𝑑𝑜𝑠

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—¿Por qué esa cara, Mike? —dijo Lucas bromeando.

—Cállate, Lucas.

—¿Qué pasó? —dijo curioso Will.

—¿Estás bien?

—¡¿Qué demonios es esto?! ¡¿Un interrogatorio?!

—Solo nos preocupamos por ti —dijo Will de verdad.

—Sí, solo eso —dijo Lucas con picardía.

—Mira, imbécil, ¡no lo arruines! —habló Dustin—. ¿Qué pasó?

—Eleven no quiere salir conmigo —dijo Mike mientras dejaba que una lágrima rodara por su mejilla y la limpiaba rápidamente.

—¿No sabes por qué? —preguntó Will.

—Creo hacerlo...

—¿Cómo que crees hacerlo? —Lucas había quitado su tono sarcástico, pero se mostraba desinteresado en la conversación, provocando que Mike en serio quisiera darle con un champiñón en la cabeza.

—¡Maldita sea, Lucas! ¿Acaso alguna vez te critiqué lo tuyo con Max? No estoy pasando por mi mejor momento, por si no te das cuenta.

—¡¿Ya son novios?! —exclamaron Dustin y Will.

—Oh, vamos, chicos, ¡sé que han notado la relación que tienen esos dos! Es como negar que a Will le gusta la chica con la que bailo en el último baile —Will se sonrojó mientras escondía la cara entre sus piernas.

—Es distinto... —empezó a decir Lucas.

—No, no lo es. He visto que desde que son novios, como mínimo, se dan un beso por día. ¡No lo niegues, Lucas!

—Como sea. El asunto eres tú, Mike.

—Creo que la herí...

—¿Por qué?

—No sé, siento que se desgató la relación, Will. Y, ¡demonios! Quiero arreglarla... ¡En serio quiero! Pero no sé cómo.

—¿Qué hiciste hoy?

—¿Qué hice de qué? —le respondió de mala gana a Lucas.

—¿Qué hiciste al invitarla? Mike, las chicas son en serio muy detallistas y perfeccionistas. A veces estresan incluso, pero... ¿No sabes de algo que pudo haber arruinado todo? No sé, a lo mejor fue un pequeño error y tú tan solo estás exagerando todo.

—No, Lucas. Conozco a Eleven, sé que arruiné todo, y no sé si puedo enmendarlo.

—Puedes hacerlo —dijo Eleven desde la puerta.

—Eleven... —dijo Mike mientras corría a abrazarla.

—Hola, Mike —dijo Eleven mientras apoyaba su cabeza en el hombro del muchacho y le devolvía el abrazo con la misma necesidad.

Ambos estaban necesitados del otro, ambos estaban rotos, y no se había visto tanto amor entre dos personas mediante un abrazo como el amor que se demostraban ellos dos allí. Era increíble la falta que se habían hecho. Era como si con ese abrazo, todas las heridas y cualquier vacío que tuviesen, hubiesen desaparecido. Nada más importaba cuando estaban los dos juntos, nada más, y se sentían meramente felices de poder estar así.

El abrazo se hizo eterno para las personas que estaban alrededor, pero para ellos no lo fue. Ambos se sentían en paz, completos y con ganas de quedarse así para toda la vida. Y es que, hombre, se extrañaban, verdaderamente se extrañaban. No importaba que pudiesen estar a una milla o a una puerta de distancia, lo que importaba verdaderamente es a qué ritmo iban los corazones... lo que importaba verdaderamente no era que estuvieran juntos solo físicamente, sino también mental.

No importaba cuántas veces intentaran, nada en serio le salía bien a la pareja, y aunque estaban cerca, la lejanía de sus corazones era tal, que se sentían a millones de kilómetros de distancia.

—Te extrañé tanto...

—Yo también, Mike —Mike le acariciaba la mejilla, haciendo el momento tierno para todos.

—Intentémoslo, El, por favor... Está bien si tú no...

—Shh —dijo ella poniéndole un dedo en la comisura de los labios—. Claro que sí quiero, Mike... Es temprano todavía, podemos salir. Pero, por favor, esas gardenias no —Mike rió.

—Está bien, esas no.

«...»

—Insisto, es un lugar muy bonito —dijo Mike entrando a la casa donde Hopper acogió a El por 353 días.

—Supongo —dijo Eleven sonriendo—. Aunque me recuerda todo el tiempo que tuve que pasar sin verte —Mike sonrió.

—Ahí está —dijo Mike señalando una pequeña mesita instalada en el medio del pasillo, donde comerían ellos dos—. Ahora sí, mira -Mike le entregó una hortensia a Eleven.

—¿Qué es?

—Una hortensia —dijo con su mejor sonrisa.

—Mike, no me gustan las hortensias.

—¿Cómo?

—No me gustan...

—Pero...

—Está bien, ya déjalo así.

Eleven estaba triste y no quería dejarlo así. Sus flores favoritas eran los girasoles, los girasoles, y seguía doliéndole el hecho de que su novio no la conociera lo suficiente. Sin embargo, Mike intentó buscar su mano en señal de Lo siento, El, y Eleven solo aceptó su especie de disculpa por el contacto de las manos de Mike con las suyas.

Era como electricidad. Más fuerte que sus poderes, más fuerte que cualquier cosa. Sentía algo diferente. Era como tener el mundo en las manos, como olvidarse de todo por un momento. Era la distracción más especial que podrían llegar a conocer, ambos.

Y era entonces cuando se preguntaban, ¿sobrevivirían sin el otro?

𝐆𝐢𝐫𝐚𝐬𝐨𝐥𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora