La corona

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El destino de un niño maldito al momento de su nacimiento, el poder de un reino sepultado bajo la implacable penumbra, dejada por el ataque de un reino vecino y odiado, los sueños que se pensaban nunca se harían realidad... Por un momento... aunque fuera por un momento... había dejado todo aquello atrás.

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ALISTAIR

La unión irracional de los dos reinos, a los ojos de los miembros del clero de Overworld, se había llevado a cabo, su amada esposa a quien apenas días atrás había visto llevando un traje de novia y caminando hasta él, hasta tomar su mano... sin miedo a lo que él era y representaba... a sabiendas de lo que podía llegar a ser realmente... Ahora caminaba en los jardines del palacio, mientras él admiraba su dulce gracia desde el balcón más próximo.

—La diosa Stacia... la mujer... mi mujer... —sonrió con la última mención, al punto de cerrar los ojos por unos instantes. Las memorias que un día le fueron arrebatadas habían regresado batallas atrás... y comprender, que aquella pequeña niña que se veía con él todos los días frente al río... aquellos primeros labios, suaves y tentadores... era ella misma... lo llenaban de regocijo.

En su camino por el sendero, los poderes divinos parecieron una manta protectora cuya sensopercepción le avisaba que estaba siendo observada, por lo que dejando la canasta con flores que había recolectado, en el suelo, volteó hacia su observador en la lejanía.

Encontrando a su amado de hermosos cabellos oscuros, con los ojos cerrados y sonriendo bobamente, parado, apoyándose en el balcón.

—Sí su majestad me permite unas palabras, le ofrecería un concejo sobre la seguridad. —Habló lo bastante alto para ser audible, pero sin llegar a gritar. Siendo escuchada de inmediato por él, quien abrió los plateados para ella.

—¡Mi diosa!

—¡¿Qué haces Ali?!

—¿Qué más haría su más fiel seguidor y amante sino observar el esplendor de su belleza en todo su apogeo mi diosa? —se arrimó un poco más al barandal, para verla más de cerca.

—¡No hagas eso! ¡Te puedes caer! —se llevó ambas manos al pecho preocupada.

—¡Caería a sus pies una y otra vez! —la sonrisa se le dibujó al ver el rostro enfadado de la princesa de tierras bajas. Raramente se mantenía en un mismo estado de ánimo, más cuando él iniciaba su rito de pequeñas burlas y sátiras acostumbrado.

—¡Baja ya! —se llevó ambas manos a la cintura y frunció el entrecejo.

—¡Pero mi diosa! ¡Le ruego no cambie a tales facciones la dulzura de su rostro!

—¡Alistair!

A veces... podía llegar a exasperarla, no estaba segura si toda esa palabrería sería cierta o simplemente le tomaba el pelo... después de todo era objeto de todo tipo de palabras de alabanza día con día y conociendo a su esposo, no dudaría que un dejo de burla se posaba en sus palabras, aunque no podía afirmarlo.

Y bajó...

De un brinco... casi sacándole el corazón por la garganta del susto. Sus botas chocaron fuertemente contra el pasto, pero enseguida le sonrió tranquilo.

—¿Podrías dejar de hacer todas esas tonterías mientras llega la coronación?... —acercándose sacudió por encima el traje oscuro de su amado, disfrazando su necesidad de tocarlo y comprobar que se encontraba bien.

—Stacia... —sujetó ambas manos divinas, entre las suyas. —¿Podrías no mencionarme más eso?...

—¿Eh?... —parpadeó por tal interrogación.

—Bueno... por fin el clero aceptó que al haberme desposado... puedo ser digno de la corona real... y finalmente convertirme en rey... —¿Qué había pasado con el juguetón de siempre? Se había tornado inusualmente oscurecido... como antes...

—Ali...

El príncipe negó con la cabeza. —Es sólo que... puede que tenga un poco de miedo... —se sorprendió por sus propias palabras, haciendo que sus ojos temblaran un poco, con la mirada baja ante ella, quien al verlo de tal forma, sin dudar, le tomó por ambas mejillas y levantó para que la viera.

—Siempre lo fuiste... —sonrió con la ternura que la caracterizaba al dirigirse a él. —Es verdad... no llevabas la corona de tu padre... pero todo el reino... todo Overworld ha sabido desde siempre que tú eres su líder... que eres su fuerza... su don de mando... ¡Su voz ante el mundo! ¿Qué más que eso es un rey si no?...

—Stacia... —sonrío al sentirse confortado, siempre tenía las palabras adecuadas cuando las necesitaba. Siempre...

—Una corona es sólo un adorno para esta linda cabeza —pasó sus manos de sus mejillas y peinar hacia atrás sus cabellos.

—Ah... no hagas eso que se salen... —cerró los ojos y se lamió el labio inferior al sentirla tan cerca.

—Pues... que se salgan... —contestó lo más natural que pudo. —Podemos... ensayar —miró su canasto en el piso —Había comenzado a entretejerla, pero te me adelantaste. —Sacó una corona de flores naturales recién cortadas.

—Mira eso... ¿Tú la hiciste? —la miró sorprendido.

—Claro, ¿ves a alguien más aquí?, Terraria me enseño —le sonrió triunfante, al ver puesta en la cabeza de cabellos oscuros, la corona de flores. —Te ves hermoso —sonrió maravillada de su creación.

—Hermosa tú... —colocó una mano sobre su cintura y la acercó más a él. —Hermosa y deliciosa... Stacia... —susurró al encontrarse con su frente, instantes antes de besarla.

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¡Bueno! Para los que no saben qué rayos es esto, para no hacer el cuento largo son personas OC de los escritos de White Butterfly, Mythical Butterfly, El pecado de una diosa y Liberté est Fragile. Los primeros míos y los últimos de Sumi-chan.

¡Sumia! La verdad que me debatí mucho en la cabeza sobre qué escribir XD porque no podía quedarme tranquila sin hacerte tu regalito!!! Gemelis!! Que aunque tú me quieras, sabes que yo te amo!!!

Me decidí por esta pareja y no los Kiriasu normales porque sé que los amaste mucho, no sé si aún los amas, pero bueno, me traen muy buenos recuerdos de ti y de nuestra hermosa amistad.

¡Gracias Sumi! ¡Gracias por todo! ¡Gracias por ser como eres! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

AlistairWhere stories live. Discover now