IV

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Con Lizzy llegamos a buen tiempo a la iglesia, la cual era muy bonita y grande, no era de esperarse menos, porque por lo que tengo entendido el jefe de Lizzy es un gran empresario, y también se por sus comentarios que es guapo.

Al llegar a la iglesia Lizzy insistió en que nos sentaramos bien adelante, yo por mi parte le comenté que esas sillas eran para la familia, pero ella hizo caso omiso ante lo que le dije y me hizo sentarme con ella en la tercera fila del altar hacia atrás.

Por lo visto llegamos antes de tiempo, ya que no había ningún rastro ni del novio, ni de la novia.

Esperando a que llegarán los que se iban a casar, Lizzy me comentó que su jefe era muy bondadoso, caritativo, guapo, divino y todos los demás adjetivos buenos que puedan existir, lo describía como si fuera la perfección misma. Pero por otro lado también mencionó que la futura esposa de su jefe casi no le caía bien, cuando yo le iba a preguntar el por qué no le caía bien, empezaron a tocar esa melodía que indica que la novia ha llegado.

Cuando llego me quedé sorprendida, era muy hermosa, parecía un Ángel. Es delgada, un poco más bajita que yo, tenia ojos grises que no son muy comunes de ver y el vestido que llevaba le favorecía completamente.

Note que cuando la novia, de la cual desconocía su nombre paso por nuestros asientos, miro mal a mi hermana, y esta última por su parte hizo lo mismo.
Mientras ellas se mataban con las miradas, yo me preguntaba ¿Dónde está el novio? Acaso no se supone que el debe llegar de primero.

Después de media hora transcurrida, en la que observé el proceso de la desesperación de la novia, por la no llegada de su futuro esposo, y de escuchar las risas de Lizzy por las muecas que hacia la novia, llegó el novio impuntual, o eso era lo que indicaba la melodía.

Al pasar el novio por nuestros asientos, no pude evitar mirarlo ya que la curiosidad de ver cómo era me mataba, pero ese fue mi peor error, él también se volteo a verme y quedó petrificado enfrente de nuestros asientos.

—Alice —comenta él mientras me mira petrificado.

—Adam —respondo, y se que no debe ser así, pero agradezco a Dios por ver de nuevo su rostro.

Si te hubieras quedado Where stories live. Discover now