Capítulo 7

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Adara se encontraba arreglando su nueva habitación, con un poco de ayuda de Shu.

-Shu... ¿Podrías ayudarme y dejar de dormir en mi cama?
-preguntó con cansancio la albina, la cual se encontraba ordenando su ropa.

-Acabo de hacerlo. Adara, solo tienes que poner tu ropa en su lugar. -dijo Shu, con sus ojos cerrados.

-Pero... no quiero.-dijo ella, poniendo su ropa en el armario con mala gana.

-Deja de ser floja y hazlo rápido, así terminas antes.
-dijo el rubio, boztesando.

-¿Me dices a mi floja? ¿No te ves a ti?-preguntó con indignacion, poniendo sus manos en su cintura.

El rubio solo la fulminó con la mirada y volvió a cerrar los ojos.

-Acabé.-dijo la Sakamaki menor, mientras estiraba su pequeño cuerpo.
Adara corrió a la cama y se tiró encima de shu.
-Shu...-alargó la pequeña.
-Estoy aburrida y mañana hay instituto...

El chico abrió los ojos y levantó a Adara de su encima, acostandola en la cama y poniéndose él encima de ella.

-¿Qué quieres hacer?
-pregunto el rubio, mirando a su hermana, quien cerró sus ojos con cierto cansancio.

-No sé... -respondió, suspirando rendida.

El joven miró con tranquilidad el rostro de su hermana, admirando los finos rasgos de la chica. Su tranquilidad se desvaneció en un instante al escuchar la puerta principal ser abierta y un fuerte olor entrar a la mansión. Levantó la mirada a la puerta de la habitación, preguntándose el por qué una humana podía percibirse en el primer piso de la espaciosa mansion.

-¿Una humana?-murmuró Shu sin pensarlo, haciendo que la menor abra sus ojos con curiosidad.

-¿Qué dijiste? -preguntó la pequeña, frunciendo el ceño ante el suave murmullo de su hermano.

-Nada... Quedate aquí y no salgas, ¿si? Hay algo que quiero mostrarte pero... quédate aquí.
-dijo él, mirando la expresión de felicidad de parte de su hermana.

-¿Qué es?, ¿Qué es?-preguntó emocionada la albina, levantándose de la comida cama.

-Una sorpresa. Sólo no salgas.

-Está bien.-aceptó la pequeña, cerrando los ojos.
-Estoy un poco cansada, voy a dormir, ¿vale?

-Esta bien.-Shu salió con flojera de la habitación, tratando de encontrar indicios de la ubicación de la "intrusa".

[···]

Una cabellera rubia se encontraba en la entrada de la puerta, moviéndose de un lado a otro tratando de encontrar algo que le dijera que aquella mansión era habitada por alguien.

-¿Hola?-preguntó con timidez, mirando hacia todos lados.

No obtuvo respuesta.

-¿Hola?-volvió a preguntar, esta vez adentrándose hacia la mansión.

La rubia miraba hacia todos lados, tratando de encontrar a cualquier persona, admirando hasta cierto punto los detalles de aquella victoriana casa. Su mirada paró de lleno al ver una silueta en un sillón, y no dudo en acercarse un poco.

-Eh... ¿Hola?-preguntó de nuevo, acercándose hacia el pelirojo que se encontraba tendido en el sillón.

-Oye... -llamó la rubia, sin obtener respuesta. Miró lentamente al sujeto, y al darse cuenta de que no respiraba, se acercó con algo de preocupación, tocando la frente del chico.

-Estas helado... oh no.-la rubia soltó su maleta y se acercó al pecho del joven, sin obtener los latidos del corazón del chico.

La chica se preocupó aún más y luego sacó su teléfono, tratando de llamar a una ambulancia, hasta que el chico despertó y tomó a la rubia de la cintura, acostandola bruscamente en el sillón, poniéndose él encima.

-¡Ah!-chilló la chica, tratando de reaccionar.

-Oye, ¿Quién eres tu? ¿Y que haces aquí?
-preguntó el pelirojo, tomando desprevenida a Yui.

La chica no sabía como aquel chico pudiera estar vivo, estaba todo su cuerpo frío y su corazón no latía. El sentimiento de que tal vez no haya revisado muy bien el estado del sujeto la confundió.

-E-esto... -tartamudeo Yui, nerviosa por lo cerca que estaba Ayato de su cuello.

Ayato olió el cuello de Yui, para luego pasar su lengua por éste, haciendo que Yui se tense ante el contacto de la habilidosa lengua del Sakamaki. Totalmente embobado por el fuerte olor que desprendía la muchacha, se vió tentado a hundir sus colmillos en la delicada piel de la Komori.

-Ayato, deberías llevar tus actividades a tu habitación.
-una tercera presencia se hizo notar al instante, parando a raya al vampiro de cometer algún acto inseguro e impropio.

-Tch.-Ayato miró con resentimiento a su hermano, viéndose obligado a parar su acción y sentarse en el sillón.

Yui, al ver la oportunidad perfecta de escapar de las garras del brusco vampiro, corrió hacia su salvación más cercana: Reiji.

-¿Quién eres tu?-preguntó Reiji con una mezcla de curiosidad y enojo, haciendo que la ojirosa lo viera.

-Y-Yui Komori.-susurró ella, encontrando en el muchacho, un buen refugio en contra del anterior chico.

[···]

Unas cuantas horas despues, Adara escuchó que alguien corría hacia algún lado para luego abrír una puerta y despues cerrarla con fuerza. Aquella brusca acción no llegó a importarle, dejándolo de lado y pensando en su hermano. Se levantó de su cama y se dirigió hacia la ventana, contemplando las gotas de lluvia que caían y golpeaban el gran ventanal.

A la niña le encantaba ver la lluvia, era uno de sus pasatiempos. Al darse cuenta de que su visión sería más linda desde el sillón que su hermano Reiji había elegido para ella, se acercó a ésta y se sentó, levantando sus pequeñas piernas y abrazandolas con algo de tristeza. Un par de lágrimas bajaron por su mejilla al sentir un vacío en su pecho producto de aquella soledad que comenzó a atacarla en su habitación. Y la lluvia no ayudaba en nada, poniéndola más triste.

-Shu... te estás tomando mucho tiempo.-susurró apenada, esperando que lo que dijo no fuera una escusa para dejarla sola e irse.

Después de un par de horas, ella seguía ahí, apreciando la lluvia, aferrada a sus piernas y escondiendo su rostro entre sus rodillas. La luz comenzó a invadir el oscuro lugar y ella se vió obligada a levantar su rostro hacia la puerta, dejando a un apenado Shu a la vista.

Él la había olvidado por completo.

-Adara... -susurró, caminando hasta donde estaba la memcionada, observando las gotas que caían por el cristal.

-¿No crees que te tardaste demaciado?-preguntó ella, dejando a la vista su mojado rostro gracias a las lágrimas.

-No fue tanto, Adara.-dijo Shu, sentándose a lado de su hermana.

-Tres horas no fue tanto. ¿Enserio Shu?-reclamó Adara, sin cambiar su posición.

Shu soltó un suspiro cansado y cogió a su hermana de la cintura, sentándola en su regazo. Haciendo de ese, un acto de todos los días.

-¿Te sentiste sola?-preguntó suavemente Shu, acariziando la espalda de la pequeña.

Adara asintió levemente, con sus ojos enrojecidos.

-¿Estuviste llorando?-volvió a preguntar, mirando a su hermana con preocupación.

Adara volvió a asentir, mientras llevaba una de sus manos a su rostro.

-Tenia miedo... me gusta ver la lluvia, pero... no completamente sola. Además, pensé que no volverías y me dejarías sola en esta habitación.-susurró, otra lágrima caía por su mejilla, haciendo que el corazón de Shu se estrujada al verla de esa forma.

Aunque no era algo que esperaran ambos, el joven no quiso seguir viendo el rostro de su hermana de esa forma, rodendola con sus brazos hasta envolverla en un cálido abrazo.

-Nunca te dejare sola, hermana.
-susurró Shu. El corazón de la menor se estrujó por completo, y su felicidad no pudo contenerce ni mucho menos las lagrimas. Su rostro no mostraba una expresión triste a pesar de estar sollozando, sino más bien, de una completamente alegre.

Shu al fin le decía hermana.

Y a la pequeña eso le hacia muy feliz.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Where stories live. Discover now