Diecisiete

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—¡Buenos días, Hitoka-chan!

—¡Buenos días, Kiyoko-chan! ¡Perdón, me quedé dormida!

—Descuida, sube que ya nos vamos.

Hitoka subió al autobús con la pequeña esperanza de sentarse junto a su novio, pero vio que Kei estaba sentado junto a Yamaguchi y dormía plácidamente.

Durante el viaje a Tokio, Hitoka todavía trataba de entender lo que había sucedido la tarde anterior después de las prácticas con Kei. Su mente aún procesaba la idea de que el chico que le gustaba ahora fuera su novio. Incluso le había contado todo a Kiyoko al llegar a casa, y esta mañana le preguntó si todo había sido un sueño. Pero resultó que todo era real.

—¿No piensas saludar a tu novio? —le preguntó Kiyoko con diversión. Al escuchar eso, Hitoka le tapó la boca rápidamente y miró nerviosamente a su alrededor. Al ver que nadie había escuchado, puso su dedo índice en sus labios, indicando que guardara silencio.

—Aún sigo creyendo que fue un sueño. Creo que fue por el estrés del viaje.

—¿Cuál estrés? —preguntó Kiyoko con un tono pícaro.

—Es que aún no lo creo —se excusó la rubia, tratando de encontrar sentido a sus propios sentimientos.




—¡Hey, Tsuki! —gritó Bokuto al verlo entrar—. ¿Qué te parece si hoy vuelves a bloquear para mí? ¡Hey!

—Bokuto mostrando interés en otro chico de primer año —comentó Akaashi.

—Si te parece bien conmigo... —susurró Kei.

Hinata y Kageyama, que ya se encontraban practicando, gritaron al escuchar la respuesta de su compañero. Akaashi, que no suele mostrar sus emociones, no pudo evitar sorprenderse, y hasta el mismo Bokuto, quien había hecho la pregunta, quedó boquiabierto. En otras palabras, todos en el gimnasio estaban asombrados.

—¿Por qué estás tan impactado? Fuiste tú quien se lo preguntaste —le reprochó Akaashi aún sorprendido.

Dejaron de hablar y se dispusieron a practicar. Las chicas organizaron las toallas y las botellas de agua para los deportistas. Después de un rato de práctica, decidieron tomar cinco minutos para reponerse.

—Hitoka-chan, ¿podrías traer más botellas de agua? —le pidió Kiyoko al notar que faltaban.

—Claro —respondió Hitoka, levantándose de su sitio. Tras estar sentada tanto tiempo, decidió estirarse un poco.

Los de Karasuno practicaban con los de Fukurodani. Todo iba bien hasta que Kei vio a Hitoka caminando por el otro lado de la cancha, cargando una gran cantidad de botellas de agua ella sola. Sin pensarlo, salió de la cancha detrás de ella para ayudarla.

—¿Tsuki? —preguntó Yamaguchi, confundido.

—¿Y a este qué mosca le picó? —le preguntó Hinata a Kageyama, quien solo levantó los hombros y los dejó caer.

—¿Qué le pasa a Tsukishima? —preguntó Daichi, extrañado al igual que los demás compañeros. No entendían por qué el rubio se había retirado tan repentinamente, no era propio de él.

—Hitoka —dijo Kei, ignorando totalmente a sus compañeros, dejándolos confundidos.

—¿¡Sí!? —respondió sorprendida la chica, no lo esperaba allí.

—¿Quieres ayuda?

Sus compañeros se miraron entre sí y catalogaron a Tsukishima como raro, excepto Yamaguchi, que sabía que esos dos ya eran novios, por lo que entendía por qué se había ido a ayudarla.

Por otro lado, Hitoka estaba feliz. No había sido un sueño, fue real, porque justo allí Kei le regalaba una dulce sonrisa mientras le ayudaba con una simple tarea que había hecho muchas veces sin ayuda de nadie. Ella creyó que había sido un sueño porque después de hablar ayer no volvieron a hacerlo. La misma Hitoka se dio cuenta al llegar a casa que ni siquiera tenía el número de Kei.

—Vamos —dijo Kei, tomándola de la mano para ayudarla.

—¡Hey! ¡Hey! ¡Hey! —gritó Bokuto—. Tsuki, ¿estás tratando de escapar de mis remates? —Al escuchar el comentario de Bokuto, algunos de sus compañeros e integrantes de otros equipos empezaron a reír, pensando que Kei simplemente no quería esforzarse en el voleibol.

—No estoy escapando de tus remates —dijo Kei, bajando las botellas de agua para luego acomodarlas—. Simplemente estoy ayudando a mi novia.

Y por segunda vez en el día, todos en el gimnasio se sorprendieron por las palabras de Kei. ¿¡Ellos dos son novios!?

—Gracias —dijo Hitoka, haciendo una pequeña reverencia, a lo que Kei respondió con otra reverencia antes de regresar a la cancha para seguir practicando.

Los chicos aún seguían confundidos. ¿En qué momento estos dos se habían vuelto novios? Todos sabían que a Kei le gustaba Hitoka, no solo sus compañeros, sino también los integrantes de los otros equipos. Pero pensaban que de ahí no pasaba. Se equivocaron. Los chicos, aún confundidos por lo que acababan de enterarse, siguieron practicando hasta que llegó la hora de recoger las cosas para irse.

—Hitoka —la llamó Kei, acercándose y tomando la caja que ella llevaba.

—Gracias —la rubia no podía evitar sonrojarse con los pequeños detalles. Tal vez se acostumbre con el tiempo o solo siga sonrojándose por lo enamorada que está.

—Cuando volvamos, ¿te gustaría que te acompañe hasta tu casa?

Había ciertas cosas que Yamaguchi le había sugerido hacer con Hitoka, entre ellas acompañarla hasta su casa. Pero Kei había fallado en otras cosas, como darle los buenos días, ya que ella llegó tarde y él tenía mucho sueño, por lo que se quedó dormido.

—Seguro —respondió Hitoka, sonriendo de oreja a oreja.

En ese momento, Kei sintió las mariposas en el estómago al ver su sonrisa. Se fue de ahí para que su novia no lo viera ruborizado. Ese tipo de cosas aún le daban vergüenza, pero descubrió algo al ver su sonrisa.

"Ella ni siquiera sabe lo mucho que adoro su sonrisa."



Enamorada de TsukishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora