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Sentado en la cama, Jimin observaba la puerta de la habitación mientras tanto Jungkook apoyaba su cabeza en los muslos del mayor, cerrando sus ojos al cariñoso tacto que le daba el contrario. Las manos suaves de este enredarse con su cabellera, era otro mundo. Sentía sus musculos relajarse y caer en un estado ensoñador pero la dulce voz de su amado lo despertó, abriendo sus párpados, buscando el rostro de Park y obsequiando las mejores sonrisas que el podía portar.

—¿Qué sucede?— mencionó con cariño. Si, porque si se trataba de Jimin él podía convertirse en la persona más amorosa.

—¿Qué vamos hacer después que acabe esto? — cuestionó el chico rubio.

Jungkook lo miró y se levantó del regazo ajeno, para empujar con delicadeza el cuerpo de Jimin en la incómoda cama, y así subirse arriba del más bajo, sin recargar su peso en él. Con su mano diestra acarició el rostro del mayor y empezó a llenarlo de besos. De pronto sus dedos retiraron los cabellos rebeldes que se posaban en la frente de Park y lo observó, con sus ojos inundado de adoración, con una sonrisa de amor sincero, era Jimin, el ser que adoraba, que amaba con su vida.

—Pues tendremos un casa, hijos... tal vez tres o uno...  —rie depositando un beso—. Saldremos al campo y mientras ellos juegan yo besare a su padre, es decir, formaremos una linda familia.

—Entonces quieres vivir conmigo por siempre y para siempre —suelta el blando ladeando su cabeza.

—Así es.

El menor comenzó a robar varios besos y suspiros de esos hermosos labios que se cargaba Park, a su vez, el rubio disfrutaba de la sensación y de lo adorable que era el menor, con aquellas mejilla rojas, con sus largas pestañas y como sus manos empezaba a danzar sobre su piel, repasando cada centímetro del torso del chico, su hermosa figura, como lo adoraba.

—¿Y sabes qué es lo mejor?— preguntó Jeon en el beso.

—Dime

—Que vamos a ser feliz— sonrió Jeongguk.

Jimin soltó una encantadora carcajada y cambio de posición, poniendo ambas piernas en cada lado de las caderas del menor, y con una sonrisa algo coqueta mordió el cuello de su chico, separándose y entrelazando sus manos, en un acto tierno. Park se aproximó rozando sus narices en un gesto de pura ternura, cerrando sus ojos, para percibir el silencio y los latidos de sus corazones. Podía imaginar los sonidos a una sincronización perfecta, pero sus pensamientos acabaron con la imagen mental que reproducía su corazón, abriendo sus párpados bruscamente.

—Y despertaremos en la misma cama, con unas sabanas blanca —agregó Jimin.

—Sería unos buenos días perfecto, amor.

Otro silencio y Jungkook se levantó para estrechar al más pequeño entre sus brazos, percibiendo el aroma tan dulce igual como en el día que lo conoció. Y el miedo recorrió por su cuerpo con tan solo pensar en que alguna vez, en algún momento todos sus sentimientos, todos los planes nunca serían cumplidos. Temía decepcionar al chico que recibía su amor con los mayores sinceros sentimiemtos, entonces el abrazo se deshizo poco a poco... poco a poco como agua en una alcantarilla mientras clavaba sus ojos en los de Park. La conexión que creó antes esos lindos luceros y saber que compartían el mismo temor lo hizo sonreír.

—Aún falta una persona en morir— susurró Jimin, a pesar que eran los únicos en la habitación—. Y después quedaremos los dos.

Oh, y ahí estaba a flote la inseguridad del más bajo, pues solo uno debía vivir, y con Jungkook eran dos y el no estaba dispuesto en dejar a Jungkook, no lo estaba y pensar que en alguna instancia tenía que enfrentar ese tris interminable. Su corazón se contraía tan fuerte que llegaba a doler, recordando a las muchas pesadillas en un escenario parecido.

Rᴇꜱɪꜱᴛᴇɴᴄɪᴀ ﹙ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ﹚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora