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Busque a Eithan entre las clases, los baños y los lugares donde acostumbraba a verlo tocarse con otras chicas. Claro, a la velocidad en que una embarazada de ocho meses puede correr.

Y entonces, recordé al único lugar donde hace mucho tiempo ninguno de los iba.

Abrí la puerta del cuarto del gimnasio y ahí estaba, con su sombrero en la mano y sentado sobre su toga.

-       ¿Nostalgia? – pregunté.

-       Todo hubiera sido más fácil si este lugar no existiera. – dijo mirándome.

Cerré la puerta tras de mi y encendí la luz. Eithan se puso de pie de inmediato, alarmado. Yo estaba únicamente muy cansada.

-       No puedes Eithan – comencé – No es justo que me dejes meses en el olvido y te vayas por ahí jugándote la vida con mujeres. Te aprovechaste de mi. Sabías que me gustabas desde el principio y seguías con esas… Putas.

-       Pensé que si me veías como un imbécil te iba a dejar de gustar.

-       No podías simplemente decirme que me alejara ¿no? – lagrimas empezaron a correr. – Tenias que hacerlo únicamente fácil para ti.

-       No llores, Sky.

-       ¿Tienes idea lo sola que me he sentido? Lo estúpida que he sido por seguir esperando a que un día llegaras y me dijeras que ibas a estar conmigo pase lo que pase, como en aquella banca en Central Park.

-       ¡¿Crees que fue fácil?! ¡Te quería, Skyler! – noto que alzó su voz y dio un paso hacia atrás. – No quería hacerte más daño del que te he hecho.

-       Es culpa de los dos, Eithan. Yo deje que me penetraras esa noche. No me hiciste daño. Ambos nos equivocamos.

-       ¡Pero fui un imbécil de cualquier forma! Te deje ir, Sky.

Entonces fue ahí cuando mi respiración aumento. Los trogloditas empezaron a patear tan fuerte que sentí como me iba muriendo.

Me sostuve de un mueble apenas.

-       ¿Sky? – dijo Eithan preocupándose. – Sky.

Entonces eso que llaman fuente, quedo en la historia.

-       Oh Dios mío, oh Dios mío.

Estaba tan asustada que no me dio tiempo ni de llorar. Los bebés venían, en el mejor momento de la historia.

-       Vamos. – un Eithan tembloroso me tomo de la mano.

Corrimos a lo que pude. Con mi dolor, mi miedo y mis ganas de morir no podíamos correr tan rápido. Yo no había traído mi móvil y Eithan lo destrozo días atrás.

Llegamos a la ceremonia.

-       Skyler Lariss Ruiz. – dijo el diector con una gran sonrisa.

Todos empezaron a aplaudir y el dolor pudo más conmigo. Caí de rodillas suavemente ya que Eithan aun me tenía agarrada.

Las voces de todo el mundo empezaron a sonar a mi alrededor. Más manos se unieron a Eithan para lograr ponerme de pie.

-       Llamen a la maldita ambulancia – dije con ira. – Tu maldito idiota – señalé a Eithan – Vienes conmigo o te parto yo misma las bolas.

Eithan palideció y siguió mis órdenes llevándome el solo en brazos hasta afuera.

Mis padres y toda mi familia siguieron a Eithan al auto, ya que la estúpida ambulancia se tardaba demasiado.

-       Respira – decía Marinna – Vamos, estas preciosa.

-       ¿Por qué no te metes el puño en tu boca y dejas de hablar, Marinna? – dije demasiados grosera – Perdóname, es que esto duele demasiado

Empecé a llorar cuando pensé que iba a tener que pujar a dos niños dentro del auto de Tommy.

Todos me agarraban las manos desde donde estaban. Eithan estaba junto a mi, aun teniendo su mano con la mía. Le agradecía demasiado ese acto, aunque le estaba despedazando la piel con mis uñas.

-       Te perdono – le dije tomándole las dos manos. - Mierda, te perdono. Pero si te quedas a ver como tus hijos vienen al mundo ya no hay vuelta atrás. No me puedes dejar sola nunca más.

-       Lo prometo, Sky.

-       Mierda, te odio en este momento por preñarme, hijo de puta.

Eithan rio nerviosamente.

Empecé a gritar de dolor cuando los achaques se hacían más seguidos, cada tres minutos para ser exactos. Eithan gritaba cada vez que yo lo hacía, mostrándome que estaba tan nervioso como yo.

-       ¿Las cosas del bebé? – le dije a mamá.

-       Joe esta trayéndolas, llegaremos al hospital en cinco minutos, ¿Estas lista para traer a este mundo a tus hijos?

-       ¡No! - y empecé a llorar. 

Terriblemente embarazadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora