Ser piedra y vilo en viento, ver pasar y no pasar.

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El reencuentro fue diferente, ya había entendido que no nos pertenecíamos, no esperaba nada mas que tu partida, no hubo palabras de consuelo, entendía que aquello había sido mas nostalgia que necesidad, y que yo solo reaccionaba al imán de tu cercanía, pero ya en calma pude ver que era una pausa en tu vuelo, nada mas.

-No te gusta nada de mí - respondí con resentimiento e ironía tu comentario.

-Mayté que dices, sabes que no es verdad - sonabas sincero, pero aunque lo intente, no te creí.

- Ya no tienes que cuidar de mí, ya no somos los de antes, ya sé que nada dura, esta vez sí, te aseguro que lo aprendí.

No hubo llanto, no hubo duelo... tampoco abrazos, ni te quieros, ni remordimiento - solo gastamos nuestro poco de albedrío - te dije, y esa vez fui yo, quien cito Maravilla, lo aprendí de ti... Pero ya me conoces no me gustan los momentos vacíos, así que abandoné la sala, camino a la cocina, intentado alistarme para tu despedida, no esperaba adioses, ni hasta prontos, ni tiempos a futuro, pero entonces tu no estabas listo para dejarme ir en paz.

- Mayte a quien quieres engañar, tienes los mismo deseos que yo, pero tu nunca te has atrevido a volar - según tu mi rencor no era por tu partida, sino por haber sido yo quien se quedo, y pueda que haya sido verdad.

- ¿a que le tienes tanto miedo? - continuaste - Te aseguró que no importa cuanto hagas, o cuanto tiempo sigas aquí, viviendo sin vivir, al final, igual que a todos te van a olvidar. - En ese momento me dolió, porque lo sentía verdad, habías puesto sal en una herida que ni siquiera yo sabia que tenía abierta, en aquel momento no sabia que quedarme no era un sacrificio, era mi lugar, era simplemente mi lugar.

Ante mi silencio asumiste la victoria, y emprendiste la partida, pero no te fuiste sin la estocada final.

- Mayte- lo recuerdo así, sin acento - Fuimos más que tiempo... y sí, aunque no lo creas somos iguales, pero yo soy más valiente. - Que equivocado estabas, lo entendí después, de los dos fuiste tú el cobarde.

Después de esa día, una idea terca se apodero de mi, y me decidí a viajar, visité aquellos lugares que describías, y en ellos, vi el reflejo de nuestras similaridades, me reencontré con tus palabras, te perdoné, no se si te importe, no se si lo quieras, no se si lo merezcas, o lo necesites, pero por si sí o por si no, más por mi que por ti, que sepas que ya hace mucho tiempo en medio de la magia de oriente te deje ir.

En esos viajes, me encontré, sabés, aunque en el fondo anda buscándote, fui yo quien me encontré y entendí que el problema no eran mis alas, sino lo profundo de mis raíces... Cada uno de esos caminos, me trajo siempre de vuelta al hogar; la magia de Egipto me recordó a Fernanda y a sus ojos de mirada siempre atenta, la modernidad de china, no dejo que apara mi mente de las ocurrencias de Liza y Joss; a cada paso, me hizo falta Isabel, que bueno ya lo sabes es mi mejor mitad, extrañé la risa de Gabi, la terquedad de Mimi, las reflexiones inesperadas de Alfonso, y no encaje en ningún lugar hasta que Agustín me alcanzó en China, descubrí que a pesar de amar mi soledad, en el extranjero lo único que quiero es compañía, y la ilusión de regresar, siempre a de vuelta a mi hogar.

Ahora has vuelto, con la excusa, tal vez, de que la tercera es la vencida, pero esta vez las cosas cambiaron, no hubo encuentro casual, no hubo café, ni interrupciones, y te reconocí, sin dudar (que extraño verdad, porque ya ni siquiera vives en mí) me esperabas en la puerta, y a pesar de todo me llenó de alegría verte de nuevo, el abrazo fue largo, demasiado pensé yo, pero no parecías querer dejarme ir; el problema es que no solo cambio la situación, también habíamos cambiado tu y yo, tu paso por mi vida, había significado mi completa libertad, el fin de los remordimientos, el fin de mirar hacia atrás, nunca entendí más el significado de vivir en el presente hasta tu partida, hasta mis viajes, hasta mi regreso, y mi reencuentro con la soledad, una que no solo tenia calma sino además felicidad, tu por tu parte también parecías cambiado, estabas nervioso, y te vi dudar mucho sobre lo que me ibas a preguntar, mientras yo intentaba distraerte con resúmenes de mi vida, finalmente lo pediste - acompañame a volar - tanto lo espere y cuando por fin llego el momento no supe que decir, no te pude contestar, me permitiste entonces tiempo y dijiste que volverías por la respuesta.

Y aquí esta: has vuelto, con la invitación que siempre esperé, pero ya no la puedo aceptar, porque - aunque me tomo tiempo entenderlo - tú eres río y yo por más que lo intente siempre voy a ser Puente.

Tristemente para los dos, amor mío, en el amor, uno es puente y otro, río.
Bajo un puente de suspiros agua de nuestro querer; el puente sigue tendido, el agua no ha de volver.
¿Sabes tú, acaso, amor mío, quién de los dos es el puente, quién, el río? Si fui yo río, qué pena de no ser puente, amor mío; si fui yo puente, qué pena de que se me fuera el río.

FIN

EL PUENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora