Capítulo 15

2.6K 198 7
                                    

∽∵∽

Quince días después de su último encuentro, Annete salió a la luz. Iba acompañada de Lisa.

Germán y Logan estiraron las piernas y se prepararon para seguirlas.

Se dirigieron a un restaurante, al parecer la humana tenía hambre. Entraron, había mucha gente. Las dos chicas pasearon y entraron a varias tiendas. Hubo un momento en que la humana decidió separarse de la inmortal para elegir unas cuantas cosas. Cuando Annete se alejó de ella fue para probarse unas prendas en unos largos vestidores, Logan no tenía otra oportunidad, entró también. Se escondió detrás de las cortinas contiguas y dejó a su compañero en la entrada vigilando que nadie se acercara, pretendiendo ser cualquier civil.

Annete miraba serena su reflejo en el espejo. Era un día como cualquier otro, uno en el que nada cambiaría, uno en el que no podría pasar nada interesante, uno más en la tierra en la que no podía ser libre. Habían pasado dos semanas y todo seguía igual con su madre, peor con Dan y lo demás le importaba poco.

Estaba hundida y concentrada en sus pensamientos. Cuando levantó la vista pudo ver que su figura no era la única reflejada en el espejo. Se volvió precipitadamente con la respiración agitada retrocediendo ante aquel extraño que se mostraba con ella en el espejo.

Logan la vio de frente por primera vez y dio unos pasos hacia ella bajando con una mano la cortina. Ella retrocedió y miró hacia todas direcciones buscando protección.

—¿Qué hace aquí?—lo estudió con la mirada y automáticamente volteó a ver su cintura, en ella encontró un filoso cuchillo que se asomaba y retrocedió con temor hasta chocar contra la pared.—¡Es un cazador!—su voz fue áspera y amenazante, ya no más de temor.

Logan miró los movimientos y posición de la chica, había adoptado una no humana y a la defensiva, una que los vampiros solían usar y sorprendido, avanzó.

Su hija era muy parecida a los deambulantes inmortales aunque no fuera una, al menos al moverse pero no en su expresión ni mirar.

—No voy a hacerte daño, no pienso hacer nada, te lo prometo.—el inocente hombre levantó las manos desarmado, con los ojos húmedos entendiendo que estaba asustándola.

—¿Quién es usted?—preguntó la chica fría sin despegar la vista teniendo un extraño presentimiento y a la vez como si le apretaran el pecho.

Logan cerró los ojos con fuerza.

—Soy...

La cortina del primer vestidor se movía, ambos voltearon con sincronía, la atención de ambos fue postrada sobre la misma dirección, alguien se acercaba. Era Lisa.

—¡Annete, por favor no le digas que estoy aquí!Necesito hablar contigo...—su intento por tocarla fue involuntario, así como sus súplicas.

—¿Y por qué no le diría?—La humana dio un manotazo y enarcó una ceja retándolo.

Logan la observó, la mayoría de sus facciones eran similares a las de Carmen, pero en ella se podían notar otras más del lado de los cazadores.

—¡Te lo pido! Confía en mí. Es importante y quizá esta sea la única vez que podamos hacerlo, por favor Annete.—suplicó con dolor como si lo que decía tuviera fuerza y pudiera costarle la vida.

Annete dio un paso hacia el hombre dudando, lo miró, era alto y varonil, su cabello era castaño al igual que sus agotados ojos, su nariz era recta y tosca y estaba levemente inflamada del lado izquierdo, seguramente se la había roto y nunca la curó, sus labios eran delgados, en ellos dormía una triste sonrisa, se veía un poco descuidado y unas marcadas ojeras descansaban bajo sus ojos, también le hacía falta una afeitada; se veía que debajo de todo aquel tedio podría haber un atractivo hombre. Estaba segura de que era cazador pero debía reconocer que había algo diferente, algo que no había ocurrido antes como con Horace o Denise, o Joule, o ningún otro de su tipo que hubiera visto antes de éste sujeto. No la había atacado en un principio y cuando vio sus cansados ojos color café, los vio limpios, no encontró mentira en ellos ni intenciones de agredirla.
Asintió. Quizás estaba arriesgándose demasiado pero algo en su interior le ordenaba que guardara silencio, no podía explicarlo.

Luz EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora