01 | Sorpresa.

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01 | Sorpresa.

Toga era la inocencia en persona.

A pesar de, poseer rasgos bastante infantiles, ella era considerada una amenaza por la sociedad. No sólo por su particular Individualidad, sino por la capacidad de infiltración que poseía.

Nadie lograba comprender el por qué, siempre hacía lo mismo. El por qué invadía un pedazo del corazón de cada persona, logrando que su ausencia doliese y sintiesen un vacío en su interior, era un verdadero enigma.

Era una habilidad que ésta tenía.

Pero, ninguno de los amigos de Himiko se puso a pensar en ella. En su familia, su hogar.

Himiko era un total misterio para todos.

Lo único visible y desagradable de su ser, era aquella sonrisa más risueña que el gato de Alicia en el País de Las Maravillas. Era interesante y amenazante.

El aura que Toga emanaba era particular. Su simple apariencia daba una sorprendente impresión, mientras que, de su ser despedían granos de dulzura y amor.

Como si su alma tratase de la pureza en sí.

Sus dos coletas, su cabellera rubia, sus ojos dorados y su andar tan tierno. Era característico de una persona infantil, de una niña que seguía en la infancia. Incapaz de abrir los ojos y contemplar la crueldad de la realidad.

Ese pensamiento cruzaba el pensamiento de todas las personas que la conocían, que sólo buscaban corromper aquella frágil alma que la mujer parecía poseer.

Pero, todo aquello era sólo una imagen que ella trataba de aparentar.

Al contrario, en el fondo era una persona ambientada por la realidad, con los pies bien parados en el suelo. 

Era la simple fachada de un individuo que habita en la desconfianza, en la mismísima inseguridad. Porque Himiko era bastante fantasiosa, y al creer que sí cambiase toda su forma; podría agradar a la podrida sociedad.

Y sí funcionó.

Porque cada persona que compartía aunque sea simples escenarios con ella, era algo inolvidable. No sólo por la confianza que abarcaba al hablar, sino la consideración que resaltaba en cada una de las palabras pronunciadas de su boca.

Era el mismísimo paraíso.

Nadie se percataba de la doble personalidad que ella conservaba. Eran enredados por las telarañas que Himiko tejía, incapaces de salir de ellas.

Era como un arte que ella sostenía firmemente.

Observaba aburrida el panorama de su vista, millones de personas siendo consumidas por la tentación de aquel sentimiento, denominado amor.

Algo que ella tanto conocía, pero que no solía experimentarlo. Nunca o casi nunca.

Y por primera vez, su preciosa sonrisa se rebajó, formando una mueca en su lugar. Porque el desinterés de las personas por conocer a su verdadero yo, era demasiado. 

No podía evitar sentirse irritada por aquel usual comportamiento en la gente.

Nadie se atrevía a sufrir, sólo se basaban en la suerte. Y no comprendían que de ello, no se vive.

Que aquello que ellos llamaban vida, sólo era falsedad. Porque estaban cargados de sentimientos, pero nadie los hablaba.

Lo ocultaban en algo peor que una telaraña, lo guardaban en sus pulmones. Que cada dos por tres, lanzaban suspiros de exasperación.

Porque parecía que nadie entendía que, cada vez que uno suspira un pedazo de felicidad se escapa.

Nadie pensaba seriamente en su existencia, trataban aquel hermoso regalo recibido como si fuese un desperdicio. Se tragaban sus problemas, amargando su subsistencia.

Y ella no interpretaba cual era su definición de felicidad.

Porque estaba seguro que aquello no era alegría, porque todos se ahogaban en sus decepciones, sin poder enfrentarlas o superarlas. Eran simples cobardes.

Toga se sentía gloriosa, porque ella no estaba cargada de arrepentimiento. Estaba viviendo y eso era motivo suficiente para sonreír.

No importase cuan desagradable sea esto para los demás, ella sólo quería sentir algo. Su sonrisa expresaba todo de ella, era lo más verdadero que su imagen adaptaba.

Su cabellera desordenada era sólo una simple estrategia, un mecanismo de defensa a posibles enemigos u dolores que llegase a poseer.

Admitiría que se sentía aburrida de la vida que trataba de atesorar. Porque nada encendía absolutamente nada en ella, era sólo falsedad e hipocresía por todos lados.

Y se cansaba de tanta decepción que se estaba llevando de lo hipócrita que podía ser la sociedad, sólo para fabricar una felicidad. Solo basada en objetos materiales, ya que nadie parecía intentar hacer una tregua con sus problemas.

Y con problemas, ¿quién podría ser feliz? 

Nadie.

Sin embargo, allí estaba ella. Tratando de admirar algo que, no la aburriese. Buscando algo que no sea falso.

Por un mísero momento, pensó en darse por vencida. 

Hasta que allí lo vio. Una persona repleta de quemaduras y cicatrices, poseía parches en todo su cuerpo y aparentemente carecía de piel; usa piercings para unirla. 

Este chico era notablemente delgado, con una posición erguida y conservaba notorias ojeras. 

Su interés se acumuló, contemplando con curiosidad al misterioso chico vagando sin rumbo alguno por la ciudad. 

Se atrevió a acercarse a él, quedando totalmente expuesta en aquella ciudad llena de hipócritas. 

Sin embargo, su descuido no importó. Aquel chico fue más rápido y con sus rasgadas manos, la tomó del brazo.

Toga se sorprendió, no sólo por la acción repentina del joven, sino por la suavidad en la que trataba de que, la tenue piel de Himiko no tocase la áspera costura del chico.

Aquel tierno gesto, fue rápidamente reemplazado al sentir la frescura que sobresalía de la pared en la cual, él la había apoyado.

—¿Por qué finges?— preguntó con su atractiva voz, sonrojando levemente a la rubia. Quien no comprendía exactamente a qué se refería el muchacho frente a ella.

—¿Disculpa?— preguntó de manera educada. La gente amaba aquel tacto que ella solía usar al comunicarse, reflejando dulzura en cada una de esas palabras.

Jamás imaginó que tuviese el efecto contrario en aquel chico azabache, quien mostró una mueca de irritación.

— ¿Por qué finges ser otra persona?— interrogó un poco más claro. La mujer abrió sus ojos, de manera exagerada.

No mentiría su pregunta la tomó desprevenida, al menos ella no se esperaba aquello. Estaba dispuesta a contestarle directa, hasta que sintió su garganta pesar.

Las palabras no lograban salir de su boca, como si sus cuerdas vocales no funcionasen. Ya que, de éstas no podía pronunciar absolutamente nada.

Entonces observó aquellos ojos turquesas, y lo sintió.

Él era especial.

Su respiración comenzó a acelerarse, su corazón palpitaba con fuerza. Sus mejillas se teñían de un color carmín intenso y entrecerraba levemente sus ojos.

Un cosquilleo comenzó a transportarse por todo su cuerpo, la ansiedad que recorría sus venas era demasiada. Podía sentir la satisfacción en cada parte de su ser.

Una sonrisa triunfal salió de sus labios.

La primera emoción que Himiko Toga logró experimentar en compañía de Dabi, fue la Sorpresa.

Sorpresa de encontrar a una persona clara, sin mentiras ni hipocresía.

Emoción | DabiTogaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon