Capítulo 18

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A su alrededor unos eran derrumbados, otros derribados y otros dos fueron asesinados por debilidad. El entrenamiento de ese avanzado nivel se había tornado mucho más sádico en las últimas décadas debido al incremento de la fuerza de sus enemigos , a éste sólo asistían los más fuertes del nido, por supuesto, Annete no pertenecía a este grupo en especial.

Daniel se volvió feroz y con agilidad mató a su contrincante a sangre fría y con los ojos inyectados de sangre y el rostro desfigurado. En esa oscura y profunda sala todas las caras lucían iguales o hasta más sombrías.

Ésta era una sala un tanto peligrosa puesto que todos los que estaban dentro de ella estaban alterados, hambrientos, deseosos de matar y dispuestos a hacerlo con cualquiera que se les atravesara en el camino en aquél momento. Aquella sala era una de las más profundas construidas en aquél mundo subterráneo.

En éste entrenamiento los perdedores eran asesinados, dependiendo de sus fallas.

Anthony e Isadora también asistían con regularidad a ésta sala, pero sólo Anthony estaba presente esta tarde, Dan suponía que la inmortal no asistía por no darle la cara. Seguía enfadada con él.

Lázaro se acercó a Dan cuando éste bajó la guardia y estudió su habilidad y fuerza. Ninguno de los que estaban en la sala le ganaba nunca y el duro inmortal fácilmente los tumbaba, si quería los mataba o despedazaba, por eso para cualquier castigo brutal, Daniel era el indicado. Desde que lo mordió supo que iba a ser grande algún día y su oportunidad para llegar a la cima ya estaba aquí. Definitivamente Lázaro lo necesitaba de su lado y aunque varias veces lo había visto platicando amistosamente con la humana bastarda, creía conocerlo mejor que nadie y sabía que era de los que no le importaba llevarse por delante al mundo entero con tal de lograr sus propósitos.

Se paró a su lado una vez que hubo derribado a su oponente y se irguió.

—Necesito hablar contigo... ¡Estás hambriento!—observó sus pupilas ennegrecidas con el contorno rojo carmín predominante y que por consecuencia provocaban la aparición de arrugas haciéndolo lucir mucho más viejo de lo que aparentaba ser.

—No he tenido mucho tiempo para alimentarme.—confesó Dan recobrándose y limpiando la sangre embarrada en su barbilla perteneciente a su oponente. Se volvió hacia Lázaro.

—¿Haciendo qué?—preguntó el maestro.

"Estando con Annete", pensó Dan.

—En fin, podemos aprovecharlo entonces. Acompáñeme. Salgamos a cazar. Te veré afuera a media noche.—propuso Lázaro disfrazando la orden de invitación y rápidamente se volvió a ir sin darle oportunidad de contestar.

El muchacho asintió sin una pizca de emoción. Las salidas con Lázaro eran divertidas y más cuando se trataba de alimentarse, pero había prometido ir a ver a su chica humana. Lo pensó un segundo, le tendría que quedar mal a la mortal.

A lo lejos Anthony lo fulminaba con la mirada, al parecer de Dan, últimamente Anthony se la pasaba observándolo como si le molestara más que nunca su presencia y al mismo tiempo lo había visto mucho más unido a Lázaro que nunca, no debía de descuidarse y dejarlo que continuara así, después de todo sería él quién tomara el lugar de Lázaro en un futuro y no Anthony, o eso esperaba después de un par de siglos de una constante lucha con él por ser el mejor.

Discretamente se acercó al atractivo, alto y fornido rubio.

Saludó. Anthony le respondió dándole la espalda. Dan, irritado por su reacción, apareció delante de él impidiéndole continuar. Anthony lo aventó hacia otro lado no dispuesto a jugar y el inmortal no pudo evitar tambalearse. Anthony era más rápido que él pero menos fuerte. Dan le devolvió el empujón sin mucha fuerza. Anthony cayó, en el suelo, el rubio estaba a punto de comenzar a pelear cuando Dan le tendió una helada mano.

Luz EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora