cap.5

728 39 11
                                    

Por un momento pensó que se trataba de un sueño. Ella corría hacía el enseñando las pantorrillas y las piernas como no debía hacer ninguna dama de su clase. No supo si reirse por su comportamiento o escandalizarse por el mismo, pero dejó de pensar cuando la tuvo entre sus brazos.

El duque cumplió su promesa y se la entregó tal y como lo había establecido con su difunto padre, era lo único que podía agradecerle.

Su corazón martilleaba contra sus costillas a cada kilómetro que disminuía el tiempo para llegar a su  de su destino. La casa de Los condes de Olivares.

Quería verla, saber que ella ya era consciente de que se pertenecían le provocaba sacudidas a su ya desbocado corazón.

—Bienvenido, su señoria es un gran gusto tenerle entre nosotros—le saludó la anfitriona a lo que respondió con una inclinación. No quería perder tiempo con hipócritas, la quería encontrar ya.

Sin embargo sus planes se vieron fustrados cuando se le acercaron a saludar otros caballeros y damas.

—¿Y usted qué opina querido?— la viuda del marqués de Sainz le sacó de su burbuja.
—Un caballero no debe discutir con una dama acerca de política— no le importó su mirada horrorizada y por cortesía se inclinó para despedirse— ahora si me disculpa debo buscar a un caballero—fue lo último que dijo antes de abandonar el grupo, dejando a más de uno sorprendido ya que nadie hablaba de política.
—A saber en qué estaría pensando— murmuró una de las damas —Debe estar metido en algo seguro—apoyó otra la afirmación.

Lejos de prestar atención a los murmullos de su alrededor Alexander se centró en buscar a su objetivo, se vio afectado por una fuerte sacudida emocional cuando la divisó a unos metros de distancia.
Portaba un vestido rosa pálido, que se ajustaba a su cintura y enseñaba mas escote del que le gustaría que la gente viese. Trataba de llamar la atención de su amiga pero se quedó estancada cuando sus miradas se encontraron.

No obstante la lucha de miradas se vio interrumpida por su amiga que parecía reclamarle algo. Las observo alejarse hacia los balcones y las siguió tratando de no ser visto.

-—Alexander que sorpresa verle aquí— su no tan querido primo lo interrumpió antes de llegar a su destino y para su alivio no parecía darse cuenta de nada— ¿Cuando se le ocurrió la grandiosa idea de volver?—

—Esta conversación no tiene sentido, estarás de acuerdo conmigo en que tenía asuntos de los que encargarme... Como un título—trató de seguir su camino pero nuevamente se vio interrumpido.
—Un título que debía pertenecerme a mí, yo fui quien estuvo al frente durante estos años—
—Nadie te pidió nada—le dijo antes de empujarlo hacia un lado. No quería escuchar las tonterías de su primo acerca de quién le pertenecía el dichoso título.

Se escondió detras de un matorral cuando una figura salió del balcón, Lady Anne volvía al salón sin la compañía de Sofía. Maldijo a su primo y su encuentro desafortunado que lo privó de escuchar su conversación.

Respiró hondo y  se adentró en el balcón sin embargo se detuvo cuando ella se dió la vuelta.

Se quedaron mirándose durante un breve rato en el que ninguno de los dos pudo decir nada.

-¿No va a dejarme en paz?- le reclamó -¿Porqué yo?, No lo quiero, rompa el compromiso, porque no pienso ser su esposa- se acercó hasta quedar a su altura -¿Me entendiste?-.

La miró sin decir nada a pesar de burbujeante ira que hervía en su interior por causa de sus palabras. La cogió de los hombros ignorando sus quejas y la empujó hacia la barandilla.

—¿Tanto te molestaría casarte conmigo?... ¿Acaso esos imbéciles son mejores que yo?— le dijo con furia contenida, su rostro quedaba a pocos centímetros del de ella que lo miraba furiosa.

—Suelteme... O gritaré— le dijo empujándolo pero su cuerpo no se movió ni un poco.

—Grite...— dijo y tomó sus labios para sorpresa de Sofía que apesar de intentar mover la cara no tuvo escapatoria. Sus labios recorrieron los suyos para incitarla a abrirlos y lo consiguió. La besó con desesperación y angustia de no ser correspondido, la besó con deseo y lujuria que experimentó  desde el momento que la vio y guardó durante tanto tiempo. Para su gusto Sofía dejó de luchar contra él y se apegó a su pecho en busca del calor que le proporcionaba.

—Creo que ya tuvo suficiente mi lord— una vocecilla a sus espaldas le hizo separarse abruptamente de su presa y volverse hacia una dama que lo miraba con enojo. Anne no podía creer el descaro y la inconsciencia que parecian dominar en ese hombre. En ningún momento se le pasó que el la pudiese buscar y la besase exponiendola a las críticas de la sociedad a pesar de que se iban a casar. Eso sí Siempre y cuando su amiga no llevase a cabo el estúpido plan que tenía en mente.

—Lady Anne.... Es un placer verla— le dijo con una sonrisa burlona dibujada en el rostro.
—Bien... ¿Y usted?— trató de estirar el cuello para ver el estado de su amiga pero el cuerpo de Alexander lo impedía.

—El... El— la vocecilla de Sofía interrumpió la respuesta de Alex— ya se iba...— ambos personajes dirigieron su mirada hacia ella cuyo rostro estaba rojo acausa de la vergüenza que sentía.

—Si... Claro— para su alivio él también parecía estar de acuerdo— Disculpen— se inclinó y caminó hacia la la salida sin embargo se detuvo y se volvió hacia la mujer que le había robado el alma y el corazón— un mes— fue lo último que dijo bajo la mirada asombrada de ambas mujeres.

Una vez de vuelta al salón dejo salir una carcajada por la felicidad que sentía. Aunque lo niegue ella le respondió el beso con el mismo fervor.

***
Uiii.... Bueno bueno, Allí van.. se van a casar o... ¿Quizás no?... ¿Como lo impedirá Sofía?

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 23, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La Archiduquesa De LermanWhere stories live. Discover now