cap.4

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-Nana- dijo bajando las escaleras arrastrando su vestido sin importarle ensuciarlo. El ama de llaves le dió una mirada reprobatoria para terminar esbozando una sonrisa.

-¿Qué quiere niña? y Deje de arrastrar el vestino sino quiere recibir una regañina por parte de su madre- la lady contesto encogiéndose los hombres y le didicó una sonrisa traviesa a su nana olvidando todo aquello que quieria contarle para echarse a correr por la casa. -¡Lady por favor!-.

Sofía siguió corriendo demasiado preocupada por ser pillada por su nana que no se fijó en el caballero que acabó arrollando. Unos fuertes brazos le agarraron de la cintura para evitar su caída.

Levantó la vista temiendo encontrar a su querido hermano pero, no para su alivio, se encontró con unos grisáceos ojos que la miraban con dureza.
Sintió como el calor le subía por sus mejillas y el agarre de sus manos en su cintura la quemaba. Se removió hasta que  por fin se encontró libre.

Dió un paso hacia atras para poner distancia entre ella y ese hombre que parecía querer colgarla del techo.

Se encogió ante su mirada, era alto, más que ella, a duras penas le llegaba a la barbilla, quizás ni eso y era bastante fornido. Algunos mechones rubios caían encima de sus ojos, los apartó para seguir escaneandola.

-¿Qué... Qué desea?- preguntó tras el estructineo en el que ambos se vieron sometidos. Le estaba mirando intensamente y eso la hizo sentirse cohibida. Estar bajo la atenta mirada de ese hombre no le gustaba.

-Lerman... No lo esperaba hoy- la voz de su padre los sacó a ambos del trance en el que estaban metidos.
- El asunto no se puede aplazar... Por más tiempo- contestó Alexander apartando la mirada de la hija para derigirla al padre.

El duque asintió - Puedes retirarte, ya puedo recibir yo a nuestro invitado-. Ambos hombres se encaminaron juntos al despacho de su padre hasta perdieron de su vista.

La figura de su nana la sobresaltó, agachó la cabeza esperando un buen sermón. -señorita, creo que esto mas vale que se quede entre nosotras- y marchó hacia la cocina.




Lady Sofía vuestro padre requiere tu presencia- Sofía dejó el libro en su estantería correspondiente mientras miraba con aire interrogante a la criada. No se molestó en preguntar que quería su padre ya que sabía de antemano que su padre no dejaba que los criados se enterasen de los asuntos familiares.

-¿Quería verme padre?-

-He aceptado una propuesta de matrimonio- dijo el duque analizando  la reacción de su hija, no obstante Sofía no se movió y lo miraba sin entender nada.
-Pero...pero lo rechazaste hace poco- dijo intentado comprender que estaba ocurriendo.
-No estoy hablando de Lord Adam- le contestó su padre con dureza- te vas a casar con el Archiduque-
-¡No!- corto las palabras de su padre- no puede hacerme esto padre yo- sin embargo el duque no le dió la opción de replicar.
-Tu nada. Debes obedecer, te he dejado tomarte muchas libertades, te casarás con el Archiduque y no hay nada más que hablar-


Subió corriendo las escaleras sin hacerle caso a los gritos de su madre y se encerró en su habitación soltando un sollozo desgarrador. No deseaba tener un matrimonio frío como el de la mayoría de los aristócratas, quería ser feliz a lado de alguien que la ame y la quiera, no alado de un salvaje trajeado que terminara por engañarla.



-Debes cambiar esa cara... Trata de sonreír- la voz de duquesa la sobresaltó.
-¿Como hacerlo?- le contestó con una sonrisa cínica -¿Acaso hay algo por lo que deba ser feliz?- la mano de su madre viajó con rapidez a su mejilla. Un golpe sordo se escucho en el carruaje, madre y hija se miraban, una asombrada por su propia relación y otra con la tristeza reflejada en su rostro. No hablaron más durante todo el camino.

El salón de la casa de los condes de Olivares estaba lleno de nobles ya que al parecer ellos habian sido los últimos en llegar. Sofía buscó rápidamente a su mejor amiga y la visualizó entre un grupo así que se dirigió a ella.
-No hagas ninguna tontería- le advirtió su madre antes de soltarla.

-Mira quien ha llegado- Sofía no dedicó una sonrisa envenada a la hija de los condes como marcaba su tradicional enemistad sino que se dirigió directamente hacia su mejor amiga, para separarla del grupo.

-¿Que ha pasado Sofía?- le preguntó. Pero la respuesta se vio interrumpida por la llegada de un nuevo invitado Anne lo identificó rápidamente, todo el mundo hablaba de él, de su regreso, de su fortuna. Alexander había captado la atención de todo el salón.

-Me voy a casar-

La Archiduquesa De LermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora