Fingiendo a la pesadumbre que se encuentra uno bien,
removiendo entre máscaras de acero,
en busca de lo secreto, perdido, obstruido.
Creo que es demasiado pedir que uno pueda mirar
a través de la armadura espinosa, negra, muerta,
porque lo enseñado se muere corroído por la ignorancia,
un mal que acecha al que se da por vencido o,
simplemente no se encuentra en si; pero hay
pequeños halos de luz cortados
que se intentan anexionar con ímpetu, sin osadía,
pero fuertemente, porque ingenuos creen en la salvación
de lo que ni plano ni redondo siquiera es.