Capítulo 5

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La chica fue interrumpida por el sonido de la vajilla al estrellarse contra el suelo. Cuando levantó la mirada, anonadada, se encontró con el rostro furioso de Alex a escasos centímetros del suyo. Entonces comprendió que fue muy mala idea encontrarse a solas con él en su casa.

El rubio empujó a Arianna contra la pared, provocando que esta cayera al piso.

-¿A qué estás jugando?- se acercó a ella y se agachó hasta quedar a su altura- ¿Vas a salir corriendo a los brazos de ese idiota? ¿Qué tan estúpida puedes ser? Te dejó plantada una noche antes de tu boda, mientras que yo te lo ofrecí todo. Él puede tener a la mujer que desee con solo tronar los dedos, y tú ya no eres competencia para ellas.

-Por Dios, Alex, ¿quién eres? -susurró Ari con un hilo de voz, temblando de miedo.

Antes de poder responder, el rubio fue tomado por los hombros y, ya de pie, Richie le asentó un certero golpe a puño cerrado en la cara.

-Pedazo de mierda... Vuelve a tocarla y te juro que será el último gran error de tu vida -amenazó el músico mientras ayudaba a la chica a ponerse de pie.

-¿Lo tenías escondido en tu habitación, esperando a que yo me fuera? -Alex rió de forma irónica mientras se examinaba la cara con las manos. Dio un paso hacia adelante, por lo que Richie nuevamente se puso en guardia, listo para defenderse. Eso hizo retroceder al rubio, que ahora se limpiaba con el puño de su camisa la sangre que le brotaba de la nariz- Bien, bien... quédatela por esta noche -volvió su vista hacia Arianna- Volveré. Aún no he disfrutado lo suficiente de ti.

-Maldito hijo de... -Richard hizo el intento de írsele encima, pero la muchacha lo detuvo abrazándolo por la cintura. Él la rodeó con uno de sus brazos de manera protectora y eso pareció calmarlo un poco.

El abogado se encaminó hacia la puerta de salida mientras reía como un desquiciado. Salió de la casa sin volver a mirarlos. Ari sintió que volvió a respirar cuando escuchó a Alex alejarse en su auto.

Comenzó a llorar a la vez que sentía que su cuerpo se aflojaba. Richie la sostuvo con fuerza y la ayudo a sentarse en una silla. Se agachó a la altura de su rostro y le secó las lágrimas mientras examinaba de forma discreta que no estuviese herida.

Luego de prepararle un té, comenzó a juntar el desastre que el rubio había provocado, aunque mientras tanto lanzaba discretas miradas en dirección a la chica para asegurarse de que se encontraba bien. Todavía no había pronunciado palabra, pero al menos ya no lloraba.

Arianna se sobresaltó cuando sintió la mano de Richie en su espalda. Estaba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando él limpió el lugar.

-Gracias por ahorrarme el trabajo -Le dedicó una sonrisa triste.

-Estás manos no solo son buenas para tocar la guitarra. Soy excelente usando la escoba -Comentó en un intento por animarla.

-Todavía no le encuentro sentido a esto.

-No lo hagas. Deberías descansar esa cabeza tuya. Es un hecho que no puedes cambiar -Ante la falta de respuesta, volvió a hablar- Ya es tarde, ¿por qué no duermes un poco?

Ari era consciente de las suaves caricias que Richie le daba en la espalda. Pensar en tener que alejarlo en ese momento la hacía sentir enferma. Tal vez era egoísta de su parte, pero no quería que se alejara de su lado esa noche.

-¿Puedes quedarte conmigo?

-No deseo estar en ningún otro lugar -Sonrió y dejo un beso en la frente de la chica.

Tomados de la mano, fueron a la habitación. Una bolsa sobre la cama llamó la atención de Arianna.

-¿Volviste a entrar por la ventana? Con todo lo ocurrido no me detuve a pensar sobre tu presencia en mi casa -lanzó una mirada de reproche en dirección al músico, pero probablemente le había salvado la vida, así que retiró la acusación.

-Vine a dejarte un regalo. Pensaba marcharme pero oí cuando los platos se cayeron y... -La cara de horror de Arianna le indicó que no era el tema que prefería tocar en ese momento, así que tomó la bolsa que había dejado sobre la cama y se la entregó a la rubia.

Intrigada, Ari le echó un vistazo al contenido del paquete. Se cubrió los ojos con la mano libre mientras mordía su labio inferior para evitar llorar, sin éxito. La diferencia estaba en que estas eran lágrimas de felicidad. Se acercó a la cama y extendió sobre el colchón las tres camisetas que Richie le había entregado.

-No sé qué decir. Estoy encantada -Se giró hacia él con una gran sonrisa.

-No tienes que decir nada -Él acortó la distancia entre los dos. Con el pulgar se deshizo tiernamente de las gotitas saladas que adornaban el rostro de la muchacha.

Estaban tan cerca que dudó en besarla. Pero prefirió dejar que ella lo decidiera, no iba a presionarla esa noche, necesitaba descansar después de tantas emociones fuertes. Se apartó un poco para dejarle el camino libre, pero la mirada de ella le hizo dudar sobre si había tomado la decisión correcta.

Ari volvió a sonreír y escogió una de las camisetas. Fue capaz de percibir el perfume de Richie impregnado en la tela. Ese tonto seguro las había rociado antes de entregárselas para que ella no pudiera dejar de pensar en él antes de dormir. Divertida, y con esa idea en la cabeza, se encaminó al baño para alistarse.

Antes de volver al cuarto, sacó un nuevo cepillo de dientes de su botiquín y lo dejó a la vista para que el hombre pudiera encontrarlo. Cuando lo compró, nunca pensó que Richard sería quien lo utilizaría.

A diferencia de la vez anterior, Ari estaba mucho más tranquila con la presencia del guitarrista. Había exorcizado a la mayoría de sus demonios prácticamente con el fin de la primera charla que tuvieron.

Estaba tan perdida dentro de su cabeza que no escuchó entrar a Richie, ni siquiera notó cuando apagó la luz, solo volvió a la realidad cuando lo sintió acomodarse a su lado en la cama. Se giró para abrazarlo y se sorprendió cuando sus manos entraron en contacto con la piel de él.

-¡Oh, Dios! ¿Estás desnudo? -Preguntó con hilo de voz mientras el calor subía por su cara.

-No -Tomó la mano de ella y lentamente la fue bajando por su abdomen hasta que esta chocó con el elástico de su ropa interior- Pero no me tomará mucho tiempo deshacerme de esto si me lo pides.

-Lo siento. Creo que no... no me siento muy bien -Susurró apenada.

-Está bien. Solo voy a abrazarte esta noche -Respondió con dulzura para luego cumplir con su palabra.

Ari se acurrucó en el pecho de Richie mientras él la rodeaba con los brazos. El suave latido del corazón del moreno era como una tranquila canción de cuna que alejaba de su mente cualquier pensamiento doloroso y horrible ¿Cómo fue capaz de sobrevivir tanto tiempo alejada de ese hombre? Si él era la recompensa, correr el riego era algo que valía totalmente la pena.

Every road leads home to you (Richie Sambora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora