(15) Paraíso

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Josh se levantó de la cama con una sensación extraña, no estaba acostumbrado a dormir sin Lauren arriba. Cuando se despertaba, porque era él quien lo hacía antes, solía echarle un vistazo a su amiga mientras aún dormía. Parecía que el sueño se llevaba todas sus preocupaciones, pues su rostro se mostraba calmado y en paz. Obviamente, esas eran las mañanas en las que Aries no tenía pesadillas. Había muchas otras veces que, cuando Josh se levantaba, la chica no estaba en la cama; sino que se encontraba sentada en el sillón del salón, con la mirada perdida. No solía explicarle de qué trataban, pero él se lo imaginaba.

Se percató de que el símbolo de Tauro se había iluminado, así que era probable de que tuviera noticias. Sin embargo, parecía que Aries seguía bien, incluso más feliz.

Se cambió de ropa y dejó el pijama doblado sobre la cama. Se pasó los dedos por el pelo para peinarse y abrió la puerta de la salita, dispuesto a encontrarse con Noah.

- Quiero enseñarte una cosa - anunció el Jelhoc en la oscuridad -. Sé que ya has superado que Lauren no debería necesitarte, y estoy muy orgulloso de ti. Por esa razón, quiero que conozcas algo y... a alguien. Seguro que después de eso Lauren estará tan orgullosa de ti como yo - añadió.

Josh no tenía ni idea de qué podía querer su amigo, pero dejó que apoyara las manos en sus hombros. Hecho esto, Noah pronunció unas palabras y una flor gigante los engulló.

Los pétalos cayeron todos a la vez, haciendo que la luz incidiese en los claros ojos de los chicos. El menor observó el paisaje a su alrededor. Se encontraban en una amplia pradera, cubierta de flores de colores entre los que predominaba el blanco y salpicada por árboles de tronco robusto y enormes copas de hojas verdes. Sus ojos parecían brillar ante la grandeza de la naturaleza.

- Mira allí - le indicó Noah.

Había una chica sentada entre las flores. Sus cabellos, largos y rubios, parecían flotar en el aire alrededor de su cabeza y tenía los ojos azules eléctricos muy abiertos. Llevaba puesto un vestido blanco impoluto, y unas grandes alas emplumadas salían de su espalda. En la cabeza llevaba una corona de flores, similares a aquellas sobre las que se encontraba.

A Josh se le cortó la respiración. Era una mujer bellísima, y su forma de vestir le recordó a un signo del zodiaco.

- Virgo - exclamó Noah, atrayendo la atención de ella.

EL muchacho hizo una reverencia, y el otro Jelhoc le imitó. La mujer clavó su mirada en ambos.

- Noah, ¿quién es tu acompañante? - preguntó con una voz profunda, sin parpadear.

- Él es Josh, Jelhoc de Aries - informó, como se le había pedido.

- ¿Aries? ¿El Carnero? - hizo una pausa - ¿Eres consciente de que podría provocar un incendio en nuestro paraíso?

Josh sabía que estaba en lo cierto, una chispa y toda aquella belleza sobrenatural acabaría reducida a cenizas. Sin embargo, él no estaba dispuesto a hacerlo.

- Confío en él, Virgo - aseguró Noah.

- Y yo confío en tu palabra, Noah. ¿Por qué lo has traído?

Josh se fijó en que no había parpadeado ni una sola vez, parecía que estaba en una especie de trance.

- Desearía que nos mostraras a Aries - pidió.

- Que así sea - aceptó Virgo.

Sus alas se extendieron y en ellas apareció una imagen. Era una habitación oscura en la que difícilmente podían distinguirse tres personas. Todas estaban sobre una cama grande, de matrimonio. La figura más pequeña, que parecía una niña, dormía en un lado de la cama. Las otras dos estaban sentadas juntas, hablando. Ambos Jelhocs distinguieron a Tauro y Aries. Entonces, ante el asombro de los chicos, estos se abrazaron. Ninguno podía imaginar qué habría ocurrido para que eso pasara, teniendo en cuenta que la última vez que los vieron se encontraban en una pelea a muerte.

Virgo plegó sus alas, dando por acabada la visión. Josh y Noah se miraron con incredulidad. No les dio tiempo a decir nada, porque algo empezó a cambiar. Los cabellos de la mujer comenzaron a acortarse, las alas encogieron hasta desaparecer y su vestido blanco se sustituyó por un jersey ancho de punto de un tono rosa pálido y unos pantalones negros. La chica cerró los ojos y, cuando los abrió, habían perdido parte de su color azulado y eran más bien grisáceos. Se puso de pie y les sonrió. Ambos chicos le devolvieron la sonrisa, pero Noah fue el único capaz de hablar:

- Victoria.

Tauro (Doce Elegidos II) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora