III ━ Bonding.

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  Era un jueves por la tarde cuando ambos volvieron a verse. Jason preparaba la cena, Kate hablaba con su padre por teléfono y Renee, que acababa de llegar a casa, se servía un vaso de agua mientras contaba los segundos para que el timbre comenzara a sonar.

En tres,

...dos,

...y uno.

El distintivo sonido alertó a Jason, quien procedía a poner los platos mientras veía a su madre acercarse a la puerta.

 Buenas tardes, detective Montoya.

 Dick, puedes llamarme Renee fuera del trabajo.

Jason levantó la mirada de inmediato al oír esa voz, su madre dejó entrar al oficial y al voltearse le ofreció una sonrisa que lo convenció de que eso no era una coincidencia.

Preguntarse cuál había sido el maquiavélico plan de Renee lo hizo alterarse tan solo un poco, pero la calma volvió a él cuando notó los papeles que portaba Dick y se dio cuenta de que solo se trataba de un asunto de trabajo.

Por supuesto, porque trabajaban en el mismo lugar. Pff, ¿qué otra cosa podía ser?

 Dejaste esto en la estación. ─   Dick le tendió un archivero, el cual Jason dedujo que contenía documentos bastante importantes como para que Dick se encargara personalmente de devolverlos. Aquello solo volvió a incrementar sus sospechas, Renee no era una mujer torpe y olvidadiza que prescindía de portar ese tipo de papeles ella misma.

 Gracias, Dick. No sé qué pasa conmigo últimamente, ¿debería culpar a la edad?

Jason lo dudaba.

 Y luego se preguntan por qué estás cerca a retirarte. ─   Kate hizo ingreso a la sala y le dirigió a su hijo la misma sonrisa que Renee le había ofrecido momentos antes. ─   Buenas tardes Dick. Es bueno verte— ¿Por qué no te quedas a cenar? Jason preparó camarones al curry.

Todas las miradas volvieron a él. Bien, eso era incómodo. ─  Si, uh— Serviré un plato más.

Los primeros minutos transcurrieron en silencio. Jason, sentado al lado de Kate, intentó ignorar los sonidos que Dick hacía al saborear su comida. Lo estaba distrayendo haciendo que su mente fuera a lugares indebidos, pero al menos sabía que al mayor le estaba gustando su comida.

Para su fortuna, el mismo Dick acabó con el silencio:

 Jay, no sabía que cocinaras tan bien.

Eso le ganó una sonrisa, aunque trató de mantenerse humilde. ─   Vas a encontrar cualquier cosa deliciosa, literalmente. Considerando tú dieta...

Dick dejó escapar una risa y continúo comiendo con el entusiasmo de antes. A su lado, Renee sonreía y Jason no debía mirar a Kate para saber que ella también lo hacía.

 ¿Cómo están Bruce y los niños, Dick? ─  Preguntó Kate.

 Están bien. Bruce ocupado como siempre, Damian ya se lleva mejor con nosotros, Tim está a punto de terminar la secundaria y Cass comenzará clases de ballet.

Ahí estaba, el brillo que surgía en los azules ojos de Dick cada vez que hablaba de su familia, tan encantador que lograba que Jason sonriera involuntariamente.

─ Deberían visitarnos un día en la mansión, los tres.

 Bruce me invitó a cenar hace mucho, parece un buen momento para cobrar la invitación.

 ¡Perfecto! Este fin de semana me quedaré en la Mansión, le diré a Bruce y los mantendré al tanto.

Mansión Wayne— a Jason aún se le hacía difícil creer que un sujeto tan sencillo como Dick había pasado la mayor parte de su vida viviendo con Bruce Wayne y su mayordomo.

(Tenían un maldito mayordomo... ¿En qué siglo vivían?)

Sin embargo, sabía que Dick había nacido en una familia circense y romaní y que sentía orgullo de su origen. Era reconfortante conocer a alguien que también provenía de un sector modesto pero que se encontró siendo criado por el descendiente de una poderosa familia. Dick lo entendía, como nadie antes lo había hecho.

(Aunque había algo que los diferenciaba: mientras Dick le rendía honores a la memoria de sus padres, Jason Todd, ex-delincuente juvenil e hijo de un narcotraficante y una drogadicta, aún sentía un gran resentimiento por aquellos que lo trajeron al mundo).

 Entonces nos veremos pronto allí. ¿Qué opinas, Jason?

Sacándolo de sus meditaciones, la cómplice sonrisa de Kate esperaba una respuesta.

 Suena bien.

• • •

Durante la mañana del lunes no fue una llamada de Dick la que lo despertó o uno de sus mensajes de texto esperando a ser leídos, como se había vuelto usual entre ellos. Sobresaltado por la interrupción de su sueño producto del sonido del celular, Jason se quedó un par de segundos contemplando el nombre del contacto que lo llamaba: Kyle.

Kyle Rayner. Era difícil olvidar esas tardes en su estudio en donde, cubiertos de pintura, se besaban y acariciaban como si no hubiera mañana y hasta que sus cuerpos alcanzaran aquel anhelado éxtasis. En ese entonces ambos eran estudiantes de la Academia de Artes, Jason tomaba cursos de literatura y teatro, mientras que Kyle estudiaba pintura. Donna Troy cursaba literatura junto a Jason y era íntima amiga de ambos, gracias a ella se conocieron y en cosa de semanas pasaron del odio mutuo a no poder quitarse las manos de encima.

Se podría decir que fueron "novios" en algún momento, pero Jason era (y seguía siendo) reacio a establecer vínculos íntimos, y Kyle buscaba y necesitaba algo que Jason no podía darle.

(Podrían haber funcionado, Jason quería que funcionaran— Pero quizás no estaban destinados para eso.)

Ver su nombre en la pantalla del teléfono le recordó todas aquellas ocasiones en las que estuvo tentado a llamarlo en honor a los viejos tiempos, pero era demasiado orgulloso para tal cosa, en su momento ni los altos niveles de alcohol lo habían conseguido, y en el presente solo se veían cuando Donna deseaba que se reunieran los tres.

No había vuelto a sentir dicha tentación desde que conoció a Dick.

─¿Kyle?

 Hey— ¿Te desperté?

 Uh, no— Si, como sea, ¿qué pasa?

 Escucha...Sé que esto salió de la nada, pero te llamo por una oferta de trabajo.

Oh. Bien, ciertamente no era lo que se esperaba.

 Soy todo oídos, Rayner.

Clearest Blue.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora