Inuyasha y Kagome

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Me aseguro de cerrar con llave la puerta de la cafetería y me dispongo a volver a casa.

- Hola, Kagome.

- Inuyasha... ¿Qué haces aquí?

Inuyasha y yo llevamos siendo amigos desde hace varios años. Cuando me cambié de casa, él fue la primera persona con la que me relacioné. Con el tiempo fuimos conociéndonos mejor e incluso me ayudó con las mudanzas. A veces quedamos para salir un rato, pero nunca antes había venido al establecimiento donde trabajo.

- Venía a buscarte. Estaba pensando que tal vez podríamos salir a tomar algo.

- No sé, llevo un día bastante largo. ¿Y si lo dejamos para el fin de semana?

- Deberías salir, últimamente te la pasas yendo del trabajo a casa. No estaría mal que te despejaras un poco.

Le miro y enseguida me arrepiento. Si es que no puedo decirle que no cuando me pone una de sus caritas.

- Está bien, tú ganas. Pero antes de ir a cenar llévame a casa, necesito darme una ducha rápida y cambiarme de ropa.

- Vale, no hay prisa.

En el trayecto reina el silencio, tan sólo se deja oír la suave música de la radio. Observo a mi acompañante, está muy relajado con la mirada puesta en la carretera. Aprovecho la oportunidad para contemplar las vistas que me ofrece. En lo primero que me fijo es en sus ojos, adoro esos dos iris dorados tan inusuales. Su pelo plateado los destaca aún más. Bajo hasta sus labios y no puedo evitar pasar la lengua por los míos, parece que de pronto se han vuelto muy secos. Me imagino esos dos pétalos carnosos sobre los míos y un escalofrío me recorre la espina dorsal. Dios, ¿qué me está pasando?

Suelto el aire que, sin darme cuenta, llevaba reteniendo todo este tiempo en mis pulmones. Llego hasta su pecho, exactamente a ese pequeño espacio donde los botones están desabrochados. Esa camisa negra que lleva hace relucir sus fuertes brazos y esos abdominales, que en otras ocasiones, he podido ver sin tela. Mi vista baja un poco más encontrándose con unos pantalones del mismo color. Me sorprendo a mí misma preguntándome su tamaño. ¿Es que me he vuelto loca? ¿Desde cuándo tengo yo esos pensamientos por Inuyasha?

Pongo la mano en mi pecho para intentar controlar mi respiración, que se ha vuelto irregular. Debo de estar sonrojada. Me obligo a mirar al frente pero mis ojos se desvían al volante. No puedo resistirlo. Nos imagino a ambos en varias situaciones y puedo asegurar que ninguna es apropiada. Siento una especie de calor expandirse por mi zona baja. Apreto los muslos para tratar de detenerlo.

- Hemos llegado- dice con la voz más ronca de lo habitual.

- Sí- digo en un susurro. Estoy consternada. ¿Qué me pasa?

- ¿Vamos?- pregunta desde fuera.

- Mmm..., sí, sí- contesto rápidamente mientras salgo del coche. Debo parecer una idiota.

- ¿Estás bien? Te noto extraña.

- Sí, sí, es sólo que estoy un poco cansada.

- Está bien- responde con una sonrisa disimulada.

Estoy a punto de subir el último escalón de la entrada, cuando tropiezo inesperadamente. Unos brazos me rodean antes de que llegue a tocar el suelo.

- ¿Te encuentras bien?

- Sí, gracias.

Me quedo anonadada, con la mirada perdida en esos soles. Sus brazos, alrededor de mi cuerpo, hoy me queman con una intensidad que nunca había sentido. Inhalo su perfume y creo estar en el paraíso. Dios, lo que daría por besarle ahora mismo. No me importa en absoluto estar en medio de la calle, necesito probar esa tentación que tiene como labios. Sólo cuando carraspea, al cabo de varios segundos, reaccionamos y entramos en casa.

Anime- One Shots Lemon Where stories live. Discover now