Capítulo Treinta y Ocho

1.1K 63 3
                                    

Después de más de nueve horas en la carretera, haciendo paradas para descansar y comer algo, llegamos a San Francisco cuando se supone que todo el mundo está durmiendo. Las luces de la ciudad hacen que parezca que todavía es de día, dándole un toque increíble al lugar. Abrazo con más fuerza a Will cuando cruzamos en moto la larga carretera de peaje sobre el mar que nos llevará hasta San Francisco mientras los demás siguen a Will por detrás. 

No sé qué hora será ahora mismo, pero estoy segura de que es muy tarde porque apenas hay gente o coches por la calle. Gracias a eso tardamos muy poco en llegar al Parque Golden Gate que queda justo al lado de donde viven los chicos.

Will aparca la moto detrás de una furgoneta blanca y los chicos avanzan hasta encontrar otro sitio donde aparcar. Seguramente no muy lejos de aquí.

Me bajo de la moto con las piernas ligeramente agarrotadas pero  contenta de haber llegado por fin. Si un viaje en coche es cansado en moto lo es el doble. Al menos para mí que no estoy acostumbrada.

-Voy a por las maletas al coche, quédate aquí -dice Will cuando baja de la moto y deja su casco al lado. Yo, sin embargo, continúo con el mío puesto.

Me quito por fin el casco y me fijo en todo lo que tengo a mi alrededor. Los chicos efectivamente han aparcado cerca de nosotros, no hay gente en la calle y todas las casas me parecen iguales. No conseguiría recordar cuál era la de Scott si viniese sola.

De repente, como si alguien hubiese escuchado mis pensamientos, se encienden las luces de la casa que queda a la izquierda de la que tengo delante y veo salir a una mujer que reconozco perfectamente. La madre de Scott sale por la puerta de la entrada con los brazos cruzados por delante del pecho y los ojos entornados mientras observa al resto de chicos que rodean la camioneta de su hijo. Todos estirándose por haberse despertado hace poco y con ganas de estirar las piernas.

-¿Scott? -la oigo decir sin apenas levantar la voz. Seguramente por no despertar a su hija.

Los chicos giran la cabeza hacia ella a la vez y escondo una sonrisa al ver el cambio en todas sus caras. Los cinco sonríen a una mujer que conocen de toda la vida y que seguramente sea como una madre para todos. Scott llega hasta su madre en pocas zancadas y la abraza con fuerza. Me apena pensar lo que le estará pasando por la cabeza por haber dejado en Las Vegas a April. 

-¿Qué tal todo, Emma? -le pregunta Will mientras se va acercando a ellos. Su cara ha cambiado radicalmente para bien. Ahora los rasgos de su cara son dulces, no duros, como si la presencia de esa mujer le hubiese relajado por completo.

Emma le recibe con los brazos abiertos y le envuelve como si fuese su propio hijo. El estómago se me revuelve al saber lo que le estará pasando por la cabeza a Will en estos momentos, así que tengo que apartar la mirada para respirar hondo y no llorar.

-Habéis vuelto muy pronto, chicos. ¿Qué ha pasado? ¿Ya os aburríais?

-Echaban de menos todo esto -suelta de pronto Stev, consiguiendo que levante la mirada hasta él y agradezca que se hubiese lavado la cara en la primera parada que hicimos. Aún así se le ve bastante mal, pero lo oculta bien ante ella.

-Y supongo que tú solamente habrás venido para traerlos, ¿verdad?

-Oh, venga Emma... No me irás a decir que no echabas de menos verme por aquí -contesta con una sonrisa que debería ser sexy pero que a mí solo me da arcadas.

-Ni lo más mínimo -responde ella con total sinceridad. Después mueve la cabeza hasta la chica que llega tras Stev y lanza una mirada a su hijo que solo ellos pueden entender.

Scott le susurra algo a su madre y es entonces cuando ella me ve junto a la moto de Will.

-¡Cielo, no te había visto! -salta a la vez que sale de su casa con las zapatillas de estar por casa y el pelo corto moviéndose de un lado a otro y nos encontramos ambas a mitad del camino. Ella me envuelve con sus brazos como hizo con Will y me veo rodeada por su dulce olor por unos segundos. -¿Te quedarás aquí unos días? Ya sabes que nuestra casa es tu casa.

Anhelo IncontrolableWhere stories live. Discover now