Capítulo 28.

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  Al día siguiente me levante sin ánimos de nada, mi humor estaba decayendo. Me trajeron de desayunar como siempre y no espere a que nadie viniera.


Las enfermeras me ayudaron a ducharme, pues mi organismo aun estaba débil y no podía hacer mucho esfuerzo. Me dejaron instalada de nuevo en mi cama y yo me quede mirando hacia la ventana.


Me extraño mucho que Christian se haya comportado de esa manera. Dudaba de el, claro que lo hacía, pues lo único que hacía era que yo siempre pensará lo peor de el.

Su actitud simplemente no la entendía, ¿si el estaba harto de todo esto, porque no se defendía? ¿porqué no me sacaba de mi error?
Mis hijos hasta el dia de hoy no han venido a verme, y la verdad es que estaba un poco deprimida ante esta situación.


Unas horas después el doctor entro a mi habitación con Christian pisándole los talones. ¿Qué hacía el aquí? Trate de comportarme lo mas indiferente posible.



-Buenas tardes señorita.- el doctor miro algo en sus notas y prosiguió.- Hoy se le da el alta, puede salir del hospital. Su marido ya dejo todo arreglado y el tiene indicaciones de todo, tanto de medicamentos como de alimentación, vitaminas etc.- se acomodó bien sus lentes y me miro.-¿Alguna duda?




-No, ninguna. Solo una cosa, ¿puede darme las indicaciones también a mi? No quiero depender de nadie.- y esto último lo dije mas alto. No lo miraba y tampoco me interesaba.



-Lamentablemente no, usted no puede hacer ningún esfuerzo. Lo único que si puedo hacer es que usted me diga que otro familiar puede ayudarla.- a su lado mi marido estaba con la mandíbula apretada. Enojado, quizás.




-Perfecto, le doy el número de mi nana Abby y si me hace el favor de darle las indicaciones a ella.- sonreí mientras el doctor me daba una hoja con pluma para poder anotar.




-Muy bien, ahora mismo le doy las indicaciones a ella y ahora mando a unas enfermeras para que la ayuden a salir de aquí.- asentí agradecida y salió de mi habitación.




Retiré las sábanas y cobijas de mi cuerpo. Me levante con cuidado y al quedar ya de pie, un mareo repentino llego haciéndome perder un poco la estabilidad que tenía. Mi marido como era de suponer, fue a ayudarme.



-No se porque eres tan necia en estos casos.- me tomo en sus brazos y me llevo directo al sofá.



Cerré los ojos y espere a que el mareo pasará, no quería ni verlo a los ojos. No sé quién de los dos estaba mal.- Asi me conociste, no se de que te quejas.-respondí fríamente.



Después de unos minutos de estar en silencio, tome una bolsa donde había un poco de mi maquillaje y me encerré en el baño. Quería tan siquiera quitarme la cara demacrada que se me veía en ese momento. Aplique un poco de base, rímel y rubor. Aunque casi las ojeras ya no se notarán, eso hacía que mi color de ojos resaltará. Guarde todo lo que había ocupado y salí de ahí con mejor semblante.



-Que linda, tienes mejor cara.- Christian estaba sentado en el sofá con el celular en las manos y mirándome.



-Eso hace el maquillaje.- dije con sarcasmo.



No lo miraba y no pensaba hacerlo. Ordene un poco el cuarto y después guarde las cosas que había ocupado en una pequeña maleta.



-¿No me vas a mirar ni hablar?- pregunto mi marido ya harto de mi actitud.




-No y no creo que lo merezcas.- zanjé la conversación, cerré la pequeña maleta y me senté a los pies de la cama. Esperando que el doctor ya viniera con mi alta.




-Creo que tu actitud es muy injusta. La equivocada aquí eres tu, simplemente ya estoy cansado de todo esto.- se paso las manos por la cara frustrado. No estaba lista para pelear de nuevo y mucho menos decirle el porque de mi actitud.




-Ya no diré nada.



Christian se levanto de un salto de donde estaba y se paso las manos desesperado por la cara y el cabello.- El problema Jessica, es que nunca dices nada. Peleas por todo sin yo saber la razón. Si tu crees que todo hombre va a ser adivino para saber que le pasa a sus mujeres, estas muy equivocada. Que bueno sería serlo, pero las cosas asi como las estas llevando tu, no se van a arreglar.- tomo mi maleta y se la colgó de los hombros, abrió la puerta de la habitación y espero a que yo pasará.



-Gracias.- fue lo único que dije y caminamos aquel largo pasillo hasta llegar a recepción.




-Buenos tardes, señorita, ¿cómo se siente?- la que era mi enfermera se acerco a mi con cariño.




-Mucho mejor, gracias.- no estaba de ánimos y cada día decaía mas en esto.




-Me alegro, cuídese mucho y aquí la esperamos pronto para el nacimiento de su bebe.- aquella mujer era una ternura. Era una de las mejores enfermeras que me había tratado.





-Muchas gracias, asi lo haré. Hasta luego.- bese su mejilla y la abrace.




-Hasta luego.- me correspondió el brazo con cariño.





Detrás mío se encontraba Christian, quien miraba la escena conmovido y sin decir nada. Fuimos a pagar todo lo que había ocupado y después me entregaron unos papeles. Sin contar que parecía que yo caminaba como si tuviera ochenta años.




-Vamos.-tomo mi mano y me guio hacia el auto.


Me abrió la puerta y subí, segundos después el hizo lo mismo. Me sentía rara, el llevaba traje y yo un simple pantalón negro y blusa equis. No estaba ni en condiciones de fijarme que era lo que llevaba.




-¿Tienes hambre?- me preguntó mientras se paraba en un alto.



-No, gracias.- mi respuesta era tajante y ni siquiera lo miraba.




-Pues ya es tarde y necesitas comer algo. Voy a pararme a un restaurante y vamos a comer.-mi mirada era triste y decepcionada.




-No quiero.- miré hacia la ventana y me dediqué a ver pasar la ciudad.




-Realmente no estoy para preguntarte si quieres o no. Mi hijo necesita alimentarse, tu no te puedes mal pasar. Pareces una niña.- ahora resulta que hasta niña terminaba siendo en este asunto.




-Haz lo que quieras.- no estaba de humor para discutir.




-Eso hago.-rodé los ojos y me cruce de brazos. Me sentía un poco débil, las náuseas se estaban haciendo presente.




Antes de ir al restaurante, mi marido se dirigió a una farmacia. Me compro los medicamentos, vitaminas y todo lo que iba a necesitar. De traje se veía realmente impresionante. Mas atractivo, varonil. Lo veía con ojos de amor y me había casado con un hombre excepcional.




-Listo.-subió nuevamente al auto, me dio la bolsa de la compra y yo ni siquiera miré que había dentro. Se colocó el cinturón de seguridad y sus lentes.




Antes de que llegará al restaurante me mire en el espejo del auto. Esta bien que si estaba mal, no en condiciones de fijarme como estaba mi aspecto físico, pero tampoco quería bajarme a un lugar sin estar mas o menos presentable. Me solté el cabello y espere a que con eso me viera un poco mejor. De maquillaje solo llevaba lo básico. Di un resoplido, resignada.



-Te ves hermosa.-colocó su mano en mi pierna y el remordimiento empezó a crecer en mi. ¿Y si realmente la que estaba mal era yo?




-Gracias.-lo miré y trate de sonreírle. Coloque mi mano en donde estaba la suya y me dedique a ver el camino.




El tráfico a estas horas era imposible. Apenas y alcanzábamos a pasar cuando estaba en verde. Muchas personas yéndose al trabajo nuevamente, niños saliendo de la escuela y demás. Lo bueno de todo esto era que yo no estaba manejando. Christian se estaba desesperando, lo podía ver por como se tocaba la frente y agarraba el volante con fuerza.



Poco mas de media hora, llegamos al restaurante preferido de mi marido. Me abrió la puerta y juntos fuimos al interior. En todo el camino casi no hablábamos y tampoco estaba de muy buen humor para hacerlo.



-Buenas tardes, ¿ya tienen reservación?- un joven amable se acerco a preguntarnos.



-Si, esta a nombre de Christian.- el joven miro en la lista y nos sonrió.




-Claro que si, adelante.- nos guió a una mesa un poco alejados de todo el mundo.- en un momento les traigo las cartas.




Se fue de ahí, dejándonos a nosotros solos en la mesa. Christian me ayudo a sentarme y segundos el me imitó.



-¿Qué pedirás?- mi marido me pregunto, mientras me miraba intensamente.




-Pide por mi, asi te aseguras de que coma bien.- lo dije con un tono un poco resentido.




-Perfecto.-un silencio incómodo cruzo nuestro entorno.-¿Sabes qué? Estoy harto de toda esta situación, ya te lo había dicho. No puedo vivir de esta manera.




Mis ojos se abrieron a tope con lo último que dijo y lo miré.-¿Qué me estas tratando de decir?- pregunte preocupada.



En el instante que me iba a contestar, llego el mesero con las cartas. Yo no la tome y en cambio Christian se encargo de pedir de comer para ambos. No me importaba que era lo que iba a comer, pero si me importaba lo que me trataba de decir.




-A lo que me refiero es que yo no puedo estar contigo asi. No me tienes confianza, desconfías de todo y simplemente ya es cansado.-una vez que el mesero se fue, se encargo de decirme las cosas claras.




-Yo también estoy cansada.-mi voz apenas se escucho.



-Pues no te preocupes, he tomado una decisión.-parecía que el estaba bien con todo esto. Él podía soltar las palabras sin sentir nada.




-Y puedo saber, ¿cuál es?- trataba de tomar esto tranquila. Pero mi mundo se iba decayendo.




-Quiero el divorcio.-esas simples tres palabras, hicieron que mi mundo se detuviera en cuestión de segundos.



****
No me maten, esto se pondrá un poco interesante. Veremos quien de los dos esta mal



¿Que opinan? ¿Quién de los dos esta mal?

Gracias por leerme y estar aquí. Las adoro.
Besos enormes y linda noche y madrugada. Hace mucho que no publicaba a estas horas.

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Matrimonio a cambio de Engaños II (Borrador)Where stories live. Discover now