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First fuck —Jhené Aiko

Érase una vez, en una pecaminosa zona de la cuidad de Seúl, un "club nocturno" iluminaba cada rincón de su cuadra, con luces aterciopeladas y un lujoso letrero que ponía el nombre del sitio.

«Midnight Sparks», lugar de aposento para hombres millonarios e importantes, la mayoría casados y/o con una reputación irrefutable, lo suficiente como para pagar el prostíbulo más caro y exclusivo de Seúl.

Mujeres de todas partes frotaban su "bendición de Dios" contra fríos tubos metálicos, con exóticos trajes de pedrería y plumas. Si muy bien todas eran catalogadas como "zorras", ellas sabían que su trabajo era tan normal como cualquier otro, tan noble como los demás.

Su clientela era de élite, niños de papi, los "papis", líderes de cárteles, atletas de buen sueldo, políticos de alto rango, y los más esperados... los idols. Los clientes favoritos de las chicas, no sólo eran los que daban mejores propinas, una gran partes de ellos eran súper guapos.

Yo, la hija del dueño, mi padre, un portugués criado en Estados Unidos que no tuvo una mejor idea que asociarse con un coreano millonario, crearon este lugar, meses después este coreano fallece por una enfermedad terminal, mi padre pasa a ser dueño del club.

Un golpe en la puerta del camerino principal me saca de mis pensamientos, Dalhia, una guapa turca abre la puerta, era Yie Som, la mano derecha de mi padre, miró a cada una con sus ojos inexpresivos.

—Faltan 10 minutos para recibir a los cliente, ya todas saben sus turnos para el escenario, no quiero confusiones —dicho esto, Dalhia cerró la puerta en su cara.

A ninguna le agradaba Yie Som, se creía por encima de todas por no ser una chica de compañía.

Dahlia se sentó frente a un espejo a esperar a algún estilista, ella era la primera en presentarse. Keisha, una alta chica afroamericana quitó los ganchos que sostenían sus armados rulos, yo estaba sentada al estilo indio en un sillón.

Sentadas cerca de mí estaban Akiko, Marcela, Gardenia, Louise, Videnka, Pasquei, Areum y Hye Young.

El resto de las chicas estaban regadas por el camerino, las suficientes como para que no quisiera nombrarlas.

Yo era muy cercana a ellas, digo, no me quedaba de otra, era lo único que conocía. La ausente Ha Ni era la más cercana a mí, no había mucha diferencia de edad, y digamos que era mucho más fácil congeniar con ella que con las demás.

Se pasaron unos 45 minutos en ajetreos, trajes volando de un lado a otro, maquillaje y sprays para cabello eran pasados de mano a mano, esta era la rutina durante cuatro días a la semana y aún así dejaban todo para ultimo minuto. Vi cómo Ashley, una australiana de cabello castaño y piel dorada, destapó una botella de escocés, que espero sea de 18 años. El ritual antes de cada jornada de trabajo, un shot de escocés para la buena suerte, incluso yo tomaba uno.

Cada una tomó su vasito recubierto en plata, nos miramos todas a los ojos y bebimos el trago sin dejar caer ni una gota.

El liquido se deslizó por mi garganta, quemando mis paredes a su paso, limpié mi boca con el dorso de mi mano.

Salí con Dalhia cuando la llamaron, me quedé detrás de la cortina del escenario, no tenía nada que hacer, pero tampoco quería ir a casa.

Observé mi atuendo, unos cortos shorts de mezclilla que empezaban un poco más abajo de mi cintura, un bralette del satén en dorado rosáceo, unas sandalias de color similar al bralette y un pequeño choker negro.

midnight sparks ; l.jh ♠︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora