XV

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Se saludaron. Hablaron algún rato, ella volvió a pedirle una poesía, él sólo quería una sonrisa, ambos obtuvieron lo que quisieron. María estaba algo borracha, quizás contenta, o, como se suele decir, alegre. Fumaba su cigarrillo, el que había podido rescatar del agua, con pitadas cortas.

- Me das una pitada –dijo mientras se reconstruía el día en que se conocieron. Era la misma frase que había formulado ese 12 de febrero. Pero sólo su subconsciente lo sabía.

- Si, toma –mientras estiraba su mano.

- No, no. Pita vos primero... –ella accedió. Fumó y luego volvió a estirar la mano- ...esto es lo más parecido a un beso que nos vamos a dar nunca en la vida –dijo mientras posaba los labios sobre el filtro del cigarro. Ella desapareció.

Volvió algunos segundos después, y rozándole , -con su boca-, los labios dijo "yo ya se que vos no fumas", y se marchó. La cabeza se le volteó. Otra vez estuvo tan cerca de un beso perfecto y lo desperdició. Quizás había sido un beso, pero no le convencía. Sus labios se juntaron, técnicamente... pero no. Terminantemente no. Eso no podía ser un beso. Si bien el corazón le daba brincos en el pecho, quiso creer que lo mejor estaría por venir. O quizás lo peor. O algo, no sabía que, pero algo estaba a punto de ocurrir, o por lo menos eso era lo que él pensaba, o lo que creía pensar.

"El amor que nunca fue, es perfecto. Cuando no alcanza a concretarse vive por siempre y para siempre. Es puro, inmaculado, nunca se marchita porque nunca florece, sobrevive con la ilusión de que alguna vez ha de concretarse, pero esto no será así, y es por esto, -y quizás sólo por esto-, que es tan perfecto, que vale la pena llorar por él, sufrir por él, y saberse imposible de alcanzarlo. Así, y sólo así, es que el amor será perfecto.

"Pero yo quiero un beso de su boca, no quiero que este amor sea perfecto, un instante de felicidad contra una eternidad de perfección ¿qué hay de malo en eso?"

Siguieron jugando al escritor y la modelo. Y algunas obras se dieron lugar entre sus manuscritos. Quizás algo podría haber servido en otros parámetros, -el de la publicación-, pero él sólo quería una cosa. Un beso de María. Un beso perfecto, puro, que sólo se lo podía dar el amor.

No pensaba en publicar, ni lo hubiera intentado, lo único importante era no terminar como todos los poetas "...suicidado por una pena de amor." se repetía casi hasta el hartazgo.

Era posible que no le gustase, que se diera cuenta que los besos no saben a nada. Ni si quiera cuando son de un ser amado. Pero nunca había probado unos labios en esos términos. Nunca había besado al amor de su vida, que pudo ser Elisa, que pudo ser la extranjera, la chica que pintaba, María.

Msj: "Sólo me importas tú, entre tanta gente, sólo me importas tú" te mando esta canción para que empieces bien el día, para que sepas que hay gente que te quiere. Besos bonita, me voy a dormir otra vez.



Princesa en la oscuridadWhere stories live. Discover now