Capítulo 10

981 62 0
                                    

- Es hora Mila- escuché a mi mamá decir apremiante.- Si no te apuras te dejará el autobús-. Me estrujó entre sus brazos- Todo estará bien cariño, sólo habla con él.- Yo asentí y le devolví el abrazo.

Tomé el bolso que había traído y me dispuse a salir de casa. Papá estaba en sala con el periódico en las manos. Se levantó y depositando un beso en mi frente me abrazó.

- Ven a visitarnos más a menudo. Tu viejo te extraña.- mi corazón se encogió un poco ante sus palabras.

- Trataré papá. Yo también echaba de menos estar aquí.- Nos soltamos y los tres nos encaminamos al auto para ir al terminal de buses.

Era viernes así que había algo de agetreo en el lugar. Ubique mi autobús, me subí y con un suspiro me preparé para enfrentar lo que vendría. Prendí mi teléfono y al instante llegaron una cantidad asombrosa de mensajes y llamadas perdidas. Un mensaje de Diana preguntando si todo estaba bien y preocupada por mi repentino viaje, 6 de Diego, preguntándome como estaba, si había llegado bien y los demás diciendo que estaba preocupado por mi silencio y que lo llamara cuando pudiera. Los demás mensajes, mas de 30, eran de un número desconocido pero al abrir el primero supe que se trata de Sebastián en todos decía que necesitaba que hablar conmigo, que todo era un mal entendió que lo escuchara, las llamas también eran casi todas ese número. No sabía si podría hablar con él, sentía un vacío en el estomago al pensarlo y así que opté por llamar a Diego e informarle que iba en camino, él se ofreció a buscarme en la estación y yo acepté sabiendo que debíamos hablar.

Al bajar me recibió Diego con una sonrisa de oreja a oreja y me atrajo a su cuerpo para abrazarme.

- Te extrañe, hermosa.- me susurró depositando un beso en mi frente. Ante lo que yo hice una mueca que pretendió ser una sonrisa y él me miro extrañado.

- ¿Que pasa nena?, ¿estas bien?- Mis ojos se llenaron de lágrimas yo lo engañé, me alejé sin mayor explicación y él no mostraba ningún reproche en su cara solo preocupación y eso me hizo sentir peor conmigo misma. Respire y cerré los ojos tratando de no dejarlas salir.

- Estoy bien.- mentí sin mirarlo- ¿Podemos irnos ya?- El asintió sin decir nada más y me guió hasta el carro. El silencio que nos acompañó los 5 primeros minutos del trayecto era incómodo. Yo no sabía por donde empezar y él esperaba pacientemente hasta que repente exclamo.

- Estoy a punto de explotar. Por Dios, habla. ¿Que pasa?- Su cara era de absoluta preocupación.- Todo iba bien y de repente te fuiste a ver tus padres de improvisto y llegas así.- Yo abrí la boca y más lágrimas llegaron a mis ojos entonces la cerré y me volteé a ver por la ventana, pasábamos frente a un pequeño parquecito a medio camino de casa de tía Miriám. Yo sentía que me faltaba el aire.

- ¿Puedes detenerte aquí por favor?- el obedeció sin decir nada y yo me bajé y camine hasta un banquito bajo la sombra de un gran árbol. Él se sentó junto a mi y me miró expectante.

- ¿Que va mal?- preguntó acunando mi cara con una de sus manos. Calientes lágrimas brotaron por mis ojos y él me halo a su cuerpo y me abrazó. Estaba mal, muy mal, él no podía consolarme después de lo que le había hecho, no era justo. Mi labios pronunciaron un:- lo siento-, que repetí un montón de veces más y me solté de su abrazo.

Él me miraba sin entender y sabía que esperaba una explicación de mi parte así que yo respiré profundo y empecé.

- Eres el chico con quien cualquier mujer soñaría, dulce, amable, atento, guapo, divertido. Tienes todas las cualidades para ser el hombre perfecto, el chico que todas desean y yo... Yo.- desvié mi mirada sin saber como continuar.- Mereces una mujer que pueda corresponder a eso que te haga feliz.

- Sabía que en algún momento esto podía pasar- dijo mirándome con una mueca que pretendía ser una sonrisa.- Lo supe desde el día en que él me enfrentó pero tenía la estúpida esperanza de que no sucediera nada, de que no terminaras sucumbiendo ante él.-

- ¿Qué?, ¿enfrentarte?, ¿de que hablas?- le pregunté anonadada. De todas las cosas que pasaron por mi cabeza que podría decir esta fue la que menos esperé.

Diego flash back

Estábamos ya sobre la hora para ir a la función de cine. Adán me acababa de escribir diciendo que nos esperaban en el centro comercial. Estaba estacionado frente a la casa de Camila y ella estaba tardando un poco, cosa que no era usual.

Me encontraba recostado fuera del carro en la puerta del piloto mientras escribía mi respuesta. La puerta de la casa se abrió y estuve a punto de soltar un comentario sobre su inusual tardanza pero mi intención murió en mis labios al ver salir al "primo" de Camila, Sebastian sino me equivocaba.

Me miraba directo a los ojos con gesto furioso y a grandes zancadas avanzó hasta detenerse frente a mi. Yo me enderece enfrentándolo, no me cohibía para nada.

- Te diré esto una sola vez y espero que me escuches bien.- Amenazó apuntándome con su dedo pero sin tocarme.- Si la lastimas, si la veo sufriendo de alguna forma te juro que será lo ultimo que hagas.- Y se dio la vuelta sin darme tiempo a responder. Entonces todo encajó en mi cabeza, era él. Siempre lo veía como acechando, pendiente de cada movimiento de Camila, su silueta estaba en la venta cada vez que yo la buscaba o cuando la regresaba a casa, siempre vigilante.

Fin Diego flash back

Diego no respondió a ninguna de mis preguntas. Estaba viendo al suelo y de repende su expresión cambio y la furia invadió su semblante mientras preguntaba:- ¿Te acostaste con el?

- Diego...- balbuceé- Yo...- y entonces explotó.

- ¡Contestame Camila!- sus ojos estaban rojos y su nariz aleteaba- Es fácil, ¿si o no?-

- Sí- solté tan bajo que no sabía si él había escuchado hasta que lo ví  levantarse y dando grandes zancadas llegó hasta árbol que estaba junto a la banca y comenzó a soltar puñetazos. Yo me asuste y grité su nombre pero no se detuvo. Sus nudillos se veían ensangrentados. Y me vi corriendo hasta él y abrazándolo por la espalda.

- Detente por favor, detente- Suplicaba mientras lágrimas calientes rodaban por mis ojos. El se tensó ante mi abrazo pero se detuvo y respiraba agitadamente. Lo sentí tomar mis manos y apartarlas de él de manera firme pero sin ser rudo. Se dio media vuelta y volvió la banca que antes habíamos ocupado.

Restos de lágrimas se veían en su rostro y el sólo se sentó con los codos apoyados en sus piernas y llevó sus manos a su cabeza. Yo no me moví de donde estaba, su dolor era tan palpable que sentí un hueco en mi pecho y mi corazón dolía ahí dentro. Era mi culpa, todo el sufrimiento de este dulce chico era solo mi culpa.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, yo parada junto al árbol contemplándolo y él en la misma posición. De repente lo vi incorporarse empezar a caminar hacia el carro. Su gesto era de completa desolación, pensé que simplemente se iría y no podía culparlo por eso pero al pasar junto a mi pude oír un:- Vamos- casi susurrado.

No me moví en un principio y lo contemplé alejarse. A medio camino se giró hasta mi y con voz autómata añadió: - Por Dios Camila, sólo sube al carro.- Iba a replicar pero me lanzó una mirada que me hizo desistir y lo seguí.

El resto del trayecto fue hecho en un silencio sepulcral. Se estacionó frente a la casa pero no volteó a verme.

- Diego- intenté llamar su atención.- Yo...- El no volteaba y yo suspire derrotada.- Espero que algún día puedas perdonarme. - le dije y me iba a bajar pero su voz me detuvo.

- Sólo espero que él sepa valorarte.- Su mandíbula estaba apretada y sus ojos rojos. Y no pude evitar la sensación de desazón en mi pecho. Yo lo engañé, le causé dolor y él respondía de esta manera.

Me baje y me quedé en la acera como tonta viendo su carro alejarse. Cuando voltee, suspire y caminé hasta la puerta de entrada. Mis manos sudaban y sentía nervios en mi estómago. Subí la mano hasta el picaporte para luego bajarla. Cerré los ojos y los puños a mis costados y respiré profundo dándome fuerzas. "Vamos Camila, no seas cobarde."

Al abrir lo ojos casi caigo de espaldas de la impresión. Sebastián estaba parado en la puerta escudriñandome con sus ojos.

VIVIENDO CON MIS "PRIMOS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora