Capítulo 1

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Estoy sentada viendo el partido de futbol de mi escuela, todas mis compañeras están hablando de que tan buenos están los chicos, mientras yo estoy aquí con mis audífonos tratando de pensar en algo, lo que sea, que me haga olvidar los comentarios de las demás chicas.

Gol.

Las chicas gritan y se vuelven locas. Acaba de meter el chico más buenote de la escuela. De seguro solo le gritan para que él las vea, pero eso no pasará, ellas no saben que él es gay. Por una parte odio a mi hermana por meter en esta escuela pero estar aquí me hace fuerte, o eso creo.

-Hey Abbie- llego Hunt, mi extravagante, loco, simpático, tierno, loco (lo sé dije loco dos veces), y extremadamente único mejor amigo- ¿Qué haces?- dijo sonriendo.

-Trato de ignorar a ellas- hice un movimiento de cabeza para el grupito de chicas que si fuera por ellas tendrían las piernas abiertas todo el tiempo.- pero también, ruego porque nos dejen entrar al salón, quiero leer.

-Sabía que dirías eso, te conozco pequeña.

-Lo sé.- Le sonreí mientras le goleaba el hombro levemente.

Adoraba eso de él, me conocía completamente y aún así seguía a mi lado, le debo mucho a este loco. Empezamos a decir tonterías que solo para nosotros tenían gracia, él era el único que entendía mis chistes y le gustaban, con él soy libre de ser yo misma. Y lo mejor era que él es un chico enamorado, por lo tanto yo no me preocupaba por alguna doble intención de él. Seguimos así hasta que nos dejaron volver al salón para “tomar agua”, lo cual para mucho chicos significaba “mostrar mi torso desnudo, sudado y sexy para que las chicas me amen”.

Para mí significa: Lectura.

Agarré mi libro de Luna Azul, cuando sentí unos brazos alrededor de mi cintura. Connor. Reconocería su aroma donde sea. Me voltee para regresarle el abrazo, como el casi no viene a clases, tenía que aprovechar cuando estuviera aquí. Él es mi novio, el chico malo de la escuela.

-¿Qué lees, hermosa?- dijo tomando mi libro con una mano mientras me abrazaba por la otra.

- Luna Azul, de hombres lobos ¿no recuerdas que te conté de él, el viernes pasado?- dije alejándome de él. El mismo problema de siempre. Su orgullo. Su reputación, son más importantes que un libro. Odio eso.

-Ah ya, la del chico lobo que se enamora de una mortal ¿no?- dijo el acercándose todavía más, él quería besarme. Mierda. ¿Me tiene que besar cuando todo el mundo está en el salón?

-Emmm… Si, dejémoslo así.- Dije volteándome al otro lado. Le quite mi libro de sus manos, luego le di un beso en la mejilla, tratando de que no importara el hecho que estuviera sudado y me fui. Yo quería leer tranquilamente, sin problemas. Así que fui a mi lugar favorito de toda la escuela.

La biblioteca.

Bueno, o lo que la escuela llama “biblioteca” son unos pocos libros los que están ahí y son los que regala la escuela cada año tratando de fomentar la lectura y que regresan a la escuela el próximo año cuando piden libros para “enriquecer” nuestra biblioteca. En fin, nadie va a ese pequeño salón, aunque tenga la mejor vista de la escuela, excepto yo, o a veces cuando alguien va a buscarme aquí me vienen a buscar. La señora Mary, la pobre viejita que fue maestra de ciencias por casi toda su vida ahora cuida la biblioteca, es ella la que me ayuda siempre, que tengo un problema en la escuela.

-Buenos días Sra. Mary- dije saludándola con una sonrisa, ella leía por milésima vez El amor en los tiempos de cólera. Solo hizo un ademan de saludo con su cabeza y siguió con su lectura, estoy segura que mañana lo acaba.

Leí un rato hasta que el timbre tocó, no quería ir a clase de ciencias, pero tenía que ir. ¿Por qué no puedo simplemente ir a una reserva ecológica, encontrar a un chico sexy que se enamore de mí y que sea un lobo? Bah, dilema de la vida.

Camine a mi salón, otra vez me puse mis audífonos, odio escuchar las conversaciones de las mujeres en esta escuela, juraría que son hombres si no fuera porque tienen voz aguda y por qué hablan de hombres. Hoy estaban desatadas, se podía oler las hormonas, algo había pasado y no me podía importar menos.

Sentí que me jalaron el hombro.- ¡Abbierty James! ¿Qué nunca dejas la música y los libros? –dijo una personita loca, irritante y extremadamente inteligente, mi mejor amiga.

-Nicol Hayde, sabes que si dejo de leer y escuchar música, seré parte de ese espécimen humano, que llaman “típica adolescente hormonal”- dije abrazándola, mientras reímos, ella era la combinación perfecta, leía, era inteligente, era buena persona, pero también sus hormonas la controlan. Me quite los audífonos para platicar con ella.

-Como habrás notado, por las hormonas en el aire- dijo, oliendo el ambiente- hay un chico nuevo. Y no cualquier chico. Daylan ha vuelto.

Oh no.

Daylan Kane, el chico más guapo de toda la escuela durante el tiempo que estuvo aquí, el chico que tenía a todo el salón de cabeza, él que sacaba excelentes calificaciones, él que nunca se enamoró, él que se fue por beca deportiva. Quien no conociera su historia, sería… nadie. Afortunadamente yo entre dos años después que él se fuera de la escuela, así que tuve el placer de no conocerlo.  Nicol debió leer mi cara porque dijo.- Oh si, y él estará en nuestro salón.

Mierda.

Después de esa noticia sabía que sería una tortura las clases, con alguien como Daylan en el salón las chicas lo acosarían, los chicos presumirían más. Entre al salón y esperé a que empezará mi tortura.

Habían pasado 10 minutos, ni Daylan, ni el maestro llegaban, si el maestro no llega después de 10 minutos, clase libre, lo que es igual a desastre. Así que decidí regresar a la biblioteca, puede que estudie un poco ciencias ahí, en vez de perder mi tiempo aquí.

Corrí por la escuela, con miedo a que la prefecta me viera fuera de clase y me mandará un reporte por cualquier tontería que se me pudiera decir como “no tenía maestro…” y ella inventaría el resto. Me sabía el camino de memoria, sabía  que no podría chocar con nada. Pero si con alguien.

Choque con él, haciendo que los dos cayéramos sobre el pasto de la cancha de futbol, que tenía que cruzar para llegar a la biblioteca. Caí de espaldas, y el cayó a lado mío, boca abajo. Estaba enojada, ¿Qué no vio a una loca corriendo por un campo VACIO, volteando hacia todos lados menos hacia adelante?

-¡Rayos! No te vi, lo siento estas…- empecé a decir, mientras los dos nos levantábamos del suelo pero luego no pude decir nada mas, se me fue el habla. Él era Daylan Kane. Había chocado con la leyenda de la escuela. Maténme.

Nunca lo había visto, ni si quiera en foto, pero era muy guapo. Tenía una piel blanca, un poco quemada por él sol, se ve que hace ejercicio, no usa playeras pegadas, ahora que está parado sé que es alto. Pero lo mejor son sus ojos, él tiene los ojos negros más hermosos que alguien puede tener. Estaba congelada enfrente de él.

-Lo siento, estaba entrenando un poco futbol, y no te vi correr, ¿estás bien?- dijo Daylan, sacándome de mi trance.

-Sí, este… Estoy bien… auch.- dije cuando mi rodilla empezó a arder, rayos, me raspé.

-Te raspaste, oh, lo siento mucho, déjame ver- se hincó y vio mi raspadura- No es nada grave ¿quieres que te acompañe a la dirección, para que te pongan algo?

-Si… Digo ¡no! Es que, me salí de clase y no saben que estoy afuera así que no te preocupes, tu sigue entrenando- Ni le di tiempo de responder, por que salí corriendo, nunca me había puesto nerviosa, con un chico. Llegue a la biblioteca cansada por correr y con la rodilla llena de sangre, a la señora Mary casi le da un ataque. Ella limpio mi herida, pero aunque me puso alcohol y no dejaba de pensar en esos ojos negros con los que había chocado.

Enamorada de una miradaWhere stories live. Discover now