Segunda Temporada - XVII

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Tras el viaje de Cádiz, Carol y Mara viajaron a Málaga con nuestros amigos. Sin embargo, yo volví a Madrid.

Definitivamente Carol y yo nos habíamos dado un tiempo. Carol ha alquilado un pequeño estudio en Madrid para ella y para Mara. Aunque siempre que estoy en casa la niña está conmigo.

Unos días más tarde viajé a Mallorca con la niña para pasar tiempo con nuestra familia. Mi padre y mi hermano están encantados con ella. Pero esta vez Carol fue la que se quedó en Madrid.

Una vez acabadas mis vacaciones, viajé a Los Ángeles con el club para preparar la pretemporada.

Me costó muchísimo estar separado tanto tiempo de Mara. Y es que ya no puedo vivir sin sus risas y sonrisas.

7 de septiembre de 2023.

Estoy en casa de Isco hablando de la convocatoria de la semana que viene con la selección. Y justo en ese momento, mi móvil suena y puedo leer en la pantalla que es Carol.

—Hola —descuelgo el teléfono—, ¿pasa algo? —pregunto preocupado—.

—No, tranquilo —Carol parece calmada—. Sólo que mañana Mara empieza el colegio. Y creo que es un bonito momento que tú también mereces vivir.

—Perfecto, me encanta la idea —confirmo mi asistencia—. Pasaré a buscaros a las ocho y media. Hasta mañana.

Cuelgo el móvil y sigo hablando con mi mejor amigo.

—¿Carol? —pregunta curioso—.

—Mañana la niña comienza el colegio y Carol ha pensado que será buena ida ir los dos.

—Verás como poco a poco se arreglan las cosas —intenta animarme el malagueño—.

—Bueno bro, me voy a descansar —me despido de él—. Nos vemos mañana en el entrenamiento.

Al día siguiente, a las ocho y media estoy en casa de Carol.

—Buenos días —saludo al entrar—.

—Buenos días —hace lo mismo Carol—. ¡Mara mira quién ha venido!

—Papiiiiiii —la niña viene directa a abrazarme—.

—Hola mi amor —le doy dos besos a mi hija—. ¿Estás preparada para ir al cole?

—Yo no quiero ir, quiero quedarme en casa jugando con mamá.

—Pero en el cole habrá más niños y niñas para poder jugar —intento que la niña cambie de idea—. Verás como lo pasas bien.

—¿Y estará Isco?

—Claro que estará en el cole, pero en otra clase. Seguro que le ves —le explica Carol—.

—Venga, vamos —ordeno a madre e hija—. Vamos a llegar tarde.

Una vez en el colegio, entramos los tres al colegio. Buscamos en una lista la clase que corresponde. Nos acercamos a la puerta de dicha aula y ya hay dentro bastantes niños.

—No quiero entrar —Mara se aferra a mi para que la coja—.

—Mara, por favor —le pide Carol—.

Estamos intentado que la niña quiera entrar a su nueva clase cuando alguien se acerca a nosotros.

—Hola, guapaa —la chica que acaba de llegar se dirige a Mara—. ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Mara —responde mi hija mi entras esconde su cara en mi cuello—.

—¡Qué nombre más bonito! —mira a la niña a los ojos y para ello tiene que acercarse más a mí—. ¿Vienes conmigo? Te voy a presentar a muchos amigos.

—No quiero —responde la niña abrazándose a mi cuello más fuerte—.

—No os preocupéis —se dirige a nosotros—. Es algo normal en los primeros días.

—Espero que pronto ya no se ponga así —pide Carol—.

—Sois sus padres,  ¿verdad?

—Sí, yo soy Carol —nos presenta a ambos—, y él es Marco.

—Encantada, yo soy Elena. Y a partir se ahora seré la profesora de Mara.

—Venga, cariño ve con ella a conocer a los compañeros.

Después de insistir un rato más, la niña acepta entrar a clase.

Mi mañana sigue y en el entrenamiento Isco intenta animarme.

—¿Qué tal el primer día de colegio de Mara?

—Un poco mal, la verdad. La niña no quería entrar.

—Isco empezó igual y ahora sólo quiere estar con sus amigos de clase. No te preocupes.

—Por cierto, esta noche iremos a cenar a casa de Lucas. ¿Te vienes?

—¿Solo los del club o también irán las mujeres y demás? —pregunto mientras empiezo a trotar—.

—Solo los del equipo, tranquilo —el malagueño se pone a mi altura—. Anímate, con Carol se arreglará. Y si no se arregla, pues...

—Isco, no sigas —le pido resignado—.

—Está bien, te espero esta noche en casa de Lucas.

Cuando llego a casa estoy nervioso. Necesito buscarme algo para mi tiempo libre. Ahora que vivo otra vez solo, paso demasiado tiempo sin hacer nada y llego a agobiarme.

Decido llamar a Carol para saber qué tal ha ido la niña en el colegio.

—Hola —saludo cuando coge el teléfono—. ¿Qué tal ha ido?

—La verdad que mejor que cuando la hemos llevado. Dice que tiene amigos nuevos y que Elena es muy buena.

—Uff, menos mal —suspiro aliviado—.

—Oye, Marco —Carol se pone seria—, ¿podrías cuidar a la niña esta semana? Tengo que viajar por trabajo y no me gustaría que perdiese clases.

A las siete de la tarde Mara está conmigo en casa. Yo que me sentía solo y ahora tengo la mejor compañía del mundo.

—Papi, Lena es muy buena conmigo —me cuenta mi hija emocionada—.

—Elena, se dice Elena.

—No, es Lena. Y dice que hay que portarse bien para poder ir a la excursión de la semana que viene. Iremos al zoo.

—¡Halaaa! Qué guay —juego con mi hija mientras recuerdo la cena en casa de Lucas.

No creo que llevarla sea conveniente, por lo que decido no asistir. Y ni si quiera me molesto en avisar.

Al día siguiente llevo a Mara a clase. Una vez con sus amigos quiere presentarmelos a todos. Pero uno de ellos me reconoce y se revoluciona toda la clase.

Elena, la profesora, tiene que intervenir.

—A ver, ¡chicos, calmaos! —me coge del brazo y me lleva a su mesa para alejarme del grupo de niños—.

Una vez consigue tranquilizarlos y están todos haciendo dibujos, se vuelve a dirigir a mí.

—Perdona, son niños y no me había dado cuenta de la que se podía liar —se disculpa—.

—No te preocupes —le sonrío—. Me gusta hacerles felices.

—Entonces, ¿eres futbolista?

—Sí, del Real Madrid. Pero eso no te quita que siga siendo una persona normal y corriente.

—Me alegra que así sea. Mara tiene mucha suerte de tener unos padres como vosotros. Ah, por cierto, Carol me avisó de que no siempre vendría ella a por la niña. A veces vendrías tú, o algo así.

—Sí, bueno, estamos distanciados y la niña a veces está conmigo y otras veces con Carolina.

—Espero que eso no suponga nada para la niña.

—En absoluto. Y ahora, si me disculpas, tengo que irme. Encantado, Elena.

Llego al entrenamiento y mis compañeros no me miran con buena cara. Anoche no aparecí y parece ser que no les ha sentado muy bien.

Mi pequeña casualidad - Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora