3. Simplemente está.

3 3 0
                                    

El mayor llevó al pequeño grupo hasta una sala un poco más amplia, y que en cierto modo parecía mas acogedora. En las estanterías habían aparatejos y extrañas figuras que Keith no fue capaz de descifrar. Esta vez la habitación no tenia aquel aroma a canela que, sin ser cociente, se había colado en sus huesos y se sentía melancólico por recuperarlo.

-Podéis coger unas sillas y hacer un circulo aquí -dijo el orientador señalando al centro de la sala. Todos obedecieron, hasta ahora, el pelinegro no tenia ninguna queja más allá de la inseguridad y los nervios que recorrían su barriga al estar con gente desconocida. (Cabe decir que, él hecho de que aquel chico gentil no apartara la vista de él, no era algo que ayudaba precisamente en su intento por tranquilizarse).

Después de algunos segundos de silencio, que parecieron eternos, el adulto comenzó a hablar.

-Necesito que todos os presentéis, me gustaría saber vuestro nombre y la razón de por qué estáis aquí sentados-. Dobló una de sus piernas y la colocó encima de la otra. Realmente quería respuestas.

-Yo soy Leo, estoy aquí porque tengo un tipo de ansiedad que no me permite dejar de comer.

Puede que así entendiera muchas mas cosas; su respiración entrecortada, como se llevaba con rapidez trozos de pastel a la boca, y la escena del crimen de haber manchado su camiseta con algún tipo de salsa. Aún así, no me pareció algo lo suficientemente duro o impresionante como para elogiar o regalarle una sonrisa. Tal vez soy insensible por ello.

Sin previo aviso, el moreno se inclinó hacia delante en su silla y comenzó a hablar -Me llamo Lance, y estoy en este lugar simplemente porque mi madre dice que soy muy imperactivo -movió sus hombros hacia arriba y hacia abajo expresando indiferencia, y yo en cambio me encogí. ¿Puede alguien ser criticado por ser una persona con demasiada vida, cuando todos me reprobachan que yo parecía alguien sin ella?

Entonces Lance me miró, y en sus ojos pude leer las ansias que tenia por escuchar mas de dos palabras procedentes de mi boca.

Suspiré, y maldecí todo en ese momento.
- M-me llamo Keith... -tragué saliva- Y estoy aquí porque mi madre me ha obligado a venir.

Todo quedó en silencio, y entonces se escuchó una pequeña risa, que venia de mi lado. -No es cierto.- recriminó Lance.

El mayor se cruzó de brazos y me miro como buscando la respuesta en mi interior.

-Solo es eso.-me senté.

-Bien.- Soltó este de nuevo, levantandose de su silla. -Yo me llamo Shiro, y por favor no creáis que soy demasiado viejo, aún tengo 20, por lo que puedo entenderos. No soy una persona reconocida en el campo de la psicología -soltaba Shiro mientras movía su cuerpo por la sala- Pero puedo hacer grandes cosas con ustedes, quiero que este sea un espacio para que todos nos sintamos cómodos -sin darme cuenta, él ya estaba parado frente a mi - Keith Kogane, he hablado con tu madre previamente.

Toda su alentadora oratoria quedó reducida a desesperación cuando imaginé las palabras de mi madre, y su sonrisa después de colgar él teléfono, ansiosa por poder librarse al fin del fantasma con él que vivía.

-Está bien -bajé mi rostro- Tengo fobia social. Entonces sentí las miradas del resto, y mi mundo empezó a agrietarse.

-Tomaremos un descanso para que todos nos conozcamos mejor, allí, en él fondo hay un pequeño patio con desayuno -Shiro sonrió y desapareció dejando atrás el seco sonido de una puerta.

Yo no quería hablar con nadie, así que avergonzado y aterrado, me escabullí hasta aquel jardín, sentandome en una roca que descansaba frente a unos frondosos árboles y hacían agradable sombra. (Quizás mis antepasados si que fueron vampiros).

-Hola... -abrí mis ojos con sorpresa, y presa del pánico mi única reacción inteligente fue ocultar mi rostro en mis rodillas.

El culpable de aquello soltó una pequeña risa, y sentí su cuerpo pegándose a mi. -Lo siento, no quise asustarte-. Pero aún así lo hizo.

-¿Por qué pides perdón cuando ya hiciste algo malo? -conseguí soltar

-Bueno... -quedó en silencio un momento, y después me extendió una tostada bañada de mermelada de fresa. -¿Te sirve como disculpa?-. Solo en ese momento alcé un poco mi cabeza, lo suficiente como para verlo de reojo. -Tal vez.- Y la agarré sin pensarlo dos veces.

Yo comía mi tostada aún escondido en mi propio cabello, y algunas migas se colaron por mis finos mechones, así que cuando tuve un poco más de seguridad y fui capaz de levantar mi cabeza, Lance soltó una inevitable risilla que intentó disimular tapandose la boca con una de sus manos.

-¿Q-que pasa?-. Mis mejillas se tornaron a un color rojizo.

-No es nada... -su mano se alzó hasta mí, desencadenando mi autoreflejo por cubrirme, pero él esperó a que yo me sentiría seguro, y así me di cuenta que parecia uno de aquellos animales de la calle que temían él contacto humano. -Solo tienes algunas migas en tu pelo... -y las apartó enrredando sus dedos en mis mechones color carbón. -¿Es duro tener fobia social? - y lo miré, pero él tenia la vista clavada en él cesped.

-Simplemente está. -suspiré profundamente,desde él fondo de mi corazón deseé no querer empezar a llorar.

-Ya veo... -inclinó su cabeza hacia arriba, contemplando él cielo, y después me contempló a mi, y yo a él, y sentí como si se acercara unos centímetros.- Ciertamente...tienes un rostro bastante difícil para dejar de mirar.

-¿Esa es tu razón...por la cual no apartaste tu vista de mi? -mordí mi labio.

Mis páginas queman, Lance.Where stories live. Discover now