5. Entierro

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Sábado. Sábado fúnebre. Sábado de tristezas. Sábado del entierro de Mariano.

Cinco días tuvo que esperar su cuerpo para recibir la despedida que merecía. Entre la autopsia y toda la investigación posterior, realizar el entierro antes hubiera sido solo una utopía.

¿Cómo continúan viviendo esos padres que, tras llevar en un día como cualquier otro a su hijo a la escuela, termina siendo asesinado?

-Señora Campos, lo sentimos mucho -dijo Darío con el resto de sus compañeros detrás, observando compasivos a la mamá de Mariano.

Esta vez, los quince alumnos de tercer año estaban presentes. De hecho, todos estaban ahí: la profesora de literatura, el director Pablo Ficader, e incluso el comisario Damián Barrios.

El suceso había conmovido a toda la institución, sumándole que el rumor de que Mariano había sido asesinado por un loco que envía cartas ya corría por doquier.

Y el rumor empezó a crear intriga. Expectativa. Como si fuera un misterio por resolver.

¿Quién es T.A.I?

¿Qué quiere?

¿De dónde viene?

¿Por qué hace esto?

Preguntas que en realidad, Damián Barrios debe resolver. Si bien el comisario detesta que los civiles se crean detectives y jueguen a ser los héroes, es preferible a que sientan pánico.

Solo los alumnos de tercer año sentían temor, presos de sus recuerdos.

Y, ¿cómo no estarlo? ¿Cómo no sentir miedo, cuando uno de tus compañeros murió de un segundo a otro?

¿Cómo no sentir miedo, cuando T.A.I promete regresar muy pronto?

¿Cómo no sentir miedo?

-¿Trajeron sus cosas para venir a casa? -preguntó Ignacio Sánchez a sus amigos en un susurro, intentando no pasar como un irrespetuoso: el cura estaba concluyendo sus palabras. Sebastián, Lucas y Julián asintieron rápidamente.

-Enterarme del fallecimiento de Mariano fue una noticia que nos conmocionó enormemente a mí y a toda la institución. Pedimos a Dios que tengan toda la fuerza necesaria para poder recuperarse de este dolor tan grande que hoy embarga sus vidas. Mi más sentido pésame -dijo el director de la escuela a la familia Campos una vez finalizadas las palabras del cura. Los padres se limitaron a agradecerle con un simple movimiento de cabeza.

Lejos de todo el funeral de Mariano, Damián Barrios observaba desde su patrulla. No tenía por qué estar ahí, pero su instinto lo condujo hasta el lugar: necesitaba ver cada uno de los movimientos y reacciones de los involucrados de la tragedia.

-¿Qué es lo que no estoy viendo? -murmuró el comisario apoyando la espalda contra su auto, sin notar los cuatro adolescentes que estaban frente a él.

-¿Te sentís bien?-le dijo Sebastián. Nacho, Julián y Lucas se miraron, al borde de la carcajada.

-Eh -esbozó Damián sacudiendo su cuerpo-. Disculpen, estaba perdido en mis pensamientos. ¿A dónde van?

-Vienen para mi casa que queda a tres cuadras -respondió Nacho mientras se alejaba caminando con sus amigos detrás. Barrios los saludó con una seña.

-¿Alguien me puede decir qué fue eso? -agregó Lucas. Los chicos se tentaron.

-No tengo idea. Parecía poseído, ni siquiera nos había visto -comentó Julián.

Los adolescentes caminaron las cuadras restantes hasta llegar a la casa de Nacho, y se dirigieron directamente a su habitación. Habían acordado tener una larga conversación sobre todo lo que estaba sucediendo.

-Chicos, ¿qué creen que va a pasar? -preguntó Sebastián tirándose en la cama.

-Nada Seba. La policía va a agarrar al loco de mierda este dentro de poco. Tengan fe de que todo va a estar bien -contestó Nacho. Los otros tres escuchaban pensativos.

-Boludo, ¿y si yo soy el siguiente por haber leído su carta? -Lucas cambió su rostro al notar la ocurrencia.

-No te va a pasar nada Luc. Ninguno de nosotros va a dejar que te pase nada -reaccionó Julián intentando calmar a su amigo.

-Tenemos que hacer una promesa. Un juramento -comentó Lucas.

-¿En qué consistiría ese juramento?-preguntó Nacho, escéptico.

-Tenemos que prometernos de que pase lo que pase, nunca vamos a poner en riesgo nuestra vida por romper una regla de las cartas que T.A.I mande. Los necesito, tarados. No sé que haría sin alguno de ustedes -dijo Lucas.

-Y yo le agregaría que nos mantengamos siempre unidos -agregó Sebastián.

-¿Promesa?-preguntó Lucas.

-Promesa-repitieron todos al unísono haciendo un choque de puños.

De pronto, los chicos sintieron como alguien abría la puerta del dormitorio.

Tu amigo invisible ya definió a su próxima presa.

Tu amigo invisible está preparado.

Y más vale que le tengan respeto.

Tu amigo invisible #1 [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora