Capítulo 2

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-Katherine-llamaba la voz de un hombre. -Katherine abra los ojos. -La voz del hombre repetía la misma frese una y otra vez. «¡Qué hombre más impertinente! Debería dejar dormir a la pobre Katherine y así los demás podrían dormir también».

-Katherine necesito que abra los ojos-insistió el hombre mientras le tocaba un hombro.

«¿Katherine? ¿A caso la estaba llamando a ella?» pensó confundida. Decidió abrir los ojos para verificar. Al tratar de abrir los ojos una luz muy brillante e intensa se lo impidió. Donde fuera que estuviera habían encendido todas las luces y comenzaba a hacer calor.

-Eso es Katherine, abra los ojos. Tiene que despertar.

«¿Es que es horrible hombre mandón no entendía que le molestaba la luz?» caviló ella.

-La luz...-pudo indicar al fin colocando una mano sobre sus ojos para protegerlos. Entonces una sombra se colocó justo frente a ella bloqueando la luz que tanto le incomodaba. Al fin pudo abrir los ojos y se encontró de frente con el hombre más atractivo que jamás hubiera visto. Su cabello corto negro lo llevaba un poco despeinado lo que le daba un aire juvenil aunque a simple vista era evidente que no era tan joven. Su piel bronceada como si tomara el sol todos los días. Unos ojos café oscuros que la miraban con intensidad en los que daría gusto perderse. Su nariz recta y una boca sensual que dibujaba una leve sonrisa de satisfacción.

-¿Cómo se siente?- preguntó el hombre con real interés.

«Si no me hubiese despertado me sentiría mucho mejor» pensó ella pero no dijo palabra.

-Creo que bien -contestó al final. - Me duele un poco la cabeza y siento un calor intenso.

-El dolor debe ser por los golpes que recibió cuando aterrizamos, varios objetos volaron desde la parte trasera del avión y le pegaron en la cabeza. El calor debe ser por su ropa.

-¿Aterrizamos? ¿Dónde?-preguntó mientras miraba de un lado a otro. Estaban en una hermosa pero rarísima playa de arenas negras. El viento se movía entre las hojas de las palmeras y los arbustos que bordeaban la orilla. El sol brillaba alto en el cielo y unas pequeñas nubes blancas se veían en el horizonte. Más allá el fuselaje de un pequeño avión parcialmente sumergido en la orilla.

-No estoy seguro. En una pequeña isla que logré divisar antes de perder el poco combustible que quedaba. Creo que estamos mucho más cerca de Hawaii que antes. Pronto nos echarán de menos y avisarán a las autoridades. Es posible que estemos en su perímetro de búsqueda. Así que asumo, que no tardarán mucho tiempo en dar con nosotros.

-¿Eres el piloto?

-No. ¿No me recuerda? Soy Gabriel Cortés su guardaespaldas durante este viaje.

«¿Mi guardaespaldas? ¿A caso era ella alguien importante? Tal vez era una cantante famosa o un miembro del gobierno.» De momento no lo recordaba. Tal vez le estaba jugando una broma. Lo miró mejor. Definitivamente el hombre tenía pinta de guardaespaldas. Era corpulento sin ser grueso. Sus brazos se veían muy fuertes, pues casi reventaban las mangas de su camisa blanca que llevaba arremangada debido al calor. «Calor». Ella se estaba asfixiando del calor. Él le había dicho que era a causa de la ropa. Logró incorporarse un poco y observó su propia ropa. Una falda negra tan amplia que podía servir de paracaídas y un jersey de mangas largas. ¿Quién en su sano juicio viajaba a Hawaii con ese tipo de ropa? Porque él había dicho Hawaii, si no recordaba mal. Tenía que deshacerse de ese montón de tela antes de morir sofocada. -¿Si usted no piloteaba el avión, quién lo hacía y dónde está?

-El piloto está muerto-le informó. - Igual que la azafata que nos acompañaba-. No pensaba darle más detalles ya la había visto muy asustada antes y si no recordaba de momento lo ocurrido mucho mejor.

Su última misión. (Sólo 3 Capítulos) Disponible en físicoWhere stories live. Discover now