Los padres de los dioses

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Se dice que una vez el universo quedó conformado, una potente pero relajante voz se escuchó desde el cielo. Había llegado al Leuchtendast quien sería el Padre de los Dioses: Ær. Con su llegada se dice que el tiempo arrancó. Las agujas de los relojes giraron, los días pasaron e igual lo hicieron los meses y los años. Ær estaba orgulloso, no cabía duda, aunque en el fondo de su corazón lamentaba que no hubiera nadie para apreciar su obra.

O eso creía él. Siguiendo su hermosa voz le habían seguido cuatro hermanas: tres muy viejas y una muy joven. Esta última comandaba a las ancianas, y su nombre era Karsh. Un día que Ær lamentó en voz alta su soledad, Karsh se le presentó, y el no pudo evitar prendarse de su belleza. Se amaron intensamente, hasta que las ancianas, enfadadas, le propusieron un trato imposible: él sería libre de casarse con Karsh y llevarla con él a Erundele si encontraba algún tejido natural no vegetal y se lo presentaba en menos de doce horas.

Aquella era una situación imposible, mas un trote se acercó al devastado Padre Tiempo, que cada vez se veía más alejado de la Madre Destino. Un hermoso caballo se ofreció como montura. Ær le preguntó qué deseaba a cambio, y el buen animal le respondió que no deseaba nada, que él quería agradecerle su obra, pues así comprendía que debía disfrutar cada segundo para conseguir una vida plena.

Recorrieron el Espacio Mejor, recorrieron el Espacio Peor, y una vez recorrían Gæb, se encontraron a una araña tejiendo su red. Ær le imploró que lo acompañara a ver a las Tejedoras, y así lo hizo la araña, que también agradecía que el mundo se hubiera puesto en marcha. Los tres se personaron ante las cuatro mujeres, que observaron atónitas como les presentaban un tejido natural no vegetal. Mientras aún sostenían la infinita cantidad de hilo, los enamorados se fueron a su nuevo hogar.

Como agradecimiento, Ær eligió al caballo y Karsh a la araña como sus animales sagrados. Quedáronse la tres Ancianas Tejedoras solas en el nivel más bajo del Espacio Peor, desde donde ellas manejan los hilos del destino de los pobladores del Leuchtendast, solo aceptando un cambio de su jefa, de la que hace mucho que no se sabe.

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