Mental Shield

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5.- Mental Shield

Gotas de sudor se deslizaban por mi frete y sienes, demostrando lo exhausta que estaba tras recibir órdenes del Capitán América. El entrenador a mi cargo. Tuve el presentimiento de que él, tal como se mostraba, sería un poco más comprensible en cuanto a los entrenamientos. Pero no había ninguna pizca de ello en su forma de adiestrarme como una más dentro de Los vengadores.

Vi el golpe de Romanoff acercarse a mi rostro, pero para cuando quise esquivarlo, éste había aterrizado en mi mejilla, logrando derribarme por completo.

- ¡Basta! ¡Ya no quiero ensayar más! – Gruñí en el suelo, tocándome el área dañada. Romanoff rio.

- ¡Vamos, _____! - Alentó el Capitán. – ¡Tú puedes!

-Claro, como si tu estuvieses en mi lugar –Me quejé, fulminándolo con la mirada, pero solo recibí de su parte, una simple sonrisa que demostraba cuan divertido estaba al verme de aquella forma.

-Todos lo estuvimos algún día, Señorita Stone. – Acotó mi entrenador. Largué un suspiro y me volví a levantar, sin dejar de sentirme molesta por el trato que me estaban dando los dos. Intenté una vez más, focalizándome en crear un escudo mental que cubriera el área a mi alrededor. Así, los golpes de la pelirroja no podrían dañarme y con ello, al fin me dejarían en paz. Por lo menos hasta el día siguiente.

Realmente me costaba trabajo imaginarme el color del que sería mi escudo. Wanda, la muchacha sokoviana, me había recomendado imaginar el color del escudo que me protegería. Pero nada resultaba. Y, ¿cómo iba a resultar si tenía a dos sujetos atacándome constantemente?

-Plan B –Mencionó Romanoff a Steve.

- ¿Plan B? –Cuestioné, curiosa. Steve desapareció por unos minutos, para luego volver con Bucky a su lado. Éste, sonrió a mi dirección, parándose frente a mí. Logré captar por la mirada de Steve y Romanoff, que esta vez el plan B sería lo que impulsaría a sacar el maldito escudo mental. Más me rehusé al ver sus intenciones.

-Y-yo...No puedo. – Dije, negando una y otra vez. –¿Ni si quiera puedo defenderme y quieren que defienda a Bucky?

-Hazlo –Me incentivó el soldado. – Estaré bien.

-Que comience el juego –Sonrió la pelirroja al mismo tiempo en el que golpeó a Bucky en la quijada. Éste, sin darle tiempo, cayó al suelo para luego levantarse rápidamente. Me sorprendí al ver que él no hacía nada para defenderse, confiando en que yo llegaría a su rescate. Las lágrimas comenzaban a salir tras la desesperación que sentía al no poder sacar el maldito escudo de una vez. Bucky, luego de un rato, cayó al suelo y esta vez no se levantó. Natasha al parecer estaba dispuesta a seguir golpeándolo. Se acercó a él y fue allí cuando sentí una sensación extraña en mis extremidades y pensamientos.

- ¡YA BASTA! –Grité molesta, cerrando los ojos con frustración. Dejé salir toda la ira que había comenzado acumular desde que me llevaron al lugar de entrenamiento, ésta, salió disparada de mi cuerpo, creando una especie de estruendo que resonó por todo el edificio, algo casi poco creíble. Al menos para mí.

Abrí los ojos de inmediato al escuchar quejidos. Steve y Natasha yacían a metros de mí, ambos en el suelo, quejándose por el dolor de la fuerza que los había impulsado hacia la pared de cemento tras de ellos.

-Al menos, nuestro plan B dio resultado –Dijo la pelirroja, volviendo a ponerse de pie con dificultad, quejándose en el proceso.

-Procura estabilizarla, Stone. – Pidió el Capitán, posando una de sus manos sobre su pecho. –Mañana, temprano. –Avisó el hombre y, junto a la pelirroja, ambos se fueron apenas, quejándose mientras caminaban de vuelta a la torre Stark.

Pasmada, no podía creer que el escudo había salido de aquella manera. Sabía que estaba allí porque Wanda me lo corroboró al no poder tener acceso a mis pensamientos. Por un momento solo tenía la certeza de que mi don era dominar los cuatro elementos de la tierra, pero, ¿un escudo mental?

Corrí hacia Bucky en cuanto volví en sí, percatándome que él aún seguía en el suelo, soltando pequeños quejidos que me hacían sentir la peor persona a la que pudo confiarle su vida. Le ayudé a sentarse sobre el suelo, lamentando que todo fuese de aquella manera. Su rostro, magullado jamás me lo podría quitar de la mente.

-Lo siento tanto, Bucky. –Me lamenté. –N-no era mi intención no h-hacer nada.

-Descuida, _____. Confío en ti y, sé que mañana la situación será distinta. –Sonrió.

-N-no... no pens-pensaras en volver, ¿o sí? –Cuestioné, poco convencida de volver a verlo como el conejillo de india a quien Romanoff pudiese abofetear sin que él, se convirtiese en el sujeto malo. Éste asintió, dispuesto a correr el riesgo. No dudé en negarle su disposición. No podría verle nuevamente ahí después de lo que sucedió hace minutos atrás. – ¡Estás loco, Barnes! –Chillé.

-Es mi decisión. Te quiero ayudar – Replicó.

-Pues, yo no quiero que lo hagas. –Espeté. – Yo... simplemente no podría soportar verte así nuevamente. –Suspiré. La sensación en mi pecho era molesta. Lo que no sabía Bucky era que me dolía en el alma verlo herido pues, me gustaba y, en mi estaba el afán por querer protegerlo de las adversidades del mundo moderno.

Me levanté de su lado, escapando de él al percatarme de que había hablado de más. Bien sabía que, si me quedaba unos segundos más, terminaría por confesarle mis sentimientos y, lo que menos quería era arruinar la amistad que llevábamos.

-No te quiero ver mañana aquí, Soldado. –Pedí y fue lo último que dije antes de desaparecer del recinto. Recé y pedí en mi fuero interno que él corriera tras de mí. Que tomara de mi brazo y me atrajera a él. Pero nada ocurre como en las películas que alguna vez vi en mi vida pues, yo seguí mi camino y Bucky, jamás tomó mi brazo. 

James 'Bucky' Barnes  ||  One - ShotsWhere stories live. Discover now