, cosa que solo la hacía sentir mas insegura.

Alguien (o algo) la estaba siguiendo, estaba segura, pero no había ningún sonido que lo delatara, solo tenía la sensación de que era vigilada.

¡Crack!

El sonido de una rama fue lo que le hizo reaccionar, decidiendo sacar un "spray contra ladrones" que su padre había insistido que llevara todos los días a la escuela. Mina giró de forma brusca y con la lata en manos para encontrarse con lo mismo que las veces anteriores: Nada.

  - Por dios, estoy siendo una pa-

Mina detuvo sus propias palabras al ver como alguien escondía rápidamente su cabeza detrás de un par de arbustos. Eso estaba siendo raro, pero no iba a salir corriendo, además, si quisieran hacerle daño ya lo habría hecho, no?

Caminó a paso lento pero firme hasta llegar a los arbustos y justo cuando los movió para descubrir de quien se trataba, una chica, de la que apenas pudo ver su cebello rubio, salió corriendo y gritando como loca.

  - ¡Vuelve aquí, cobarde!

Le gritó otra que aun estaba entre las arbustos y luego miró a Mina con nerviosismo, pensando que tal vez su amiga había tomado la mejor decisión.

  - ¿Por qué me están siguiendo?

Mina podía dar miedo si quería.

  -  ¿Qué? No, no, no te seguimos, estábamos cazando hormigas.

  - ¿Esperas que me crea eso?

  - Pues si, es la verdad.

Mina entrecerró los ojos, eso siempre funcionaba cuando quería intimidar a alguien hasta que le dijeran las cosas.

Después de unos intensos segundos de intercambiar miradas, la chica suspiró en forma de rendición y se levantó del suelo.

  - Esta bien, somos testigos de jehova.

Mina arqueó una ceja, esa excusa era todavía mas patética que la anterior.

  - Te lo diré si guardas el spray, no te robaré nada.

Ella solo bajó la mano, no podía descuidarse sin saber las intenciones, aunque alguien tan idiota jamas podría contra ella.

  - Mi nombre es Jeongyeon.

  - ¿Por qué salió corriendo tu amiga?

  - Bueno... das un poco de miedo... no puedes culparla.

  - Como sea, ¿por qué estaban siguiendome?

  - Sabemos tu secreto.

  - Soy una persona, tengo cientos de secretos.

Jeongyeon asintió, se quitó la mochila de los hombros para sacar una caja pequeña de forma rectangular con una ilustración de perro en el centro.
Mina abrió los ojos sorprendida. Ella llevaba un par de semanas dejando esas cajas en el mismo sitio.

  - ¿Me-me equivoque de lugar?

Jeongyeon soltó una risa burlona mientras negaba con la cabeza.

  - Soy de un grado mayor, no hay manera de que esto haya llegado a mis manos de esa forma.

Mina pasó saliva pesadamente, si no se había equivocado entonces...

  - Te vi dejando esta y lo supe todo.

  - Yo solo le hago un favor a alguien mas, justamente por si esto pasaba.

Ella se felicitó por su forma tan rápida de improvisar.

  - Pensé en esa posibilidad y por eso te estuve vigilando y viendo las miraditas que le haces. Momo y yo íbamos a molestarte un poco o a chantajearte con ello pero luego ocurrió algo que nos sorprendió mucho.

  - ¿Qué cosa?

Mina intentaba seguir con su postura fuerte, no podía dejar que Jeongyeon la viera flaquear ni un momento.

  - También recibiste una caja, no fue coincidencia y la recibiste de ella.

  - Okey, basta de esto, ¿qué es lo que quieres? Ve directo al grano.

  - No quiero nada.

Su sonrisa burlona era algo molesto de ver.

  - ¿¡Entonces qué!?

  - No le diré a nadie porque estaría poniendo en riesgo nuestra amistad, solo te diré que Tzuyu es importante para mi y no te conozco, por eso mismo quiero decirte que no están permitidos los manoseos inapropiados, los besos subidos de tono y quedarse a solas en casa, si eso ocurre deben mantenerse en la sala, sentadas en el piso, no una encima de la otra. No se permiten palabras inapropiadas frente ella o para ella. Puedes tocar los hombros y los brazos pero no la cara, cabello, pies, manos, piernas, estomago, cuello o su feminidad.

Su cara jamas había ardido tanto antes, eso era muy vergonzoso para ella.

  - Yo no... aun no estamos en ese punto.

  - Bien, ni lo estarán, Tzuyu jamas estará lista para ello.

  - ¿De verdad eres testigo de jehova?

  - No, solo estoy evitando que alguien profane a mi hija.

Mina suspiró un poco aliviada, eso no había sido tan malo pero ahora entendía porque Tzuyu no quería presentarle a sus amigas.

  - Y no mas cajas de chocolate para Tzuyu, el único ejercicio que hace esa niña es bajar los tres escalones de la entrada a su casa, no engordes a mi Yoda.

  - No-no lo haré, una disculpa.

Ella hizo una reverencia sin comprender por que, se sentía como si Jeongyeon realmente fuera la madre de Tzuyu.

  - Y si la lastimas-

  - ¡Eso jamas pasará!

  - Bien, bien, así me gusta, con el miedo basta, con el miedo basta.

𝐙𝐞𝐫𝐨 𝐌𝐢𝐥𝐞 Where stories live. Discover now