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Una chica hermosa y que es capaz de comerse un cuarto de libra en menos de lo que yo pude comerme la mitad. Si me consideraba enamorado sin si quiera conocerla, ya estaba en otra galaxia para aquel momento.

Charlamos y nos reimos mientras observabamos el desfile interminable de personajes nocturnos que entraban a ese Mcdonald's a las 5 de la mañana.

Chicas llorosas y despeinadas, muchachos ebrios hasta desfallecer y otro tanto de personas muertas de frío por no haber traído el abrigo suficiente.

Bianca cada vez me gustaba más, todo lo que decía o hacía no lograba si no hacerme reir. Aún así no debía dejarme llevar e ilusionarme por lo que sentía y yo lo sabía.

Incontables chicas parecían ser así y en el mismo minuto en que empezabas algo serio con ellas cambiaban totalmente. De hecho, algo así me había pasado con mi ex novia, no tenía intenciones de volver a repetirlo.

Iría lento. Lo lento que fuese necesario para asegurarme de que todo saldría bien.

Aunque por otro lado...¿No había ido lento desde el día en que la había conocido?

El chico de la libreríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora