CAP. XVIII

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Las palabras dichas por el médico aun no se terminaban de procesar, cuando las lágrimas ya inundaban sus rostros, la consternación era notable, pero, aceptar la dura noticia no era fácil

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Las palabras dichas por el médico aun no se terminaban de procesar, cuando las lágrimas ya inundaban sus rostros, la consternación era notable, pero, aceptar la dura noticia no era fácil.

Era duro, saber de parte del médico, que no sabían si su pequeño sobreviviría, o siquiera, si lograría pasar de aquella noche. Viktor, estaba en el límite de la realidad y la pesadilla, oír que el cachorro no pudo ser salvado, debido a que el estado del Omega tan era delicado, que su cuerpo había expulsado al feto, le hicieron sudar frio, temblar de impotencia era poco, y sus palabras se veían ahogadas, sus lagrimas no medían su recorrido haciéndole quebrase ante la vista de los presentes.

Esto, preocupó a ambos hermanos, que sintiéndose culpables por solamente recriminarle, mostraron su apoyo, acercándose a este para dale consuelo, aunque ellos también estén afectados por lo ocurrido.

Minutos después, Yuuri, fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivo (UCI), estaba completamente ajeno a tos y a todos a su alrededor, y de forma sorprendente, Viktor, podía sentir su llamado... el ruso sumido en sus pensamientos, su Alpha interno, trataba con toda voluntad, de escuchar aquella voz, la de su Omega.

Petrovich, dejando las indicaciones sin palabras alentadoras, llena de un sentimiento de negatividad a los presentes; pero Viktor, sintiendo un fuerte palpito en su ser, mostró un semblante decidido, alertando al mayor, de que tal vez, si existía alguna forma de traer nuevamente a Yuuri con ellos, y el anciano, entendiendo su intensión, asiente en respuesta ante ello.

El proceso de preparación para su entrada a la UCI, se sentía que nunca acabaría, el ruso fue llevado al cubículo donde el nipón se encontraba, y verle allí, completamente sin color, casi que sin vida, le hicieron desfallecer, y un pequeño gemido lastimero, escapó inconscientemente de su boca.

Sentía culpa, más que nunca, se sintió vil, el no haber valorado lo que tenía por estar detrás de una ilusión, le estaban pasando factura. Lágrimas inundaron su rostro, y sus pasos, le llevaron lentamente hacia la camilla donde se encontraba postrado. Sus manos temblaban, y con delicadeza tomo la mano del nipón, besando sus nudillos depositando un beso cargado de un silencioso deseo.

Su lobo, no espero por hacer su llamado al Omega, y su olor a menta y chocolate se espació por todo el lugar, a pesar de que le dieron poco tiempo para verle, no quería alejarse de este. A medida que pasaban los segundo, el olor se intensificaba, abarcando todos, incluyendo los alrededores de la UCI, su deseo para ese momento era que este pudiera abrir sus ojos, y regalarle del cálido vino que le encantaba. en poco tiempo sus ojos se mostraron ante su vista, pero no había nada, un vacío y tétrico color mostraban la inexistencia de su vitalidad.

Ver aquello, oprimía su pecho, y aunque lo jamás confesó, su mirada le fascinaba; varias veces llamo su nombre, mientras su lobo llamaba al Omega, sin recibir respuesta, pero esto, despertó a sus más ignorados recuerdos, reconociendo su poco tacto, se azotó así mismo por haberse comportado como idiota durante su convivencia con su esposo. Palabras de amor, o siquiera una respuesta afirmativa a sus sentimientos, jamás fueron dichas,

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