2.- Problemas de elfos y esclavos

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Severus Snape sabía que este último proyecto no iba a resultar bien. Toda su vida había sido un hombre solitario. Y en realidad le agradaba su forma de vivir ¿Por qué cambiarla ahora? ¿Quién había tenido la fantástica idea de convencer al señor tenebroso de que un esclavo era un obsequio apropiado para él?


Por ejemplo, lo primero que le había pedido a Harry había sido que se diera un baño, un simple baño, en silencio ¿y que había obtenido en vez de unos minutos de paz sin tener que ver al muchacho? ¡Un escándalo! Eso era lo que se ganaba por ser gentil con los esclavos.

Al entrar al baño, Severus no pudo dejar de notar la desnudez del joven. A pesar de su condición, la mugre que lo cubría y un claro estado de malnutrición, Harry no se veía mal. El enojo del amo disminuyó un poco.

El esclavo intento cubrirse de alguna manera, un intento que Severus sólo pudo calificar de "adorable". ¿Pero no se suponía que el chico estaba entrenado para dar placer? ¿Podría ser que Harry fuera todavía virgen? Alejó sus lujuriosos pensamientos de su mente con un casi imperceptible movimiento de su cabeza. Estaba allí para reprender al esclavo. Lo miró a los ojos, sabiendo muy bien desde sus días de profesor cuánto disgusto e ira era capaz de demostrar tan sólo con su mirada y lo que vió hizo que se quedara estupefacto ¿Estaba alucinando? No había otra explicación para lo que estaba viendo. Uno de los ojos de Harry era de un vivo color verde. Exactamente el mimo color y la misma intensidad que los de Lily Evans.

Apresurándose extendió la mano y agarró a Harry del cabello, levantándole el rostro para mirar más detenidamente esos ojos. Uno era café y el otro era verde ¿¡Qué demonios!? Se apresuró a buscar la cicatriz, si era Potter debía tener la famosa cicatriz en la frente. Snape tocó con sus dedos la frente del esclavo. Lisa, estaba completamente lisa, no había cicatriz ni siquiera un rasguño en la suave piel.

Soltó los cabellos del muchacho mientras pasó una mano irritado por su rostro. No quería ver los ojos de Lily culpándole por no cumplir con su promesa de proteger a su hijo.

¿¡Pero que estaba pensando!? Tenía que dejar de pensar en tonterías. Esto era lo que sucedía cuando, como había hecho la noche anterior, se doblegaba ante el peso de la culpa y seguía revisando una y otra vez en su mente la posibilidad de que Potter, contra toda probabilidad, hubiera sobrevivido. Cerró los ojos y respiró profundo tratando de alejar todo pensamiento concerniente al pasado.

–Discúlpeme mi señor. Estaba tan emocionado por tomar una ducha que no me di cuenta del ruido que estaba haciendo–Dijo de pronto el esclavo.

Snape miró otra vez a Harry. Sus ojos eran los dos del mismo color ahora, no había ni rastro de color verde. Severus entrecerró los ojos, sopesando la posibilidad de preguntarle al chico respecto al endemoniado ojo verde, pero no iba a pasar por desequilibrado preguntando por algo que quizás fue una alucinación –Explícate –dijo autoritario alejándose unos pasos.

Harry se acurrucó un poco más junto a la tina tratando de esconder más su desnudez –Estaba tan contento cuando usted dijo que podría usar el agua caliente y que tendría ropa nueva, yo... Lo siento, por favor, no me envíe de regreso con ese horrendo hombre –Se disculpó el menor.

Snape elevó una ceja –Piensa muy bien sobre lo que te voy a preguntar. Quiero que me des la mejor y más completa respuesta que puedas, ¿Te pusieron magia en el cuerpo? –Snape notó lo incómodo que se sentía el esclavo con su mirada fija en su rostro. ¡Bien! Una buena dosis de intimidación nunca estaba de más y ayudaría a mantener al chico a raya.

Harry pensó por un segundo –¿Se refiere a si usaron la varita conmigo? –Dijo un poco temeroso.

Snape bufó –¡Por supuesto! –Le era tan fácil perder la paciencia –Magia para cambiar el color de tus ojos, para que no se notaran cicatrices ¡lo que sea! –Levantó la voz el pocionista.

Mi esclavo se llama HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora