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Agosto de 1958

Doncaster, U.K.

La familia Tomlinson atravesaba una difícil situación, sin un alfa en la familia, no tenían protección alguna. Los ojos del vecindario estaban sobre ellos, siendo la familia más rica en el lugar, su reciente tragedia era encabezado en todos los periódicos.

"Mark Tomlinson muere de pulmonía"

La herencia pasaría al siguiente alfa en la línea familiar. Teniendo una omega viuda, una beta soltera y un omega sin marca; había mucho de dónde escoger.

Los mirones y aprovechados no tardaron en aparecer, incluso amistades cercanas a ellos comenzaron a tratar de cortejar al menor de la familia.

Doncaster ya no era su hogar.

(...)

–¿Louis?– Charlotte, su hermana, sacaba algunas cajas de la parte trasera de su automóvil.
–¿Sí?– contestó un muy vanidoso chico, mirándose en un espejo de pared recién desempacado mientras peinaba su copete.

La joven beta se acercó a su hermano con la caja en sus manos –Solo... recuerda, somos nuevos en el pueblo– bajó el material que sostenía al pavimento para así poder acariciar suavemente la cara de su hermano –Cuídate– le susurró, recibiendo un leve asentimiento por parte de Louis.

El año escolar ya había comenzado, estaban en los últimos días de Septiembre y él seguro sería el único chico de nuevo ingreso. Su único pensamiento era no encontrarse con un alfa, si era posible, evitarlos o simplemente ignorarlos.

Sí, tenía miedo. ¿Un chico omega? Hm. El centro de Manchester no era muy poblado, seguro sería el único en el lugar.

El estúpido de Niall no contaba, hace algunos meses que se dejó marcar por su cortejante, Louis solo sabía que viven a poco tiempo de donde ahora él habita, pero desde ese entonces que no tienen contacto.

Las mañanas en Manchester eran frías, a pesar de fuertes lluvias de verano, la brisa del próximo otoño podía sentirse. Las delgadas hojas de los árboles comenzaban a tornarse a un color amarillento, las calles resbalosas bajo la suela de sus zapatos debido a la humedad y el vaho que salía de su boca se desvanecía. Las calles estaban completamente vacías, sin un solo ruido ni movimiento. Podría decirse que estaban en paz.

Se maldecía internamente por haber tomado el suéter más delgado que se atravesó dentro de su caja de ropa.

Tratando de darse calor, se abrazaba temblorosamente mientras apresuraba su paso para llegar de una buena vez al instituto.

Colocó sus pies bajo un gran cartel, sus brazos seguían aprisionándolo.

"Instituto Harrow"

–Gran nombre– se dijo Louis a sí mismo con una sonrisa entre dientes, dejando atrás aquel cartel y cruzando todo el jardín principal que por cierto, ya estaba vacío.

Tal vez había llegado tarde, típico de él.

–¿Nombre?– lo sorprendió mientras observaba el lugar, una joven omega lo vio de pies a cabeza con desprecio.

–Lo-Louis– tartamudeó debido a la mirada intimidante.

–Louis, ¿qué?

–Tomlinson. Louis Tomlinson.

La chica abrió algunos libros, con su dedo índice buscó rápidamente dicho nombre.

–Tomlinson... sígueme– vociferó, cerrando de golpe el libro y colocándoselo bajo el brazo. Louis le siguió el paso torpemente. El eco de los tacones de la muchacha resonaba por todo el lugar.

Pasaron por un largo pasillo, subieron escaleras y recorrieron más pasillos.
22-A, 23-A, 25-B, 27-C... La escuela era más grande de lo que esperaba.

De cada salón podía percibir los distintos olores. Todos lo alarmaban, ya que ninguno le parecía uno agradable.

Sus pies dejaron de andar cuando la secretaria se postró enfrente de una de las tantas puertas "28-A"  Al parecer ese sería su nuevo salón.

Tres golpes firmes retumbaron en sus oídos; un alfa de cabello negro, lentes y traje obstruyó su vista al interior del salón, probablemente era su profesor.

–¿Si?– altaneramente observó a Louis.

–Louis Tomlinson, nuevo ingreso– la secretaria lo presentó.

Louis permanecía inmóvil en su lugar, tal vez era aquella mirada de ambos o tantos olores combinados los que lo ponían en una situación tan incómoda. Quería irse de ahí.

–¿Un omega?– cuestionó el profesor. Sin dar una respuesta, la joven se retiró del lugar.

Louis quedó quieto en su lugar, no sabía como reaccionar ni cómo lo recibirían los demás, se sentía inseguro.

El profesor frente a él no le causaba miedo, de alguna manera, él era el que menos lo alarmaba.

–Pasa– retrocedió para dejar pasar al castaño. Sus pestañas revolotearon inconscientemente y sintió sus piernas flaquear. El ruido que se escuchaba desde afuera desapareció. Todas las miradas las tenía él.

Su frente comenzó a perlarse por las pequeñas gotas de sudor frío que la cubrían. Estrujó contra su pecho los libros que sostenía en sus brazos, enterrando las uñas en estos. Trató de hablar, de pronunciar algo, no quería verse tan impotente, pero, ¿qué iba a decir?

Las palabras no eran necesarias. Su olor llenaba la habitación.

Murmuros y risas comenzaban a hacerse presentes. El profesor se colocó por detrás suyo y en un largo suspiro le palmeó el hombro –Toma asiento.

Sus rodillas temblaron; los únicos asientos disponibles eran los últimos: los peligrosos.

El exagerado vaivén de sus caderas no era intencional, de verdad, no lo era. Los chiflidos no hicieron falta, Louis no pudo evitar sonrojarse y bajar la cabeza.

–¡Calma! bola de urgidos... Ahora abran sus libros en las páginas...– la clase que había interrumpido continuó normal.

Observó la banca frente a él, múltiples dibujos la adornaban, madera tan vieja tal vez como el profesor y tenía miedo de que se sentase y la rompiera.

Tomó asiento y bajo su mochila. Ligeros golpes en su hombro lo exaltaron un poco, sus libros cayeron al suelo y en un intento desesperado de levantarlos golpeó su cabeza contra otra banca.

Excelente manera de pasar desapercibido Louis...

Levantó su cara mientras sobaba su nuca, su mueca lo decía todo. Le dolió.

Algunas risas se hicieron escuchar, maldecía a todos, al parecer esos bastardos nunca habían visto a alguien golpearse la cabeza. Idiotas.

Trató de ignorar todo y volver para recoger más tranquilamente sus cosas, pero alguien ya las había recogido por él.

–Toma– Un chico rubio le extendió sus cosas.

–Gra-gracias– Louis no pudo evitar ver lo lindo que era ese rubio, labios carnosos y rosados, acompañados de un lindo... ¿arete? Bah. Nunca había visto una argolla en los labios de alguien.

Incluso la sudadera azul marino con el logo escolar lucía bien en él.

Louis se dio cuenta que duró bastantes segundos observándolo cuando este se rió en voz baja.

Tomó sus cosas y rápidamente volvió a encogerse de hombros para dejar de mirarlo.

–Hm... Lindos ojos, Tomlinson.

Y Louis sintió un ardor en sus mejillas.

(...)

ans1045

goldentararara


Joker //Larry Stylinson//Where stories live. Discover now