o

7.8K 1K 93
                                    

Si él supiera lo que pienso de ti, seguramente le rompería el corazón. 

Suspiraste pesadamente, te cruzaste de brazos y apretaste la mandíbula. No supe por qué te molestó tanto mi confesión hasta que cavilé y reparé en una posibilidad.

  Estabas celoso.

 No te gustaba no ser él, no te gustaba que otro, aunque se tratase de mi propio novio, palpase cada centímetro de mi piel y marcara mi cuello mientras nuestros cuerpos jugaban bajo las sábanas. Es más, comenzaste a detestarle. Vi cómo lo mirabas cuando estábamos en público. No te enfades, pero siempre has actuado muy mal. Era más que notable la actitud hostil que tratabas de ocultar bajo una de tus relucientes sonrisas. Los chicos comenzaron a preocuparse por ti, te notaban raro, distinto.

 Oh, si ellos supieran. 

Es lo que te da miedo, ¿verdad? No quieres que te juzguen, que piensen mal de ti. No quieres que tu reputación salga perjudicada  por una aventura. En ese sentido, eres muy egoísta. Nunca te paraste a pensar en cuáles serían las consecuencias para mí.

Aun así, me llevaste escaleras arriba cuando todos estaban demasiado borrachos como para darse cuenta de nuestra ausencia y me encerraste en una habitación cualquiera. Nuestra banda sonora fueron los gritos y risas de nuestros amigos desde la primera planta. Nada romántico, pero yo me empeñaba en pintarlo de esa forma en mi cabeza.

Estabas enfadado. Me dijiste cosas horribles, entre ellas algunas que prefiero no recordar. Me exigiste que parase de jugar contigo, aunque yo no sabía a qué te referías con eso. Intenté tranquilizarte porque temía que te alterases demasiado. Sabía que padecías de repentinos ataques de ansiedad y no quería presenciar uno de ellos, me partiría el corazón ser la causante de uno. Me suplicabas que, por favor, me detuviese, que no podías seguir mintiendo por más tiempo. Me dolió escucharte decir esas palabras, porque en el fondo pensaba que la situación te excitaba tanto como a mí, pero resultó ser que estabas sufriendo.

 Todo dio un giro de 180º a raíz de ese momento.

Lo siento, Jimin. Me gustaría poder darte lo que quieres con tal de hacerte feliz, sabes que siempre te antepongo a todo y a todos, pero debo pensar también en mí misma. De verdad, desearía poder, pero no puedo hacer que las fantasías paren. Es lo que me mantienen con ganas de seguir adelante, como el agua que le da la vida a un muerto de sed. La magia se había acabado en mi relación, pero nuestro encuentro oportunista me devolvió a mi ser. No quiero bajar de esta montaña rusa cargada de emociones cada día, no quiero volver a mi jaula. ¿Por qué quisiste cortarme las alas cuando me había costado tanto conseguirlas?

Te convencí. No pudiste resistirte cuando presioné mis labios contra la piel de tu cuello. Llámame rastrera, porque lo hice sabiendo que esa es tu debilidad. Recuerda que en mi mente siempre somos tú y yo, nadie más. No hay terceras personas. Para mí, somos la pareja principal independientemente de la gente que nos rodea.

 Después de mimar tus labios, te pedí que me hicieras sentir esos escalofríos tan familiares y agradables que solo tú eres capaz de provocar, te pedí que dejaras de hablar y que aprovechásemos el tiempo del que disponíamos. Por un segundo te olvidaste del sentimiento de culpabilidad que te atormentaba y me sentí orgullosa de mí misma. Solo yo podía silenciar tus demonios, actuando como tu maldita bebida alcohólica favorita. Me gustó cómo me miraste a la cara, como si fuese la única para ti.

Me hiciste tuya esa noche, al igual que efectuaste anteriormente, pero esa vez en concreto fue especial, porque fuiste tú el que caíste en mis brazos, y no al revés.

•Unholy• | pjm! ✓Where stories live. Discover now