Un ángel negro

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-Señores pasajeros, le comunicamos que dentro de media hora comenzaremos el descenso hacia destino. Muchas gracias- dijo la voz del piloto del avión y Jin desvió la vista hacia la pequeña ventanilla, queriendo ver algo que las nubes se lo impedían. Recordando que, cuando había dejado su país natal atrás, tambien había habido niebla durante casi todo el camino.

  Sintió que alguien lo tomaba de la mano que tenía apoyada en su apoyabrazos y luego un pequeño apretón.

  Giró su vista y se encontró con los ojos negros de su abuela, quien tambien lo miraba.

-Sé que él era con quien te hablabas más de la familia- comentó ella con su voz dulce como de costumbre- ¿Lo extrañarás?- terminó preguntando y Jin comenzó a sentir cómo las lágrimas le picaban en los ojos, queriendo salir.

  Obvio que lo extrañaría. De toda la familia, Shizen había sido el único que no le había dado la espalda, además de sus abuelos.

  ¿Cómo podía dejar atrás la muerte de él? ¿Cómo podría continuar, sabiendo lo que le esperaría al llegar a la casa principal?

  En aquel momento se dejó llevar por sus sentimientos, los cuales se había encargado de encerrar dentro de él, por la promesa que se había hecho cuando había sido pequeño. Nunca lloraría en público... nunca lloraría por la vida que le había tocado. Un hijo dejado de lado por su madre y por su padre por no tener la capacidad de ver nada del mundo espiritual... una oveja negra.

  Su abuela lo consoló hasta que llegaron a destino, donde uno de los choferes de la familia ya los estaba esperando para poder llevarlos a la Casa. Un palacio mejor dicho se decía Jin cada vez que la mencionaban, por el tamaño que tenía.

  Había pertenecido al periodo Edo, y le había sido dado a un familiar muy, muy lejano de él. Cuando era pequeño su nana le había contado acerca de la historia de la casa, pero poco a poco se la había olvidado, hasta olvidarla por completo, al igual que todo el aquella mansión.

-Bienvenido Jin-sama- dijo una de las sirvientas de la casa- Kaede-sama- le dijo a su abuela e hizo una reverencia mientras ellos entraban.

  Jin no le dijo nada, incluso ni se mosqueó en hacer nada. Tenía muchas cosas en la cabeza y en lo único que pensaba era en el tiempo que debía de gastar allí para poder volver a su casa, junto con su abuelo, quien no había querido ir a la ceremonia.

  Una de las empleadas de la casa, acompañó a Jin a donde sería su habitación y luego lo dejó solo para que pudiera acomodarse, hasta la hora de la cena, ya que era casi la hora de servirla y a la mañana temprano sería la ceremonia de despedida de Shizen.

  Suspiró pesadamente y se tiró en la cama, hasta que una leve briza lo hizo temblar un poco, percatándose de que la ventana que daba al patio interior estaba abierta.

  Se paró, dispuesto a ir a cerrarla, pero alguien parado al lado del gran cerezo que había en el centro, lo sacó de su acción. Había algo en él que lo hizo temblar, sentir por todo su cuerpo un frío congelador, pero exquisito a la vez. Algo que le impidió seguir pensando.

  El hombre en cuestión, se volteó, haciendo que sus ojos se encontraran, lo que dejó sin aliento a Jin. Esos ojos escarlata. Esos cabellos negros que le caían por la frente. Ese rostro, pálido y perfecto, que le recordaba a alguien, pero que le era imposible recordar.

  Se formó una sonrisa en la comisura de los labios de aquel hombre, y luego, como por arte de magia... desapareció.

  Jin abrió los ojos de par en par, quedando asombrado por aquello.

  ¿Qué había sido todo? ¿Quién había sido ese hombre que le había dado una sensación por todo el cuerpo, entre miedo y felicidad a la vez? ¿Quién era? Pero cuando estaba por hacer otra pregunta en su mente, un golpe en la puerta, lo sacó de sus pensamientos.

Tachiagari [TERMINADA]Where stories live. Discover now