Capitulo 6

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Damon

Yo le advertí. Le advertí, que mi paciencia tiene un límite y ella, no me hizo caso, se atrevió a sobrepasarlo. Esto no es mi culpa, es de ella. Por ser una rebelde. Además, para mi gusto fui muy sutil con ella, solo la lleve hacia el piso de arriba, yo sufrí cosas peores en mi vida. Maneje hasta la villa del viejo Coppola. Este anciano sí que es un grano en el culo, para colmo me llama en un momento que no es adecuado. Puede que Adaline... no, no es momento de pensar en ella, es más no quiero pensar en ella.

Solo iré a ver que quiere, y luego descansare en la habitación de huéspedes. Una ducha caliente no me iría nada mal. Este día fue muy estresante.

Tito Coppola, una persona que fue extraditada de Estados Unidos, por asesinar a un político corrupto. Por lo que tengo entendido, el político no quería cumplir uno de los tantos caprichos del barrigón. Así que como niño chillo lo mato en su casa, el cadáver lo encontró su amante. Anda saber de quién era amigo ese hombre para que lo extraditen y lo intenten matar.

Mi relación con él era proteger su vida a cambio de unos millones, aunque me acuerdo, que ese hombre no confiaba ni en su sombra. En el avión estaba muy paranoico, hasta que mate al sicario que lo quería asesinar.

Freno en frente del portón, miro al micrófono y luego observo a la cámara. Oigo como el portón oxidado se abre en frente de mi auto, un Audi a8. Sigo unos metros más adelante, me estaciono cerca de la salida, no confió en Coppola. Así que, si pasa algo, podre huir rápido.

Me dirijo a la entrada, uno de sus guardaespaldas me recibe. Este me lleva a una habitación, ahí tiene un escritorio y dos sillones largos color café, que cada uno se mira entre ellos, se puede ver las décadas que tiene, y en medio una mesa pequeña, con unos adornos. Se podría decir que es un estilo vintage. Más tarde, ingresa Tito Coppola, con seis hombres, incluyendo a sus dos personas de confianza.

—Buenas tardes, Ferrucio. — Manifiesta Coppola. Ferrucio es un alias que tengo en Italia. Estos cambian cuando voy a otro país o si la policía comienza a sospechar.Se sienta en la silla de atrás de su escritorio mientras que sus hombres y yo nos quedamos parados, une las puntas de sus dedos, apoya los codos en la mesa. — Te mande a buscar porque quería hacerte una propuesta, muchacho — muchacho, viejo tengo veintidós años si queres coquetearme que sea con una mujer, no con halagos.

— Habla. — digo, sin rodeos, con los brazos cruzados, queriendo que vaya al punto. Siempre fui así, en el trabajo ya que mi tiempo vale más que él de ellos. Una sonrisa sale de los labios finos de Coppola.

— Quiero que trabajes para mí, como sabrás la última vez que nos vimos hiciste un gran trabajo. Por eso, me gustaría que trabajes conmigo. — Dijo esperando que mi respuesta sea positiva. Está hablando enserio. Cuando lo conocí le dije la primera regla: no tengo un trabajo fijo. Además escuche en el camino, que Coppola está reuniendo a nuevas personas ya que, le afecto mucho el intento de asesinato, le cuesta confiar en sus hombres. Ante ese comentario me rió. — ¿Qué es lo gracioso?

— Acaso, te olvidaste del contrato, — le contesto en un tono irónico, miro a mi alrededor, viendo la reacción de todos, con solo ver sus rostros se podía diferenciar cuál de estos lo traicionaría. — Si eso es todo me retiró. Tengo mejores cosas que hacer.

Tal parece que Tito no le gusta mi personalidad, pero así soy, y si no le agradó es su asunto ya que él me quiere como su matón. Su peón. No voy a permitir que me manipulen mucho menos él, sé lo que son capaces. Pero yo soy peor.

— Bien. — Tito me mira esperando que me retracto pero no lo hago.

Esto es muy raro. Porque el anciano no acepta un "No" como respuesta, ejemplo el norteamericano. Instintivamente junto mi mano con el arma, que está adentro de mi chaleco, es importante que no lo noten, porque mi vida puede estar en peligro. Miro a todos sus hombres uno de ellos resalta. Carne fresca. Un joven de dieciséis años se nota que no es muy experimentado por que prepara su arma enfrente mío. Mis conclusiones se hicieran ciertas.

Tenía razón este es una maldita tradición de ese anciano. Su sonrisa, su paciencia y tener a tantos hombres que lo protegen ya daba la señal de que iba a ser algo, en que su vida podía corre peligro. Tenía razón, pero ni ellos lo van a salvar de mi ira.

Con mi otra mano libre dejo caer una moneda ellos no sospechan nada, la distracción perfecta, cuando me inclino. Le disparó primero a su mano derecha luego a su matón profesional, que estaba en la izquierda. Rodó cuando inician los disparos, esquivando las balas, sigo disparando, matando a otros viejos más. No más quedan el novato y Coppola.

Coppola saca su pistola y me apunta. No obstante, no logra dispararme porque yo me adelantó, ante eso lanza un grito de dolor. Mientras que el muchacho lo ve.

— ¿Qué haces idiota? Mátalo — dice Coppola furioso a su empleado, tratando de detener el sangrado. El adolecente le tiemblan sus manos en su mirada se reflejaba el miedo. No me gusta dejar testigo así que de un sólo disparo, lo mató. Su sangre cae por el nuevo orificio.

Posteriormente, Coppola me mira, sabe que este es su fin, ya le dije que conmigo no se meta e ignoró mi advertencia. Ahora que pague las consecuencia.

— Tranquilo, — levanta las manos en forma de rendición — no actúes así, sólo fue una prueba. — Me observa en cambio yo lo apunto. Bastardo, si quería negociar lo hubiera hecho antes. — Te... te daré el doble de lo que te pague la última vez. Pero no me mates. Por favor, tengo familia.

Simultáneamente una bala me rozó mi hombro, furioso remató a su matón profesional y luego a Tito quien antes de matarlo. Agarró su cabello y lo lanzo hacia la mesa, varias veces, dejándolo con una nariz rota y varios cortes. Vuelvo a ver la escena, remató a todos presentes con un disparo en la cabeza, no me agrada la idea de tener testigos. Veo si hay una cámara, nada, perfecto.

Toco mi hombro, para ver que tan serio es la herida. Parece que no es nada serio. Solo fue un rasguño. No más le pongo un poco de gasa con agua oxigenada, y listo. Salgo por la ventana, y me dirijo lo más normal hacia mi auto, uno de seguridad me ve, lo soborno, para que me deje salir y borre toda la evidencia.

Otro día pesado, sin embargo este trabajo está resuelto. Por fin, ese anciano loco, va a dejarme de molestar. Ferrucio, ya no existe, por unos meses. Pasemos al siguiente problema. Adaline ¿Qué voy a hacer con ella?

Sin IdentidadWhere stories live. Discover now