Capítulo 6

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Algo dentro de la mandataria de Blanco se retorcía. Bill Cipher jamás fue es espécimen más sencillo de la camada, y no parecía serlo tampoco ahora. Siempre hacía lo que quería y le resultaba conveniente. Entonces, cuando aquel enorme chico elevó su puño, ella estaba más que dispuesta a luchar. Por años había estado demacrándose en la búsqueda de él, después de haber acabo con Blue por su traición. Esto llegaba hasta ese momento, y ambos estaban más que claros de que, de ese salón solo saldría uno de ellos.

El estruendo resonó a través de toda la Colonia, puños chocando causando temblores en la superficie que pisaban. Era legendaria la lucha de dos Diamantes, aunque la diamante de blanco se sorprendió a sí misma cuando el tiempo pasó, y absolutamente ninguno de sus siervos llegó para ver la situación o asegurarse de su estado.

Eso complacía más a Bill. Incluso él había podido percibir ese entrañable ambiente, con sospecha. Algo se tejía a espaldas de la diamante que tenía en frente, mejorándole la situación a él. No le interesaba en absoluto si era traicionada o destruida, él estaba ahí solo por un motivo; acabar con el sufrimiento de Moonstone. Entonces, siguió destruyendo la edificación mientras le hacía daño, la hería como White había hecho con todos bajo su cargo. Irónico que él, su creación, estuviese dispuesto a terminar la vida de aquella gema, pero ya no había vuelta atrás. Todo estaba decidido para él.

—Debí haberte destruido. —musitó, con la voz temblorosa, tratando de salvarse de los feroces golpes del diamante amarillo. —Debí haberlo hecho junto con ella, cómo lo hice con ella. —continuó, dejando ver a través de sus ojos la satisfacción que le producía decirlo frente a Bill, quién vaciló su fuerza a causa del nudo que se hizo en él.

—¿Qué? —apenas pudo responder, retrocediendo. Entonces las imágenes de Cyrille persiguiéndole hasta ese remoto lugar tomaron posesión de su mente, aterrándole.

—Eras un estorbo, cómo ella. Siempre lo fuiste. —dijo, con la altanería ocupando todas sus facciones. Sabía que esto lo quebraría, Cyrille era el único ser que alguna vez importó a ese gema. —Fue un error darles una oportunidad. Lo pagué con ella, pero te dejé huir.

—¡Maldita seas, White! —la feracidad de su voz era aterradora, su puño iluminándose de rayos, lo único que deseaba en ese instante era destrozarla. —Entonces, ¿la destruiste? ¿Sin miramientos?

—Así es. —habló con dificultad, apenas sosteniendo los puños de Cipher que iban directo a golpearle. —A ella y a su estúpida criatura. —sentenció con sorna, acordándose de aquellos dos objetos que la mujer había dejado ir, uno de ellos era una gema.

—¿Qué criatura? —estaba tan perturbado con aquellas revelaciones que no estaba siéndole posible mantener su vista con claridad. Rápidamente perdiendo la fuerza y el control sobre aquella batalla.

Temía esa respuesta. Le temía demasiado.

—Una gema que abandonó. Imagino que la cultivó con Obsidiana. —se burló, recordándole la gran decepción de su vida al diamante. Este gruñó audiblemente, enterrando sus dedos alrededor del cuello de la otra matriarca. —Una pequeña Sunstone que me aseguré de que tuviera el mismo destino que Blue.

Una fuerte corriente recorrió su espalda, recordando las imágenes de la gema que estaba grabada al lado de Dipper en los libros que él poseía. Le era imposible en este estado frenético poder unir los cabos de aquello que asoma sombrío.



—En nombre de nuestra colonia, quedan bajo la custodia del ejército de los Diamantes. —dice una Ágata a sus espaldas, tomando por sorpresa incluso a la Zafiro. La chica se colocó rápidamente ante Dipper, protegiéndole de esas guardias.

No entendía como no había previsto su llegada, pero su visión permanecía en negro, imposibilitándole ver más allá de lo que sucedía en el instante. Dipper comenzaba a perder tonos, mientras su gema amenazaba con absorberle. La zafiro se preocupó, pero le era imposible para ella con su fuerza física el intentar hacerle frente a esas dos gigantes, así que se decidió a dar tiempo, a ver qué resultaba.

—Así que, ¿en nombre de los diamantes? ¿De cuáles? —cuestionó burlesca, moviéndose grácilmente entre aquellas gigantes que la miraban expectantes, interesadas de la fina figura ante ellas.

—Pink y White Diamond. —pronunció una, totalmente embelesada con la zafiro.

—Oh claro, porque ustedes le son tan leales a aquellas dos. —se rió, entonces, paseándose a través de ellas, y tocando sus lanzas sin que ellas opusieran resistencia. —Así que, díganme... ¿qué en realidad es lo que les llevaba a perseguirnos? —dice, con voz dulce.

Ellas sonríen, apartando sus armas, porque en realidad Zafiro es preciosa y es capaz de hacerlo, pero todo falla en el momento en que las ópalos se acercan, recriminando, obligando a todas a tomar la definitiva posesión tanto de aquella mujer con visión extraordinaria y de Dipper, al que le está costando mantener su estabilidad en ese momento.



—White, estás sola. —dice Bill, notablemente alterado de la situación en que está sumido. La otra sigue burlándose de él, provocándole con la muerte de Blue. —Y te acabaré.

La sonrisa de White se desvanece, porque sabe que así será, y la Tierra ha sido su último destino. Ahí es cuando todo tiembla, no por su acción, sino por un agente externo y comienzan a oírse ruidos por alrededor, provenientes del exterior de aquella edificación. El nerviosismo hizo presa a los diamantes, quiénes observaron con asombro como las puertas del lugar se abrían, dando paso a las figuras que salían de ellas. Un montón de gemas de todas las clases se adentraban a la sala, haciendo presa a los mandatarios que incluso en su magnificencia y grandeza, eran muchísimo más vulnerable ante un ejército de élite, el que White mismo había acogido.

Bill se encogió, siendo apresado igualmente por todas las otras, dejándose. Estaba demasiado confundido y aterrado, con las palabras de la mujer de blanco grabadas en él. No podía creer que de verdad Cyrille ya no existiera más, y más especial... Que hubiera dejado legado, a Sunstone. No podía creérselo y todo ello le superaba, era incapaz de encontrar lógica a la situación.

Oscuro. Todo a su alrededor yace sumido en la perpetua oscuridad, aunque las gemas que lo escoltan caminan seguras, con el camino dentro de sus recuerdos, sin necesidad de saber dónde están los límites de esas paredes. Cuando por fin es capaz de ver algo, lo primero que su perdida mirada encuentra, son los ojos de Dipper Monstone, quién tiembla.

Moonstone {BillDip} [Crystal Falls]Where stories live. Discover now