Capítulo 15

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    A medida que nos habíamos adentrado en la espesura de la selva, los altísimos árboles, lianas, arbustos y todo tipo de plantas, parecían nacer cada vez más juntos, más cerrados, robándose todo el oxígeno. Buscando quizás ahogarnos. Lara seguía caminando, era incansable. Ahora que la tormenta había pasado y la luz lograba ingresar entre el follaje podía ver de qué iba la cosa. Tenía manchas, ella, tenía manchas oscuras en la piel, en toda ella. No eran moretones, eran peores, como lastimaduras en mal estado. Había adelgazado muchísimo y parecía encorvada. Tenía las uñas largas y carcomidas, rotas. No tenía aspecto de persona, parecía un ente. Y mucho menos era mi amiga, eso no se parecía en nada a ella. En nada.

   Pensé en escaparme muchas veces pero no sabía de lo que era capaz. Tenía un impresionante huevo en la cabeza, donde ella me había tomado del pelo y las marcas rojo violáceas de las uñas que había clavado en mi piel. Estaba agotada en todo sentido. Y no sabía hacia dónde íbamos ni si iba a sobrevivir a la selva. Ya no podía llorar, no me quedaba agua en el cuerpo. Y si tenía algo mejor no gastarlo. La sed me quemaba y no veía agua por ningún lado más allá de los pequeños charcos que había hecho la lluvia.

-Necesito parar –balbucí –no doy más.

-Ya casi llegamos –bufó –deja de quejarte niñata.

-¿A dónde vamos?

   Se volvió y me miró con sorna. No iba a decírmelo. Sentí los dientes secos, los labios ajados. Me dolía hablar. Me dolía más pensar. En cuanto no pude seguir me deje caer al suelo rendida.

-Levántate- ordenó -.

Meneé la cabeza. Llevaba incontables horas andando. No iba a levantarme ni queriendo. No podía.

-Levántate- rugió –tenemos que seguir.

    Cerré los ojos, era demasiado espantoso verla. En cuanto se volvió a gritarme había visto su rostro. Hinchados los pómulos, los ojos empequeñecidos brillantes como bolillas de vidrio negro, los labios agrietados y pálidos estaban sangrados. No era Lara, era lo más parecido a una bruja que había visto en mi vida.

-No sos Lara- balbucí –ella no es así.

    Su risa reverberó entre la maleza. Volvió a mirarme, y pude ver a través de ese monstruo a mi amiga. No podía ser.

-Claro que si- respondió –Mi nombre es Lara Vanderhouses.

-¿Vanderhouses?

-Ajam –se giró y miró hacia el norte como si buscara algo.

-Ese no es su apellido- chille.

- ¿Por qué hablas como si fuese otra persona? Yo soy Lara, siempre fui yo.

-¡Eso no es posible!- grité y el dolor que me produjo en la garganta me hizo toser. Mi cuerpo iba a partirse en dos.

-Si es posible. Todos estos años fingiendo. Esforzándome para nada- revoleó lo brazos –no pude evitar esto. Se suponía que la etapa final sería más sencilla. Pero él tuvo que aparecer. Creí que al fin había desistido o muerto. – hablaba como una desquiciada y daba la sensación de que sus ojos se saldrían de las orbitas. Las venas de su cuello se veían abultadas y oscuras contenidas apenas por la piel palidísima.

-No entiendo de que hablas- susurré.

-Claro que no –se acercó y tomo mi cara con una de sus horrendas manos –pero ya vas a recordar. –Expulsó su asqueroso aliento en mi cara –todos estos años me enseñaron quien es el culpable. Nunca tendría que haberte asesinado. No era tu culpa.

- Estás loca –susurré.

-Es probable.- me soltó y con una fuerza inhumana me levantó del suelo –Pero eso es lo de menos ahora. Pasaron muchos años, quiero que esto termine. No me importa si es o no una locura.

   Me cargó como si fuera una mochila sobre su espalda y seguimos adentrándonos en la selva. 



©Todos los derechos reservados a Gual Melina Sol
Registrado en ISBN cámara Argentina del libro

Número de registro :
9789874231130

Insight, la revelación [#Wattys2018]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt