Gritos de silencio

CAPÍTULO PRIMERO

Que estúpido me veo escribiendo esto… como si en verdad le importará a alguien. No puedo dormir, y en noches como esta me da por escribir tonterías….
Ya era tarde, caía en un sueño, tan profundo, mis sentidos estaban tan activos como si en verdad estuviese despierto. Sin recordar el pasado que sufría por dentro. De pronto escuché una voz tan cálida, tan familiar, sin duda, una hermosa voz.
Desperté, mire mi entorno, me sentía ligero, como si estuviera en todos y a la vez en ningún lugar.
Voltee la mirada hacia ventana, todo empezó a moverse, a vibrar de alguna forma extraña, mire la ventana, cerré los ojos por un momento y todo desapareció, de forma extraña aparecí en un hermoso jardín, era muy pálido, había demasiada neblina cubriendo mis rodillas.

Los alrededores parecían tan confusos que no me di tiempo de apreciar aquella ilusión. El sol estaba triste, sus rayos se perdían entre las tinieblas, mi piel parecía brillar como la luna.
De pronto, algo más llamo mi atención me acerque entre aquellas neblinas tristes, por poco caigo en un lago, no podía ver ni mis propios pasos, fue entonces que vislumbre a aquellas hermosas flores, parecían ser lo único con vida en aquel lugar.
Volví a escuchar la voz, me dirigí hacia ella, y sin darme cuenta de mí alrededor unos pétalos blancos; volando como luciérnagas en la noche me dirigían a un gran árbol. Levanté la mirada y no logré siquiera ver el límite de sus copas, era un árbol longevo, parecía estar ahí antes que todo en el mundo, sin querer me acerque más y distinguí al lado suyo una vieja parada de autobuses, eso era lo único que no tenía sentido en aquel lugar.
Recordé aquello que me atrajo hasta aquí, ¿Quién era aquel  que me hipnotizaba con su hermoso canto? Me acerque más al árbol, cada paso que daba hacia él lo envolvía en una luz más brillante que reflejaba en mi rostro la curiosidad de un pequeño.

Me di cuenta que desde su interior salía aquella luz, metí mi mano por ahí; encontré una rosa blanca flotando, protegiendo algo. Debajo de ella estaba un libro rosa, empolvado, perdido en el tiempo. Intenté sostenerlo pero de pronto, desperté de mi sueño.
Estaba sudando y con temor, mi cabeza daba vueltas.  Ya era tarde, mi alarma sonaba, tenía que ir al trabajo como todos los días. Mire la ventana de mi pared aun sabiendo que esto ya no era un sueño, (en verdad deseaba que lo fuera) pero… nada había cambiado, nada había desaparecido, me acerque a la ventana, era un día triste, en el suelo encontré un pétalo blanco, me confundí por un momento, no dejaba de pensar en aquella voz.
Como era de esperarse… mi vida; sin sentido como siempre, iba caminando hacia el trabajo como alma perdida que el mundo ha rechazado. Mi trabajo, tan ignorante como siempre, no tengo el puesto que merezco he estudiado tanto para trabajar como si hubiera sido un idiota desde siempre, ahora me doy cuenta que hasta los idiotas tienen suerte pero yo no soy uno de ellos.

Mis padres no son dueños de ninguna empresa, ni tengo algo en lo que soy bueno, he vivido por vivir, no tengo auto, solo una vieja bicicleta… Tengo que ir en bus.
Una brisa me tocó la cara, en ese instante me di cuenta de lo que había en mi alrededor. Las calles, estaban muertas, no había nadie en  toda la cuadra parecía un pueblo fantasma. Voltee lentamente, con un deseo ferviente de que fuese cierto, de pronto mi corazón se detuvo, no lo podía creer era imposible que el mismo árbol de mis sueños estuviera frente a mis ojos, por un momento paso por mi mente que todo era un sueño, pero no seguí pensando eso porque fuera lo que fuera, algo en mi interior quería estar consciente en aquella ilusión.

Ciertamente, era un día triste, yo era la única alma viva en ese momento, ¿acaso estoy muerto?... Los segundos se hicieron minutos, los minutos se hicieron horas, me congele, no sabía qué hacer.
Me acerque al árbol, me recargue en él, mi mente se llenaba de preguntas sin respuestas, lentamente me deslizo por el árbol. De pronto mi codo toca aquel vació que en mis sueños imagine, pero ahora no brilla, ahora el mundo le arrebata su magia, su propia vida.
Caí repentinamente al suelo, me golpee el trasero, revisé aquella corteza por dentro, deseando encontrar todo lo que mis ilusiones nocturnas me susurraban, no encontré nada, pensé que mi vida siempre sería así, ¿Quién soy yo para pensar eso? No soy nadie especial, ni mucho menos alguien que importe en esta vida.
Golpee mi frente contra el tronco, estaba desilusionado, en verdad deseaba que mi sueño fuera real, de pronto algo cayo de su interior rebotando contra mi espalda, voltee la mirada lentamente y ahí estaba, ¡por primera vez sentí que mi vida cambiaria!, que sería feliz de alguna forma, que no tenía que volver a sentirme triste, sea cual sea la razón por la que desperté, no quiero volver, sea que este dormido o muerto, no quiero volver al mundo.
El libro estaba empolvado, a pesar de haber caído tenía impregnada en su portada el polvo, le di un soplo… el polvo se esparció por los vientos, como título llevaba el nombre de El Diario De Mercy, estaba muy bien conservado, las hojas amarillentas me hacían suponer que ya llevaba ahí mucho tiempo, su escritura era tan delicada. Mis dedos recorrieron lentamente su portada hasta que su contenido se volvió irresistible.
Desde ese momento me volví su silencioso esclavo, mi vida se detuvo al sostener aquel libro, en la primera página decía
“El Diario de Mercy”
-Bienaventurados los viajeros sobrevivientes de su noble corazón, olvidado por ustedes mismos, parecen ser esclavos de su propio destino. La luna parece estar triste, su brillo se apaga lentamente…