Prólogo.

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El nunca de nuestro siempre.
Prólogo.

  Estoy segura de qué si pudiera retroceder en el tiempo y parar por el resto de mi vida en un instante sería cuando nuestros ojos hicieron conexión por primera vez

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Estoy segura de qué si pudiera retroceder en el tiempo y parar por el resto de mi vida en un instante sería cuando nuestros ojos hicieron conexión por primera vez. Su mirada gris contra la mía verde. Su mirada penetrante contra mis indefensos ojos verdes. Una sensación extraña me embargó en ese momento, no sé explicarlo con exactitud, pero fue como una mezcla de paz con adrenalina. La paz interna que tanto anhelaba y la adrenalina que en mi vida aburrida y vacía sentí. Recuerdo como mi corazón latía desembocado aunque la conexión no había durado mucho, también recuerdo como mi pulso se aceleró y como no podía apartar la mirada de él. Era algo tan bello y digno de observar, que solo se podía hacer eso, observar.

O eso creía.

Mi antiguo yo jamás creyó que eso sería el comienzo de algo más grande, de un sentimiento más puro y de una relación tóxica.

Era un dos de abril, él estaba por el Central Park y yo... también. Él fue a comprar el último álbum de su banda favorita a una tienda de CD's, a mi tienda de CD's. Entró por la puerta principal enfundado en un jean negro que hacía lucir su trasero apetecible y una camisa tres cuartos dejando a relucir los tatuajes de sus brazos, admito que por unos segundos me perdí en la manera que la tinta recorría su suave piel, pero juro solemnemente que fueron sólo unos segundos. Poseía un aire despreocupado y seguro, elegante pero causal, formal pero agradable. Era imposible no reparar en él, más allá de su físico, era realmente notorio, su presencia se sentía de alguna forma retorcida.

Desde el preciso instante en el que entró todo la atención femenina se posó en ese chico, incluso la mía. Sabía que él era consiente de ello, porque ¡vamos!, no había manera existente en el planeta tierra de que no notes como veinte pares de ojos te observan como si quisieran hacerte de todo, menos la tarea. Pero para mi sorpresa él no se inmutó como todos los chicos guapos que entraban al local, el chico jamás se volteó, no devolvió ninguna sonrisa juguetona y ni hablar de las miradas provocativos, simplemente clavó su mirada en la caja, es decir, en mí, y se dirigió con paso seguro hacía allí.

Si de lejos este chico me tuvo completamente hechizada, de cerca pude comprobar que la frase "nadie es perfecto" fue creada por espermatozoides que jamás pudieran apreciar la belleza de este hombre. Cabello negro perfectamente imperfecto, ojos grises tan profundos, que parecía que podías sumergirte en el mar de peligro y secretos que ellos prometían, labios mullidos y mandíbula angulosa. Así era.

En fin, así fue cómo conocí a Dallas Tyson.

El peor mejor error de mi vida.

Todavía me cuesta descifrar cuál fue el motivo por el qué me acerqué y el porqué Dallas se acercó. En lo respeto a mí, no sé si fue por la forma en la que su cabello despeinado se mostraba aún más despeinado cuando pasaba su mano por él, o por cómo la tinta recorría su asombroso cuerpo, quizás también podría haber sido por cómo sus largas pestañas decoraban sus profundos ojos grises, o tal vez la seguridad que desprendía. Podría haber sido todo o ninguno de los motivos que nombré. En cuanto a él... la verdad es un enigma que jamás podré resolver. Yo era tan típica y él tan descomunal. En los mejores de los casos tal vez se acercó por... ¿mi gran corazón? No lo sé y en estas instancias no me interesa saberlo.

El nunca de nuestro siempre [ENNS]Where stories live. Discover now