🌿Comienzo

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Volví a la tierra al momento en el que la campana sonó y todos se pusieron de pie, quedando solo Chris y Pichit como testigos de la manera desesperada y rápida en la que corrí hacia Victor.

Chocamos con brusquedad, pero rápidamente nos envolvimos en un abrazo fuerte.

Su nariz buscó mi pecho y mis labios su frente, la cual besé repetidas veces con delicadeza.

—¿Por qué ahora? —preguntó en voz baja.

—Porque soy un imbécil que no notaba aquellos sentimientos que se encontraban en la punta de mi nariz.

Victor dejó salir una suave risa, para luego dar pie a unos largos minutos totalmente a solas, en los cuales sus manos acariciaban el cabello de mi nuca, mientras yo lo sentaba sobre un banco.

Mis manos acariciaban sus mejillas, a la vez que nuestros labios se unían con lentitud.

No teníamos mucho tiempo y tampoco era el instante adecuado para ello, por lo que rápidamente lo invité el sábado por la tarde a una cita, y volvimos a nuestro ambiente escolar.

Martes, miércoles, jueves y viernes

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Martes, miércoles, jueves y viernes.

Jamás en mi vida había tenido tantas felicitaciones por parte de tantas personas.

"¡Me alegro por ustedes!", "Victor es realmente hermoso. ¡Les deseo lo mejor!", "¡Espero que duren bastante!", "Ambos brillan con tanta intensidad.", "Parecen destinados."

Aquellos eran comentarios que nos hacían cada vez que caminábamos por las pasillos con nuestros meñiques entrelazados.

También recibíamos ese tipo de comentarios por parte de profesores que nos veían comer juntos durante la tarde.

Cuando ya estábamos por despedirnos un día antes de nuestra cita, Victor, me abrazó con fuerza.

Noté que su cabello había crecido bastante en lo que llevábamos conociéndonos y que su estatura había incrementado un par de centímetros.

—Mañana... ¿Las cosas cambiarán, no? —susurró.

—E-eso espero —dije levemente sonrojado ante tan sorpresiva pregunta.

—Te quiero mucho, lo sabes...

—¿Sucede algo?

—No quiero que dejes de ser tú mismo.

—No dejaré de ser Alfa de la noche a la mañana, puedo asegurartelo.

Ambos comenzamos a reír para finalmente terminar en una mirada romántica a la luz del atardecer.

—Nos vemos mañana.

Nuestros dedos se soltaron con lentitud.

Cada despedida era difícil. Siempre terminaba preguntándome si debería haberlo besado o no, pero ya era lo suficientemente tarde.

Dulce y etéreo [Omegaverse/Yuuvic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora