Capítulo veintidós: Por el futuro

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-Una vez más, pero esta vez demuestra la elasticidad que tienes, ¿si?- Dijo Viktor en un tono amable mientras sonreía y ladeaba ligeramente su cabeza.

-Como siempre, su tono amable da miedo.- Susurró Yuuri sin pensarlo, agradeciendo que nadie lo escuchara. Por otro lado, el gruñido de protesta de Yuri resonó por la pista vacía, haciendo que Viktor sonriera aún más.

-Cállate, maldito viejo.- Soltó Yuri casi en un rugido.

-Deja de maullar y concéntrate, Yuri.- Viktor era aterradoramente amable, justo como recordaba Yuuri. Su forma de hablar no coincidía con lo que decía.

Habían pasado dos días desde la cena en donde Viktor había contado todo su pasado y Yuuri había aceptado ser el entrenador de Yuri; finalmente Yuri también aceptó el trato y pasaron los siguientes días encerrados en la pista entrenando, excepto las horas que Yuuri tenía clase. Durante esos días, los tres se sentían como en una burbuja, pausada en una línea del tiempo aparte, donde sus preocupaciones se quedaban fuera de la pista.

-Yuri, deberías intentar encorvar un poco más la espalda en la primera secuencia de pasos.- Dijo Yuuri cuando el rubio se acercó a él. Por el momento, estaba intentando mantener sus distancias, observando y aprendiendo el modo de entrenamiento al que estaban acostumbrados los dos rusos.

-Gracias... cerdo.- Soltó el apodo casi en un susurro. Yuuri sonrió, recordando cuando Viktor y él eran siempre "el cerdo y el maldito viejo". Que le llamara así demostraba que estaba empezando a aceptarlo... a su manera.

-Es cierto, Yuuri.- Dijo Viktor acercándose a ellos.- Has subido mucho de peso, parece que eso sigue sin cambiar. ¿Sigues comiendo mucho katsudon?- Una vez más Viktor sonreía y sonaba amable y encantador. Yuuri sintió un escalofrío recorrer su espalda.

-Bueno... yo... A mis hijos les encanta y mamá...- El tartamudeo de Yuuri hizo que los dos rusos rieran, logrando que Yuuri se sonrojara y los viera con reproche.- Hace muchos años que dejé el patinaje profesional, es normal que esté un poco descuidado en comparación a cuando entrenaba más de cinco horas al día.

-Relájate katsudon, sabes que...

-¡Papi!- Yuri fue interrumpido por el animado grito de Ran mientras corría hacia su padre con los brazos estirados. Inmediatamente Yuuri se agachó en una rodilla y cargó en brazos a su niña, alzándola.

-Papá.- Yuki llegó unos segundos después, acercándose tranquilo a su padre y agarrándolo de la tela de su playera mientras veía con recelo a Viktor.- Tía Mary nos trajo, dijo que si queríamos comer en casa de los abuelos hoy.

-¡Katsudon!- Gritó Ran alzando los brazos al cielo. Yuuri sonrió y bajó a su hija, dejándola en el suelo.

-Iremos a cambiarnos, vayan a esperarnos con tía Mary.- Revolvió el cabello de sus dos hijos y les dio un leve empujón cariñoso en la espalda. Ran inmediatamente empezó a correr por donde había llegado, pero Yuki se quedó donde estaba, agarrando la mano de su padre.

-Yo te acompaño, papá.- Volvió a ver con recelo a Viktor, que esta vez sí notó la mirada del niño sobre él. El hombre sonrió levemente y lo saludó con la mano, no entendía la razón de esa mirada. Yuuri y Yuki empezaron a caminar rumbo a los vestidores mientras los dos rusos salían de la pista; cuando estaban unos pasos más adelante, el niño volteó y sacó su lengua burlonamente hacia Viktor.

-Creo que el mocoso tiene algo en contra tuyo.- Susurró Yuri intentando evitar soltar una carcajada.- ¿Hijo protector, acaso?

ºº~ºº

-¡Qué gusto me da verlos, Viktor, Yuri!- Hiroko llegó con los brazos abiertos a envolver a los dos rusos en un cálido abrazo.- Hacía años que no los veía, ¡han cambiado tanto! Especialmente tú, Yuri. ¡Qué hermoso cabello! ¡Y tan largo!

Otra oportunidad.Where stories live. Discover now