Parte 23: En la frontera del Clímax

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Farid caminó por un conducto que lo llevó a una estructura, la cual, a su vez, le permitiría llegar a la parte superior del interior de la Sala de Investigaciones. El chico se había separado de Sophie y Alexia tras ingresar por una entrada semi oculta en una de las paredes de la sala. Según lo que Sophie había explicado, dicha entrada formaba parte de una serie de modificaciones que ella había mandado a realizar en las instalaciones un año antes, cuando Joseph Irolev salió por unos meses a una reunión en la sede del Núcleo Directivo. En un inicio, Sophie no le había revelado a Joseph la existencia de dichas modificaciones ya que no lo había considerado necesario, mas ahora agradecía el no haberlo hecho, ya que representaba una ventaja crucial contra los planes de Irolev.

Farid avanzó lentamente por la estructura, con el nerviosismo a flor de piel. Finalmente, consiguió acceder a la zona superior de la sala y obtuvo visión de lo que sucedía en el lugar. Joseph y Krakov se encontraban frente a máquina con forma circular de titánicas dimensiones. Alrededor de ellos, multitud de hombres con máscara de gas manejaban ordenadores holográficos que parecían controlar dicha máquina.

Farid se escondió tras una estribación metálica que le ofrecía la estructura en la que se encontraba, y siguió avanzando para conseguir una mejor perspectiva visual de la situación. Tras dar unos cuantos pasos, se percató que, en el centro de la máquina circular, se encontraba Eriziel, con las manos y los pies encajados en grilletes metálicos. La chica respiraba con dificultad y su cabello plateado, antes brillante y de tonalidades fantásticas, tenía un aspecto pálido y sin vida.

Farid maldijo por dentro, recordando que había, indirectamente, sido él quien había conducido a Eriziel a esa situación. Su conciencia lo tranquilizaba mostrándole que no había tenido malas intenciones, pero eso no cambiaba el hecho que Eriziel estuviese sufriendo en aquel momento. Farid intentó continuar avanzando, pero la estribación metálica que lo mantenía oculto terminaba abruptamente en el punto en el que estaba. Si daba un solo paso más, Joseph o Krakov podrían verlo, o alguno de los soldados con máscara de gas podría dar la voz de alarma.

El chico dirigió su mirada a una terminal que se encontraba a unos pocos pasos delante de él. Parecía sencillo llegar hasta allí, pero Farid sabía que, apenas alguno de los hombres presentes en la sala advirtiera su presencia, podría dar el plan de Sophie por perdido. Lo esencial en aquel instante era tener paciencia y, aunque Farid sentía que no podía esperar más, comprendía que no podía tirar todo por la borda de una manera tan ingenua.

El chico volvió a mirar la terminal. Aquella era la esperanza para detener los planes de Joseph. Farid suspiró y trató de tranquilizar sus nervios. Solo tenía que esperar a que Sophie y Alexia cumplieran bien su parte del plan.


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Joseph Irolev sonrió con inconmensurable orgullo mientras observaba la inmensa máquina que mantenía prisionera a la entidad interdimensional proveniente de Noche Eterna. Era la primera vez que tenía a su merced a un ser de índole fantástica, aunque no era el primer ente con el que se había enfrentado.

«¿Deseas resolver un enigma, o prefieres retarme a un juego?», pensó Joseph, mientras que numerosos recuerdos trágicos de su juventud invadían su mente.

Aquella temida frase le pertenecía a un ser horroroso, proveniente del rincón más caótico del Universo. Si bien Joseph había logrado derrotarlo hace ya muchos años, un inquietante sentimiento paranoico afligía su alma todos los días.

«Embaucador», volvió a enunciar mentalmente. «Algún día nos volveremos a enfrentar. Y juro que te erradicaré de una vez por todas».

Joseph agitó la cabeza, desechando aquellos funestos pensamientos. En esos momentos lo mejor era centrarse en la realidad, para asegurarse que su plan tuviese el éxito deseado. Si todo salía de forma correcta, la humanidad dejaría de ser la especie débil y cobarde que siempre había sido. Con el poder que Joseph pensaba extraer de aquella entidad de Noche Eterna, lograría instaurar un verdadero Imperio Humano que, bajo su mando, llegaría a ser temido en todo el vasto Universo. Solo de esa manera, ninguna otra persona tendría que sufrir tal como él lo había hecho.

—¡Joseph Irolev! —pronunció una voz femenina, a su espalda, causando que el hombre despertara de sus ensoñaciones.

Dirigió su mirada al origen de aquella voz y alzó una ceja, levemente sorprendido, mientras observaba como Sophie y Alexia emergían de entre las sombras. Krakov se apresuró a meter la mano entre sus ropajes, para sacar su arma, pero Joseph lo detuvo.

—¡Vaya sorpresa! —exclamó Irolev, entrecerrando los ojos de manera cruel—. Sophie Douceur, creí haberte informado que estas fuera del caso.

La chica rubia soltó una risilla burlona y le dirigió una mirada irónica.

—Por lo que veo —añadió el hombre, observando a Alexia—, a Farid Wilhem no parece importarle en lo más mínimo la seguridad de su hermana. Pero, mejor cambiemos al tema de interés aquí. ¿Podrían decirme, antes de que me deshaga de ustedes, cuál es su intención al presentarse así ante mí?

—Joseph, debes parar con esto —respondió Sophie con tono serio—. Estás metiéndote con poderes que no sabes si podrás llegar a controlar por completo. Ya sea que tus intenciones sean buenas, o simplemente egoístas, tu afán de poder podría causar un daño irreversible en nuestro mundo.

El hombre soltó una sonora carcajada.

—Absolutamente todo está controlado. Pienso extraer la carga existencial del ser interdimensional e instalarla en la programación de SICA. De esa forma, obtendremos la tecnología necesaria para ingresar e investigar todos los planos dimensionales que existen. —Joseph se aclaró la garganta—. Además, cuando Noche Eterna pase a estar bajo mi control... —El hombre volvió a aclararse la garganta—. Cuando pase estar bajo el control de Ethereal Corp, se convertirá en una fuente de energía inagotable.

—¿Vale la pena llegar tan lejos por ese objetivo? —rebatió Sophie, agitando su cabello dorado—. ¿Es necesario arriesgar tanto por el poder?

—El poder no me interesa en lo más mínimo —contestó Joseph, con la mirada ensombrecida—. Mi objetivo es que los seres humanos dejemos de sufrir por nuestra debilidad. No es justo que, tan solo por no poseer el poder suficiente, uno se vea obligado a perder a sus amigos. No es justo que uno sea incapaz de salvar a su familia.

—No tienes que hacer todo esto para conseguirlo. El plan original era convencer asertivamente a Eriziel para que aceptara ayudar a la humanidad, ¿verdad?

—No es sensato confiar en entidades como esta. Ya sea que provengan de otra dimensión o de otra galaxia, absolutamente todos son peligrosos para los seres humanos.

—¿Cómo puedes estar seguro de eso?

—Así funciona el mundo. —Joseph deformó su rostro con una demencial sonrisa—. El más fuerte siempre aplastará al débil. Y lo seres humanos siempre hemos sido los más débiles... hasta ahora. Con mi plan, daré inicio a la Era del Hombre en todo el Universo.

Sophie negó con la cabeza.

—Tal vez tu objetivo final sea bueno para la humanidad, pero no puedo aprobar tus métodos.

Tras esto, la chica rubia alzó la mirada con dirección a la terminal ubicada en la parte superior de la sala, y exclamó:

—¡Farid, hazlo ahora!

Nazo no Gaikeisunbō | Arco 1: Noche EternaWhere stories live. Discover now