La intrusa

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Acto 2

Escena 1

"La intrusa"

La estancia vieja, esta vez una mujer delgada con aires grandeza está sentada en la silla del anciano; él entra buscando a Sonia.

Abuelo.

La mujer delgada. Inocencio, que gusto verte ¿por qué te ves tan sorprendido? Oh, claro ¿te quité el asiento? (se levanta) adelante. Pensé en visitarte más temprano, pero te vi muy ocupado.

Abuelo. ¿te conozco?

La mujer delgada. Desde hace algunos años nos hemos frecuentado

Abuelo. Me pareces conocida, no estoy seguro de dónde.

La mujer delgada. No me sorprende, cuando nos vimos por primera vez tenías los ojos hundidos en la tristeza (acomodando un cuadro de la abuela).

Abuelo. Aquella primavera en donde el sol no salió

La mujer delgada. A tu edad me extraña que no me esperes.
Abuelo. Sí, pero es muy pronto.

La mujer delgada. No te preocupes Inocencio, esto solo es un aviso.

Abuelo. ...

La mujer delgada. Sabes que tarde o temprano volvería por tu sangre.

Abuelo. Tengo que pedirte que te vayas, no eres bienvenida en este hogar, no más.
La mujer delgada. Aunque cierres las puertas y tapes las ventanas; podré escurrirme como agua entre las rocas y creceré como maleza en la yerba. Cuando todos se hayan ido; yo estaré aquí.
Abuelo. Largo de aquí.
Sonia. (entrando a escena) Abuelo ¿qué sucede? ¿estás bien?

La mujer delgada abandona la escena.

Abuelo. Sí, nubecita, no te preocupes
Sonia. ¿con quién hablabas?

Abuelo. Hablaba con una vieja amiga ¿qué traes puesto?
Sonia. Un mandil y unos guantes

Abuelo. ¿de dónde los sacaste?

Sonia. Lo encontré un cajón.

Abuelo. ¿por qué los tienes puestos?
Sonia. Estaba recogiendo el jardín

Abuelo. ¿Estabas haciendo qué?
Sonia. Está hecho un desastre

Abuelo. ¡No deberías tocar lo que no es tuyo!

Sonia. Es un lote viejo; descuidado y lleno de maleza. No puedes pretender que es un bello jardín por siempre.

Abuelo. Las cosas están donde deben de estar, lo que pase; pasará y no hay algo que pueda hacer.

Sonia. ¿Por qué tienes un jardín si lo vas a abandonar?

Abuelo. ¡Tú no sabes lo que es el abandono!

Sonia. ...
Abuelo. Tú no sabes lo que es la soledad, ver como el jardín día a día se va muriendo, los días pasan y la gente te olvida, el viejo que tienes frente a tus ojos ya está marchito. Ella le daba vida al jardín.

Sonia. ¿Ella...?

Abuelo. Cuando tu abuela falleció; tú madre era muy joven y tu tenías poco de haber nacido, al poco tiempo de eso y las cosas se volvieron muy difíciles para todos nosotros.

Sonia. Lo siento abuelo, yo no sabía que esto...

Abuelo. No te disculpes por lo que no sabías. Era una botánica excepcional, ella pensaba que los jardines era la forma más eficaz de sanar el alma, cuando había una situación difícil ella sembraba las semillas de una nueva flor, conforme esta crecía su problema iba solucionándose, cuando florecía ya había encontrado una solución. Después de que ella falleció descuidé el jardín.

Sonia. ¿Alguna vez intentaste... ya sabes... tratar de revivirlo?

Abuelo. No, nubecita, si viera ese jardín verde nuevo tendría miedo de despertar un día pensando que ella sigue en este hogar, además, mis manos no sirven para esto, sólo sirven para arruinar las cosas.
Sonia. Sabes, creo que un jardín es una forma de dar amor y dedicación, no todas las personas están dispuestas a aceptar ese tipo de atención, una planta nunca te negará luz y agua.
Abuelo. Es una forma de llevar la vida.

Sonia. Abuelo ¿por qué me dices Nubecita?

Abuelo. Eras muy ligera y nunca contestabas por tu nombre, entonces, tu abuela de broma un día te llamó nubecita y volteaste. (silencio medio)

Sonia. Abuelo, ¿cómo fue...?
Abuelo. ¿Después de que tu abuela se fuera?

Luces tenues.

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Siete Minutos (Obra de teatro)Where stories live. Discover now