5

10.7K 1.1K 121
                                    

Al cabo de un rato, mi inquietud era tan turtoza, que me vi en la necesidad de buscar lo que sea que estuviera a mi alcance para librarme de las incómodas cadenas. Casualmente, encontré un pedazo algo corto de alambre. No dude en intentar de usarlo, pero era evidente que esas cosas solo pasaban en la películas, o eran hechas por tipos rudos con fuerza, yo por otra parte, seguía fracasando. Llego un punto en el que me rendí, pero en ves de tirar el alambre lo guarde dentro de mi almohada, por si mas tarde quisiera seguir intentandolo.

Todavía estaba pensando que hacer en esos momentos, no había mucho, o era dormir, o intentar escaparse. Evidentemente, ninguna de las dos era sencilla para mi. ¿Quien en su sano juicio dormiría plácidamente sin estar drogado habiendo sido secuestrado? Cada vez las preguntas de como actuar la próxima vez, eran más frecuentes en mi cabeza.

El no poder moverme gracias a las cadenas cada vez me desesperaba más y más. Me sentía como un perro enjaulado, realmente me cuestionaba que era lo que tenía un chico promedio que pudiera interesarte a un veinteañero. pero en eso llego una idea a mi cabeza.

—¡Hey! ¡Tú! ¡Ven aquí!— Grité para llamar su atención.

En pocos minutos escuche pasos que se dirigían a mi puerta, abriéndola y dejando ver su rostro, que a diferencia de antes; se notaba mas arreglado y pulido, como un verdadero empresario.

—¿Que paso, Tae? ¿Tienes hambre?— Preguntó con una sonrisa amigable, observandome de reojo antes de hacer cualquier cosa.

—No... Necesito ir al baño— Informé con una apariencia necesitada, intentaba que mi actuación fuera creíble, esencialmente para que no aplazara mi plan. 

—Agh... Tuviste que haber tomado tu sopa, sería más sencillo así— Me regañó como si fuera un niño. (A este hombre mínimo le faltan 3 tornillos) pensé mientras reía en mi interior.

—Esta bien, te soltaré, pero más te vale no intentar nada, porque de lo contrario te castigaré — Habló para seguidamente dar una pequeña sonrisa, junto a la última palabra dicha por su boca.

Abrió las cadenas, quitandolas de mis extremidades, y me dirigió al baño. Ya dentro busqué silenciosamente algo para atacarlo, pues, en el caso de lograr noquearlo, podría buscar la salida con tranquilidad. 

Mi busqueda por algún artefacto se volvió tardia, nada parecía ser el arma perfecta, eran unicamente botellas de prductos, unos cepillos de dientes, y un destapacaños que obviamente no era de mucha ayuda, a no ser que quisiera destapar su baño. Todo era silencio hasta que lo escuché nuevamente.

—Hey, estas tardando mucho, ¿Paso algo, Cariño?— Preguntó sonando preocupado en su tono. Parecia tener sus dudas sobre mi, probablemente entre mi mar de pensamientos, no me había dado cuenta del tiempo que pasaba a mi alrededor.

—No! Esta todo bien... No te preocupes, saldré enseguida— Exclamé y miré los estantes en ese momento. 

(¡Aleluya!) grité en mi subconsciente, había encontrado una varilla de hierro algo salida del estante, con un tirón saldría, pero... Provocaría mucho ruido, así que debía sacarlo rápidamente para enfrentarlo antes de que fuera capaz de abrir la puerta.

Conté (3... 2... 1...) mientras sostenía con fuerza el pedazo de metal sobresalido.

(Ya!) Señalé para mi e infligir sobre el metal la mayor fuerza que pude. Para mi maravillosa y penosa suerte, no pude sacarlo. Resulta que estaba más ajustado de lo que pensaba, pero igualmente hizo un ruido fragoroso, así que ya no podía hacer practicamente nada.

—¡¿Que paso?! ¿Estas bien?— Insistió el hombre con una tonada realmente preocupada. Esa habia sido su señal de alerta final, ahora sabía que estaba planeando algo.

—So-solo me caí, perdón...— Hablé sumiso, mientras sentía la adrenalina recorrer mi sangre. Era consciente de lo que se venía, a pesar de llevar poco tiempo allí.

—Te ayudaré— Comunicó, pero yo me pegue a la puerta para que no entrara.

—No hace falta! Estoy bien— Intenté de canalizar, caminando despacio hasta la pequeña ventana del cuarto.

(Bien tae, es ahora o nunca) abrí la ventana y la puerta también fue abierta al mismo tiempo. Me apresure, pero habían dos problemas; primero es que obviamente no entraría por esa ventana, y segundo, él era notablemente más rápido, además tenía su mente clara, pues a él nadie lo había drogado.

Me tomo de la cintura y me llevo a rastras hasta la habitación, volviendo a poner las cadenas en mis muñecas y tobillos.

—¡Psicópata de mierda!— Me resistí ¿Acaso no había forma de ganarle a ese grandulón? 

Por su parte, ajusto más las incómodas y dolorosas cadenas. Dejándome casi inmóvil sobre la cama nuevamente.

—Sh... Te daré algo que te va a encantar— Dijó y procedió a sacar un dulce de su bolsillo, metiéndolo sin remordimiento dentro de mi boca. Claro que antes tuvo una pequeña pelea para poder hacer que despegara mis labios y dejara de tensar mi mandíbula. Tapó mi cavidad bucal con un pedazo de cinta adhesiva, evitando que pudiera escupir lo que se hallaba cerca de mis glándulas salivales. Llego un instante donde el dulce era adictivo para mi lengua. Me relajaba a medida que se disolvía en mi boca. 

—Me queda poco tiempo, veamos una película — Aludió con una sonrisa genuina, mientras se acostaba aun lado mío. Él me abrazaba dejando mi cabeza en su cuello, y a medida que avanzaba la escena de drama, me sentía cómodo, pero a pesar de sentirme bien a su lado, me convencí de que estaba confundido. Estupidamente confundido.

Condenado [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora