Prologo

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Agosto de año por definir

Meditar sentado en el confesionario para el padre Sebastián era su botón de escape, ayudar a las personas siempre lo deleitaba, pero a su vez el largo día de dedicación lo cansaba.

Aun así, había algo que lo tenía más tenso que nunca. Y era que al ser las 9:00 pm llegaba alguien a visitarlo del otro lado del confesionario, uno de sus tantos hijos por los que tenía que pedirle a un dios el perdón de sus pecados. ¿Quién era? No lo sabía el siquiera ¿Cómo entraba allí? Eso siempre se lo preguntaba. Y lo que le contaba era lo que más lo inquietaba.

-Padre-le decía el muchacho algo agitado-, eh pecado de nuevo.

-Habla hijo-respondió el padre con la tensión subiendo poco a poco-... te escucho.

-Eh violado el quinto mandamiento una vez más Padre. Y esta vez... esta vez fue con la persona a quien más amé-contestó el desconocido diciendo esto último rompiendo a llorar.

El padre Sebastian escuchaba su llanto y a su vez sentía el dolor de su infeliz confesor. Sabía que lo que había hecho lo condenaba y se puso a rezar un padrenuestro con su escapulario en la mano, en voz baja y acelerado.

-Hijo, esto te está matando. Dios es misericordioso contigo y comprende tu dolor, pero a su vez sabes que si quieres su perdón por lo que hiciste hoy y las otras veces tienes que entregarte ante la ley. Y es por tu propio bien muchacho.

El desconocido seguía llorando, pero al escuchar esas últimas palabras tomo un aplomo distinto y cambio su semblante mostrando un amago de sonrisa.

-No padre... aun no-dijo el desconocido pasando de una mano a la otra unas fichas negras con puntos blancos-, faltan tres que han de pagar por lo que han hecho.

El padre, al escuchar esas palabras se estremeció y salió del lugar para saber quién era ese sujeto; pero no lo encontró, ya había escapado el escurridizo.

En las afueras, la lluvia empezaba a acudir al momento.

pp@

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