[UNO]

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Leah Thompson.

Miro a Hayley. Alzo mis cejas. Sonrío.

—Él es un buen chico para ti. — digo para que mi cabeza deje de pensar.

Oigo como cierra la taquilla con fuerza, gracias a eso, puedo entender que está en contra. Hayley no es fácil de convencer. En cierto modo, me gusta que sea así, y que ninguna de las dos vayamos detrás de los chicos ignorando que tenemos dignidad.

— Mira, dime algún defecto que le encuentres. Guapo, atlético, inteligente, amable y divertido. No es mujeriego, ni juega con los sentimientos de las personas. ¿Qué más esperas en un chico?

Creo que para mí es perfecto. Para ella, no. Por eso, niega con la cabeza varias veces.

— Demasiado perfecto, ¿no crees? — oigo que dice—. Todos tenemos defectos sean visibles o no. ¿Y sabes a que me huele ese tal Josh a mí?

Nos abrimos paso entre la multitud de gente que busca ir al recreo.

— ¿A colonia? La nueva que usa huele fenomenal. Me encanta. Solo hace falta acercarse un poco a él para olerla.

Veo como sonríe, pero cuando se da cuenta, sus labios vuelven a una línea recta.

— No, inteligente. Me huele a que busca la chica perfecta. Y que, si sale con alguien que tiene defectos, la dejará sin más.

Ella da un grito emocionada.

— Por eso, ¡eres su chica perfecta! No tienes ningún defecto. Y lo digo yo, que soy tu mejor amiga.

Llegamos al patio y nos sentamos en el mismo sitio de siempre. En un pequeño trozo de césped. Una de las razones por las que me gusta sentarme aquí, es porque me da paz. Es un lugar apartado de donde suele estar la gente. Y además con buenas vistas.

No puedo negarlo. Tengo las hormonas revolucionadas.

— Todos tenemos defectos, Leah.

Más de lo que parce.

— Pues, Hayley, querida, llevo desde los tres años contigo, y aún no he encontrado ningún defecto.
— Es que no tiene ningún defecto. — escucho una voz grave detrás de mí.

Cierro los ojos apenas unos segundos, y cuando vuelvo a abrirlos Hayley y Josh ya han entablado una conversación.

— ¿No te han enseñado a no escuchar conversaciones externas?

Él sonríe.

— Sí, me han enseñado. Pero, uno, estabais hablando sobre mí. Y dos, estabais aquí al lado, por eso os he escuchado. No porque sea un cotilla.

— Oh, espera, ¿qué más vas a decirme ahora? ¿Qué voy a aprobar mates este trimestre?

Miro cómo muerde su labio, mientras niega con la cabeza, sonriendo.

Madre mía.

(...)

Mis manos tiemblan. Siempre lo hacen. Y me cuesta muchísimo respirar. Es como si se acabara el aire.

— Leah. Leah. Mírame. Vamos, hazlo. Sé que puedes hacerlo.

Intento abrir los ojos, pero sé que si lo hago seré peor. Abriré los ojos y veré todo, entonces, se intensificará. Noto como las gotas de sudor caen por mi frente.

— No puedo. Crees demasiado en mí. Por favor, solo déjalo pasar.

Escucho su voz, lejana, pero lo hago.

JOSH & LEAH [SIN EDITAR]Where stories live. Discover now