Capítulo 21

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Los primeros rayos del sol me daban la bienvenida después de haber pasado casi toda la noche pensando en Isaac y Néstor.
La fatiga me atrapó y me quedé profundamente dormida ya entrada la madrugada.

A la mañana siguiente llegué para no variar tarde a mi trabajo. Apurada me preparé un café, me senté en mi silla y comencé con la terapia de Margarita, una mujer que lleva tiempo divorciada y su hijo le da mala vida.

Voy tomando nota de lo que me dice Margarita.  Al terminar le especifico los medicamentos que debe de tomar y analizo todo lo que me ha comentado  para aconsejarla.

Después de marcharse mi paciente, decido tomarme un respiro. Me siento de nuevo en mi sillón contemplando el portátil con la mirada pérdida hasta que la voz de Néstor me saca de mi abismo.

―Buenos días pisicologa. ¿Cómo se encuentra?

―Buenos días Néstor, estoy bien muy amable. Y por cierto, ¿cuándo piensas pedir cita para venir a mi consultorio?

―Desde cuando tengo que pedir cita previa para hablar contigo, pisicolaga Vera.

―Qué quieres Néstor, habla de una vez sin rodeos.

―¡¡Schuu!!, cálmate. Sabes perfectamente a lo que vengo. ¿Qué es lo que tienes que ver con Isaac?

―Nada, solo me ha salvado de una situación algo embarazosa y le estoy agradecida por ayudarme.

― ¿Ayudarte? Cómo será la cosa que no me creo ni una sola palabra. Incluso pongo la mano en el fuego asegurando que has acabado en la cama con él.

―Y si lo hubiera hecho, ¿a ti qué te importa?

―Mucho. Porque no puedo soportar la idea de que ese desgraciado te haya puesto un dedo encima, lo que es mío no me gusta compartirlo.

―Suéltame me lastimas. No te equivoques Néstor, yo no soy de tu propiedad,. Yo soy dueña de mi vida y hago lo que se me pegue la gana, no tengo por qué darte explicaciones. ―A pesar de intentar hacerme la valiente, la mirada fulminante de Néstor me amilana. Nuestros ojos se retaban y aunque nos desafiamos, podía percibir como mi cuerpo temblaba y no de pánico si no de fanatismo. Por favor, porque precisamente en este momento ansiaba besarlo. Y llegado el punto de la discusión, bruscamente Néstor me agarró por mi cintura plantando sus labios en los míos. Las palabras sobraban los hechos daban lugar a un encuentro.
Violentamente me invadía un acaloramiento por cada parte de mis extremidades. Ansiaba tocar su piel, me sentía alterada con mi respiración agitada e inquieta de que me hiciera suya. Cerré la puerta para no ser molestados. Acalorada me dejé transportar a la sexualidad de sus besos, bajo su hechizo me abandoné a sus caricias...Ahí pegada contra la puerta y el cuerpo Néstor, que me hacía suya de una manera primitiva consiguiendo volverme loca de deseo excitándome al máximo.
Por más que lo intento no sé qué me está sucediendo, admito que estoy perdiendo el control y la poca cordura que lograba tener antes de perderla ante Néstor.

Minutos después aún jadeantes me colocaba mi ropa. Nuestras miradas estaban brillantes y estoy segura que mis mejillas estaban como tomates.

―Recuérdalo Yasmina cuando estés con ese imbécil, eres mía.―Dándome un beso fugaz en mis labios Néstor tiró el preservativo a la papelera, se colocó su pantalón y se marchó esbozando una sonrisa pícara.

Sí, reconozco que acabo de tirármelo de una manera salvaje, no me arrepiento porque me gusta mucho Néstor. Pero no sé cómo tomarme sus desconfianzas y esa rivalidad que hay entre Isaac y él. Me río para mis adentros, si él supiera que hice el amor con Isaac. ¡Uy! me imagino la cara que pondría.

Tras la pausa, continúo con mi trabajo hasta las seis. Como siempre viene Mandy a buscarme, en esta ocasión estaba alterada.

―Yasmina pero que haces aun trabajando.―La miro sin entender por qué me hace esa pregunta.

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